La Estación Hidrobiológica, un orgullo
Se fundó hace 85 años, el 15 de febrero de 1938. Durante años se proyectó la construcción de un edificio, pero el sueño fue frustrado por la burocracia
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Ecos Diarios
“Esta casa de estudios y museo nos honra como argentinos y al mismo tiempo como vecinos de Quequén”.
La frase la dijo José Manuel Calise, de la Unión de Fomento de Quequén, durante la ceremonia que se realizó el 15 de febrero de 1938 y en el que quedó inaugurada la Estación Hidrobiológica de Quequén.
La ceremonia contó con la presencia de Martín Doello Jurado, entonces director del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”.
La estación
Doello Jurado, infatigable investigador y destacado científico, aprovechó su visita a Necochea para dar una conferencia de “Los institutos de biología marina, su función e importancia”.
Pocos días después, Ecos Diarios publicó un artículo en el que se informaba que ya se había reservado un terreno de casi dos hectáreas para la nueva Estación Hidrobiológica. Lo insólito del artículo, es que se hacía referencia a la intención de trasladar la estación a Necochea.
Doello Jurado había disertado sobre este tema en el salón de actos del diario La Prensa, en la Capital Federal. Según explicó el científico, la intención era emplazar la Estación Hidrobiológica sobre la margen derecha del Río Quequén, en cercanías de la escollera, sobre la avenida costanera.
Se construirá un edificio cuya planta y distribución ya están esbozadas, y a los fines de financiar la obra el Poder Ejecutivo nacional espera contar con los fondos necesarios en el presupuesto del año 1939 y con la cooperación del gobierno de la provincia, añadía el artículo de Ecos Diarios.
Según lo expuesto por Doello Jurado, una vez trasladado a nuestra ciudad, el museo no sólo comprendería la fauna y flora marina, sino “todos los otros aspectos de la Historia Natural de la región: Botánica (en particular plantas psamófilas, propias de los médanos), Geología, Paleontología y también Antropología y Arqueología, para dejar constancias de las características de los antiguos habitantes indígenas de la región, los restos de cuyos paraderos se hallan todavía en los médanos de la costa de la provincia de Buenos Aires, donde han vivido desde épocas prehistóricas hasta poco antes de la conquista del desierto por el General Roca”.
En el nuevo museo también se destinaría una sala especial a la pesca y se mostrarían en ella diferentes tipos de embarcaciones, corrientes marinas, temperaturas de las aguas, composición química de las mismas, etc.
También se pretendía exhibir planos y otros gráficos relacionados a Puerto Quequén, además de la instalación de acuarios, un jardín zoológico para reptiles, aves, mamíferos y laboratorios de investigación biológica.
El proyecto
La casa en la que aún hoy funciona la Estación Hidrobiológica fue traída desde Holanda por la empresa que construyó el Puerto de Quequén a principios del siglo XX. La estructura ya había sido utilizada en Bahía Blanca, donde la misma compañía llevó adelante la construcción del puerto de Ingeniero White.
Luego de que la empresa dejara nuestra ciudad, Inspección General de Puertos tomó posesión de la casa en 1926 para demolerla en caso de que no fuera de utilidad.
En 1928 fue cedida al Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, que en ese momento era dirigido por el profesor Martín Doello Jurado. Esa institución ya proyectaba crear una estación hidrobiológica.
La ubicación de Puerto Quequén hacía de éste un punto estratégico para la instalación de la Estación, ya que permitiría al Museo desarrollar investigaciones sobre la fauna marina de un importante sector del Mar Argentino.
El emprendimiento del científico se transformó en la primera estación de investigación biológica marina de América del Sur.
Al poco tiempo de su creación, las galerías laterales fueron cerradas para ser utilizadas como laboratorios y las habitaciones principales se acondicionaron como sala de exhibición.
En 1937 el profesor Doello Jurado dispuso la habilitación de tres salas mayores de la Estación Hidrobiológica para la exhibición al público de fauna regional, principal marina.
En aquellos días surgió la idea de trasladar la estación a Necochea, pero eso finalmente nunca se concretó.///
Un sueño frustrado
Hace casi 42 años, el 23 de marzo de 1981, se realizó en la Unión Vecinal de Fomento de Quequén la ceremonia en la que se firmó el contrato de adjudicación de la construcción de la Estación Hidrobiológica de Puerto Quequén.
La obra en la calle 502 de Quequén, junto a la actual plaza 3 de Agosto, comenzó a gestarse a partir de la iniciativa de un grupo de vecinos, más de 20 años antes.
Ellos interiorizaron al entonces director de la estación, el profesor Enrique Balech, sobre el ambicioso proyecto para construir un nuevo edificio que respondiera a las crecientes necesidades que implicaba el estudio, profundo y pormenorizado de nuestra plataforma continental.
Balech recogió favorablemente la iniciativa, formando un expediente que tuvo entrada en los organismos correspondientes, y que obtuvo el apoyo del Museo Argentino de Ciencias Naturales y del Instituto Nacional de Investigaciones de las Ciencias Naturales.
Fue así que la Municipalidad de Lobería, de donde dependía Quequén, donó el terreno donde hoy se levanta la estructura de hormigón del nuevo edificio, en cercanías de la playa de estacionamiento de camiones.
En las gestiones tuvo una activa participación el escribano José Manuel Calise y la Unión Vecinal de Fomento de Quequén.
Se formó luego la primera comisión directiva de la Asociación Cooperadora de la Estación Hidrobiológica.
En 1961 se dictó la ley 16.068 por la cual se autorizaba al Poder Ejecutivo nacional a invertir la suma de 10.000.000 para la construcción y habilitación de un edificio con destino a la nueva sede de la Estación Hidrobiológica en Puerto Quequén.
El gobierno de la Provincia donó al Estado nacional, por ley 7.663 del 16 de octubre de 1971, un terreno de 6.022 metros cuadrados sobre la calle Juan de Garay, frente al mar, en la zona del Puerto Quequén, a fin de construir la estación.
Luego de ello, se llamó a concurso nacional de anteproyectos y resultó ganador el estudio de arquitectura de Otaola y asociados.
El ambicioso proyecto tenía un costo de 5.344.201.390 pesos de la época. El plazo de ejecución era de 730 días corridos.
Pero la obra quedó paralizada cuando la estructura de hormigón se había completado en un 90%. Desde entonces, diversas entidades han realizado gestiones para que la obra se finalice, pero sin éxito.///