La crisis que golpea
Los accidentes e incidentes de tránsito son la primera causa de muerte no natural en la Argentina y, Necochea, no queda al margen de lo que podríamos considerar la «otra pandemia» que atraviesa la sociedad en su conjunto.
Si bien existe un Observatorio Vial que incorpora datos y los convierte en estadísticas, no hay una información permanente sobre los siniestros que se producen a diario en las arterias del núcleo urbano y en las rutas de acceso a Necochea y Quequén.
A pesar de ello, en el transcurso del 2022, hubo 15 fallecimientos entre episodios acontecidos en la parte urbana, suburbana y en las carreteras que se comunican con ambas ciudades.
A ese número de muertes, hay que agregarle decenas de heridos que, en varios casos, quedaron con marcadas secuelas y sus vidas, en la actualidad, no son las de antes.
Y tampoco hay que dejar de lado a otras personas que aún luchan por vivir y siguen internadas en distintos centros asistenciales de salud, producto de los gravísimos politraumatismos de cráneo y también en otras partes del cuerpo.
Y si hablamos de la «otra pandemia» que nos atraviesa como sociedad, es indudable la ausencia de conciencia social en los transeúntes y en los conductores, algo que está cada vez más presente en el acontecer diario.
Las actitudes discriminatorias, los hechos de violencia, la intolerancia, la desigualdad entre los ciudadanos y conductas aditivas, son algunas de las cuestiones que a menudo se observan en la vía pública.
La imprudencia es común
Según peritos especializados en accidentología, el problema radica en que la imprudencia de las personas al volante, ya sea por correr picadas o por conducir alcoholizado.
En ese sentido, habrá que ver cómo se aplica la flamante ley Nº 15.402 de «Alcohol Cero» al volante, promulgada por el Poder Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires.
Esto establece de tolerancia cero, de alcohol en sangre para los conductores de todo tipo de vehículos que circulen en todo el distrito.
“No tenemos que pedir que a un individuo lo condenen entre 8 y 25 años de prisión (lo que sería un homicidio simple en el fuero penal) porque mató a alguien en un accidente de tránsito, sino que el individuo hay que condenarlo por el hecho de la acción de haber bebido al conducir”, sostuvo Héctor Ragnoli.
Entendió el perito que se debe “evitar la consecuencia, pero para poder evitar la consecuencia, hay que juzgarlo penalmente cuando comete la acción, no esperar a que mate a alguien en la vía pública”.
Es una realidad que son bajas las penas que contempla la ley para los responsables de los accidentes de tránsito.
En Necochea, se han registrado casos de muertes de motociclistas producto de una fuerte colisión contra un automóvil o una camioneta y los imputados de “homicidio culposo”, recibieron condenas de prisión luego de un extenso peregrinar de los familiares de las víctimas.
Hay otro episodio en el que también murió un joven de 27 años, en 2015, y el conductor del auto que lo atropelló y mató, aún permanece prófugo de la Justicia y la Policía, tras burlarse de las decisiones de los jueces que le otorgaron el beneficio de arresto domiciliario y salidas laborales, en dos ocasiones.
Teléfono para los legisladores
La realidad nuestra de todos los días indica que hoy en un accidente, conduciendo alcoholizado, se mata a una persona y la condena es entre 3 y 6 años.
Se trata de un delito que es excarcelable, como ocurrió hace un par de años en nuestra ciudad con un automovilista que en estado de ebriedad y a alta velocidad, a las 17.35 en plena «cuarentena obligatoria» por el Covid-19, embistió a dos motociclistas (madre e hijo) en la diagonal San Martín casi avenida 59.
El conductor del rodado menor sufrió graves lesiones y su madre falleció 14 días después en el Hospital Municipal, como consecuencia de los politraumatismos sufridos al salir despedida de la motocicleta.
El acusado de «homicidio culposo agravado» llegó al juicio libre y ahora cumple con la condena con encierro en la cárcel de Batán impuesta por el Juzgado Correccional Nº 1.
Por otro lado, un remisero de 73 años atropelló y mató a un motociclista en la ruta 88. Llegó al debate oral en libertad y eludió al juez que lo esperaba para iniciar el juzgamiento, tras varios años de demora en concretarse el mismo.
Por esa forma impune y lejana al arrepentimiento por lo sucedido, tuvo que ser detenido por la fuerza policial y durante el debate, se lo condenó a prisión, pena que cumple con arresto domiciliario por su avanzada edad y problemas de salud.
En cuanto a las polémicas planteadas en ese sentido, un abogado dejó sus impresiones acerca de una realidad que es incontrastable en la Justicia que tenemos.
El letrado tomó como ejemplo un caso de abigeato, donde un individuo mata y roba una vaca, un ternero o una oveja en un campo y, si lo descubren, podría afrontar una pena de entre 2 y 6 años de prisión.
«¿Cómo puede ser que matar y robar un animal de un predio rural tenga una pena similar a la de matar a un ser humano? Y con todo el respeto que merece su propietario quien se ocupó de de criar al animal», explicó el profesional.
Esto relacionado a lo que manifestamos antes, sobre la condena de entre 3 y 6 años de prisión para los imputados del delito de «homicidio culposo», por un episodio registrado en la vía pública, tanto en las calles de la ciudad o en las rutas.
«La gente protesta contra los jueces, pero en realidad, hay que protestar contra los legisladores, que son los que tienen que darles las herramientas a los jueces», enfatizó el abogado que ha representado a familiares de víctimas de tránsito.
Un abordaje interdisciplinario
En principio, la mayoría de las voces entendidas en el tema coinciden en la necesidad de subir las penas para los condenados por accidentes de tránsito.
Entienden que la posibilidad de cumplimiento efectivo de las resoluciones judiciales reduciría la cantidad de actos imprudentes en los conductores de vehículos motorizados.
Además, hay coincidencia en que resulta imperioso que la educación vial llegue a toda la comunidad educativa, tanto en escuelas públicas como privadas, e incorpore la mirada de los familiares de las víctimas.
No solo en lo referido a las leyes de tránsito, sino también en torno a la responsabilidad que implica conducir un automotor y la obligación de tomar precauciones para evitar los accidentes de tránsito.
Entre esas medidas de seguridad, están no consumir alcohol, utilizar el cinturón de seguridad, respetar la señalización y otras.
En virtud del crecimiento del parque automotor en Necochea, varios de los actores del tránsito coinciden en la necesidad de replantear la manera en que se circula en las calles.
Se manifiesta la obligación de un cambio en los recorridos de las líneas de colectivos que resulten más funcionales, eficientes y menos contaminantes.
Sería importante pensar más en las víctimas y en sus familiares.
Esto requiere pensar en el otro, tener una mirada más empática a la hora de conducir un vehículo y contemplar que nuestras actitudes desaprensivas, pueden lastimar la vida de otros y nuestra imprudencia, puede redundar en un cambio radical e irreversible para un inocente.
Se trata de un largo camino por recorrer y de un desafío permanente, donde tampoco puede quedar al margen el Estado en todos sus niveles, encabezando la problemática en busca de soluciones y generando ejemplos a la comunidad. ////