Islas paradisíacas en el Pacífico
Tahití, Bora Bora y Moorea son lugares que todos deberían visitar una vez en la vida
Los atractivos turísticos del Océano Pacífico tienen su epicentro en Tahití, la más grande de las islas polinesias, que alberga parte de los secretos y leyendas que inspiraron a Disney para crear el filme de dibujos animados “Moana”, y un sinnúmero de encantos y atracciones.
Tahití, cuya capital es Papeete, pertenece a las Islas de Barlovento, que forman parte del Archipiélago de la Sociedad. El aeropuerto internacional de la zona se encuentra aquí, dispuesto a recibir a todos los viajeros que quieran vivir una aventura paradisíaca entre aguas cristalinas y verdor tropical.
Cerca de este lejano destino, sus islas hermanas, como Bora Bora o Moorea, suman todavía más belleza a una visita idílica e inolvidable.
La agencia de turismo de Tahití denomina a la isla más famosa de la Polinesia Francesa como “la isla reina”. No en vano, ha sido el destino que el mismísimo Obama ha elegido para retirarse a escribir sus memorias, según los medios estadounidenses.
Pero, ¿qué hace a Tahití un destino tan explorado por celebridades de todo tipo? Sin lugar a dudas, su atmósfera tropical y lejana, que traslada a sus visitantes a un paraíso en mitad del Pacífico, y su variada oferta de actividades.
Por cierto, la belleza de este lugar y el misticismo de sus leyendas han inspirado uno de los últimos éxitos de Disney, “Moana”. Incluso uno de los personajes del filme animado está basado en una deidad tahitiana porque Maui es un personaje de la mitología de estas islas”.
Tahití es exuberante “reino” vegetal, donde abundan espectaculares cascadas, espacios volcánicos y lugares sagrados, mientras que también se define a la isla como “el rincón más romántico del mundo” y resaltan que es un destino especial por la hospitalidad de su gente, sus danzas y sus flores.
En Tahití se recomienda, entre otras atracciones, vivir la experiencia de pasar una noche en un bungalow sobre el mar, asistir a un espectáculo de danzas polinesias típicas del lugar, o practicar buceo.
La isla cuenta con yacimientos arqueológicos para los amantes del turismo cultural, así como con lugares dedicados al arte, como el museo Paul Gauguin, el pintor parisino que dio a conocer al mundo la Polinesia Francesa, y diversos monumentos.
Algunas sugerencias son la Punta de Venus, situada en una playa negra que cuenta con otras construcciones religiosas y estatuas; la catedral de Notre Dame de Papeete; y la tumba de Pomare V, que ofrece unas impresionantes vistas al mar.
Sin embargo, si algo resulta todavía más impresionante que su cultura, es la belleza de sus paisajes. La fantástica excursión de Te Pari o la legendaria ola de Teahupoo, son algunas de las excursiones que proponen en la web oficial de turismo.
Y es que los escenarios vegetales, ricos en flora y fauna, comparten, además, la presencia de playas de ensueño y montañas a las que la luz dota de bella fosforescencia, como los picos de los montes Orohena y Ahora.
Uno de estos atractivos naturales es el itsmo de Tahití, una franja de agua que une dos orillas de tierra, y que, según describe la agencia turística, es “un mundo aparte”, al que hay que dedicar un tiempo de descubrimiento.
La hospitalidad que prometen, unida a un ambiente festivo y colorido también constituyen de por sí una atracción para cualquiera, pues todo visitante puede sentirse a gusto en el ritmo de vida insular.
Bora Bora
La isla de Bora Bora, conocida también como “Pora Pora” es, según la agencia de turismo, “un paraíso terrenal” y, a la vez, “la más conocida de las islas polinesias”.
Cuna de la fiesta tropical, rica en fauna y flora exóticas, prometen que el viajero puede disfrutar, además, de la discreción natural de sus habitantes, lo que lo hace un destino ideal para aquellos con ganas de desconectar, sin perder por ello la diversión propia de unas vacaciones.
Quizá sea, de hecho, la más turística de todas, con una gran oferta de hoteles lujo.
Se ofrecen incluso playas privadas, como la del Hotel Intercontinental Moana Resort, la del Hotel Edén Beach o la del Sofitel Private Island; mansiones, y piscinas ubicadas sobre la laguna volcánica que, según muchos, es de las más bellas que hay en el mundo.
También está la posibilidad de dormir en bungalows, en este caso sobre la propia laguna, y las opciones de buceo, viajes en barco, y deportes acuáticos, son las principales atracciones, además de la posibilidad de realizar safaris históricos para descubrir algunos de los “secretos” de la isla.
Moorea
A tan solo 30 minutos de la capital de Tahití, Papeete, se encuentra Moorea. De ella, dicen desde la web turística que hechiza por la belleza de sus paisajes, que parecen salir directamente de un sueño, y por la dulce quietud reinante.
Así, esta isla de carácter onírico y tranquilo, es una de las visitas más recomendadas a los viajeros que quieran ir más allá de Tahití. La opción de acceder rápida y fácilmente a través del mar, la cercanía con una de las islas principales, y la regularidad de las visitas concertadas así lo incentivan.
Una de sus curiosidades es la posibilidad de nadar con delfines en el Moorea Dolphin Center de la isla, en un hábitat ecológico y seguro, actividad familiar disponible para grandes y pequeños. Otro lugar interesante es el Centro Cultural “Tiki Village”, que ofrece espectáculos tradicionales e interesantes actividades gastronómicas.
Playas de arena fina, plantaciones de piña, montañas llenas de vegetación y fosas submarinas son, una vez más, ejemplo de la belleza tropical que posee toda la Polinesia Francesa, y de la que Moorea es rica en todo su colorido esplendor.
La web turística asegura, además, que es la elegida por diversos pintores, escultores y tatuadores, que ponen su talento a disposición de los visitantes.
Con una extensión marítima de 4 millones de kilómetros cuadrados, la Polinesia Francesa se compone de 118 islas (40 de ellas deshabitadas), agrupadas en cinco archipiélagos. Las posibilidades son, por tanto, muchas y muy variadas.
Desde Maupiti, “la isla preservada”, que tiene forma de corazón, a Raiatea y Tahaa, “las islas sagradas”, llenas de fertilidad y tradición, pasando por Huahine, “el jardín del edén”, ya solo el Archipiélago de la Sociedad, con sus Islas de Barlovento y Sotavento, ofrece múltiples paraísos tropicales sobre el mar.
El resto de archipiélagos no se quedan atrás, como el de las Tuamotu, formado por atolones (islas bajas), llenas de corales y lagunas, o el Archipiélago de las Australes, cuyas islas volcánicas son el último lugar habitado del Pacífico Sur.
Desde la agencia turística de Tahití, hacen algunas propuestas de destinos más allá de la isla principal: Rangiroa, el mayor atolón de las Tuamotu; Fakarava, la ‘meca’ del submarinismo; o Tikehau, son, según afirman, unos destinos míticos.
Aseguran también que las islas de la Sociedad, las Marquesas y las Australes cuentan con ‘spots’ privilegiados, que permiten observar tanto grandes especies como miles de peces multicolores de los arrecifes.
Además de todas estas recomendaciones paisajísticas y culturales, recomiendan también disfrutar de la gastronomía local, haciendo especial hincapié en el atún crudo con leche de coco, marinado y acompañado de verduras, que puede adquirirse en los restaurantes del lugar o en las “roulottes”, unos puestos de venta ambulantes típicos de Tahití y del resto de islas.
Otras propuestas gastronómicas son el pescado crudo al estilo chino, el “chao mein”, el “ma’a tinito” y, sobre todo, las especialidades cocidas en un horno tradicional tahitiano llamado “ma’a tahiti”. Aconsejan, también, una visita al mercado, especialmente los domingos.
Disfrutar del cultivo de la perla en las Gambier, de las rutas de cría de las ballenas en Rurutu, o visitar los restos históricos de los primeros misioneros en Mangareva, son otras de las recomendaciones.
En definitiva, Tahití y el resto de islas polinesias conforman un precioso entramado tropical digno de ensueño, que no sólo ha inspirado “Moana”, sino que incita a cualquiera que busque viajar a un paraíso en la tierra.