La experiencia de misionar en el medio de la Amazonia
Verónica Rubí de la Diócesis de Mar del Plata vive en la comunidad indígena Ticuna Umanacú y brindó su testimonio
Ayer, luego de la misa, en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, se contó con la presencia de la misionera Verónica Rubí, quien ofreció una charla y brindó su testimonio de la misión que lleva a cabo en la comunidad indígena Ticuna Umanacú, en plena Amazonia, en la triple frontera de Brasil, Perú y Colombia.
Verónica tiene 46 años, es licenciada en Servicio Social, pertenecía a la parroquia San Cayetano de Mar del Plata y al ir creciendo en la fe en la Congregación de la Hermanos Maristas, realizó diversas misiones en distintos lugares de la Diócesis.
A lo largo de su vida fue enviada por diferentes organismos eclesiales y en esta última fue enviada por la Diócesis de Mar del Plata.
Verónica forma parte de la Diócesis de Alto Solimoes, donde integra la comunidad indígena Ticuna Umanacu y está radicada allí desde el año 2014.
En este momento se encuentra de vacaciones, visitando a la familia y brindando charlas para trasmitir lo que significa misionar en este ámbito.
“Sabemos que en la misión, el dar a conocer, contagia a otros, anima a otros, hace bien, y de hecho yo conocí la misión de esta manera”, manifestó.
Juan Cruz Menilli, de la Diócesis de Mar del Plata también estuvo presente y acompañó a Verónica. Al respecto, señaló “la Diócesis de Mar del Plata asume este envío y quien la acoge allá es la Diócesis de Alto Solimoes. La misión es eclesial y ha habido proyectos concretos de ayuda desde la Diócesis. Como iglesia diocesana estamos presentes ahí a través de Verónica y ojalá con más presencia”.
Experiencia
En plena selva y con una vegetación exuberante, Verónica ayuda a los integrantes de la comunidad a organizarse en una catequesis, en el acompañamiento de los jóvenes, en el día a día con las necesidades que se presentan, entre otras tareas a través de Cáritas.
“Yo estoy allá porque ellos se animaron a decir “que lindo sería que te quedaras con nosotros”. En un primer momento, yo iba y venía desde Tabatinga, la ciudad más cercana hasta esta zona rural y finalmente me quedé a vivir con ellos, algo que antes nunca había sucedido, que un misionero se establezca en la comunidad”, relató.
Verónica contó que previamente a esta experiencia vivió 7 años en Mozambique África, siendo algo totalmente diferente.
Verónica recordó que a partir del testimonio de la misionera Verónica Closter, nació su deseo de realizar esta acción. “Yo tenía 16 años y ella se estaba preparando para ir a Mozambique y me formé en un centro de formación misionera en Neuquén, hice la formación “ad gentes”, donde se evangeliza y es muy fuerte dar a conocer el amor de Dios”.
Al mirar el camino recorrido, Verónica afirmó “mi corazón es misionero y vale la pena seguir apostando a la vida en la misión”.///