Inversión de 20.000 U$s por surtidor para cambiar atención en las estaciones de servicio
Carlos Gold, referente del sector del Comercio de Hidrocarburos y Afines, explicó la gran inversión que se necesita
En los últimos días, la petrolera de bandera nacional YPF anunció una medida que llamó la atención del sector: ofrecer precios más bajos de combustible durante la madrugada, pero solo en estaciones que cuenten con modalidad de autodespacho o autoservicio. Sin embargo, detrás de esta propuesta que suena innovadora y alineada con las tendencias tecnológicas globales, se esconden desafíos significativos para su implementación masiva en la Argentina.
Según confirmó Carlos Gold, presidente de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines de la República Argentina (Cecha), actualmente solo tres estaciones de servicio en todo el país tienen habilitado el sistema de autoservicio. “Una se encuentra en Rosario y las otras dos en la ciudad de Buenos Aires. De estas tres, únicamente dos pertenecen a YPF, lo que limita aún más el alcance de la iniciativa”, dijo el entrevistado en “Punto de Vista” por Ecos Radio.
La principal barrera para que más estaciones se sumen a este esquema no es únicamente tecnológica, sino económica. “Instrumentar este sistema implica para cualquier Pyme un desembolso no inferior a varios miles de dólares por surtidor”, explicó Gold. La cifra de 20 mil dólares, aproximadamente, incluye la modernización del software, la instalación de pantallas táctiles, sistemas de pago con códigos QR y adecuaciones de seguridad para permitir que los clientes se sirvan sin intervención de personal.
A esto se le suma un componente cultural profundamente arraigado en la región: la costumbre del consumidor argentino y latinoamericano de ser atendido en la estación de servicio. “En América Latina, el cliente llega esperando que lo atiendan. Es un hábito que forma parte de la experiencia de carga”, sostuvo Gold, al remarcar que cualquier transición hacia el autoservicio será necesariamente gradual.
En otros países de la región, la situación es diversa. Por ejemplo, en Brasil el autoservicio está directamente prohibido por ley, mientras que en Uruguay existen dos estaciones con pruebas piloto, y en Paraguay y Perú se han implementado algunos casos aislados. Aún así, en todos estos lugares el modelo no ha logrado consolidarse de forma generalizada, en parte por los mismos factores culturales y en parte por la resistencia de sindicatos del sector.
Además del desafío económico y cultural, el autoservicio también implica un cambio en la estructura laboral. Su adopción supone prescindir de personal en la atención al surtidor, lo que si bien puede traducirse en una mejora de rentabilidad, también genera tensiones con los trabajadores del sector, especialmente en un contexto donde la estabilidad laboral es un tema sensible.
Cambio progresivo
Para Gold, el futuro del autoservicio en la Argentina dependerá de cómo evolucione el contexto económico y del grado de aceptación social. “Es una tendencia que viene de la mano de la modernidad y la globalización, pero va a tardar en arraigarse. No se puede imponer de un día para el otro”, concluyó.
Por ahora, la reducción de precios durante la madrugada es más un ensayo experimental que una política firme. Pero la semilla está plantada, y con el tiempo, quizás el modelo de autoservicio comience a expandirse por las rutas y ciudades del país. Eso sí, no sin antes enfrentar una serie de obstáculos que van mucho más allá de lo técnico.
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