La historia de Gargantúa, el gigante glotón que se “alimenta” con niños
El enorme muñeco forma parte de la tradición vasca. En nuestra ciudad se lo vio por primera vez en 1958. Al principio genera temor a los chicos, pero luego los divierte
Aunque ya no se lo ve con la frecuencia de décadas pasadas, la enorme figura de Gargantúa, ese muñeco gigante al que le gusta “alimentarse con chicos”, cada vez que aparece en un desfile del Festival Infantil se constituye en un atractivo para los niños, que lo ven con pánico, pero que al subir e introducirse en su boca caen por un tobogán interno del que disfrutan y deciden repetir una y otra vez la acción.
Ligado a la historia del País Vasco, donde es paseado en fiestas tradicionales, esta figura consiste en la cabeza de un huraño ser, desde cuyo interior una voz inquietante y nada amable repite una frase que pone los pelos de punta a los pequeños: “!Qué ganas tengo de comerme un chico…!” Una amenaza dirigida por el glotón a los niños que supuestamente se portan mal.
Su primera aparición
Edgardo Félix “Cacho” Carricart es una especie de libro abierto de los distintos hechos del Club Centro Vasco Necochea, que desde hace muchos años cobija a Gargantúa.
Carricart recordó que la primera aparición de esta caricatura intimidante en Necochea se produjo a fines de julio de 1958, coincidente con los festejos vascos de ese mes.
El gigante fue prestado por el Centro Vasco de Mar del Plata, ciudad hasta que la fue a buscar don Antonio Iriberri, tío abuelo del empresario Juan Leoncio Iriberri, actual vicepresidente de la cooperadora del Hospital Municipal.
El viaje por la ruta 88 de la enorme estructura obligó a todo un operativo, ya que se lo colocó sobre un acoplado que era tirado por un camión. Y junto a Gargantúa viajó un vasco de apellido Gorritxu, quien hacía la voz del gigante a través de un amplificador.
Sin embargo, Gorritxu tuvo un percance que no lo dejaría cumplir su labor: en el almuerzo tomó demás, y embriagado se excedió en sus frases con palabras de alto tono, debiendo ser reemplazado por Diego Zubillaga. Para colmo en un tramo del desfile empezó a llover.
El accidentado paso tuvo lugar por calles del centro y por la altura de Gargantúa, en cada esquina dos personas debían subir los cables con horquetas de madera para que pudiera pasar la figura.
Producción propia
La presentación de Gargantúa generó la aprobación de la comunidad del Centro Vasco y pronto llegó el entusiasmo para confeccionar el muñeco gigante propio, tarea de la que se encargó el “mago” Martínez Lertxundi, un excelente pintor y práctico a la hora de trabajar con figuras de yeso. Junto a él confeccionaron la cabeza del mítico muñeco sus hijos, los conocidos vecinos Osvaldo y Roberto Martínez Lecumberri.
Con el paso de los años la estructura se fue deteriorando, con tantos armados y desarmes en el camino, y Gargantúa volvió a renacer, esta vez bajo la creación del artista plástico “Pipo” Berrier, que lo confeccionó en fibra de vidrio y pegamento.
La estructura mide más de cuatro metros de altura y cada vez que protagoniza desfiles requiere, además de quienes se dedican a su armado y traslado, de media docena de personas entre quienes reciben en lo alto a los niños que se animan a ingresar en la boca del aldeano Gargantúa (está sentado a una mesa comiendo con tenedor y cuchillo), los que ya en el interior del cuerpo del gigante mediante sogas mueven su boca, quienes cuidan el deslizamiento de los chicos por el tobogán interior y el encargado de la gutural voz del muñeco, tarea que en varias ocasiones cumpliera el recientemente fallecido exsenador provincial, Carlos Bilbao.
Las piezas gigantes que constituyen Gargantúa descansan hoy desarmadas en algún rincón de la sede de Centro Vasco, en 58 y 65, hasta cuando sea invitado a salir a la calle para seguir asustando y divirtiendo a los pequeños.
Basado en una novela francesa
El Gargantúa (también conocido como tragantúa, tragachicos o tragaldabas) es una figura de un gigante enorme y caricaturesca que se suele sacar a la calle en días de fiestas populares del País Vasco (España), habitual de las fiestas de las localidades como Vitoria, donde ya está documentado en 1923. Los niños se meten por su boca y, a través de un tobogán, salen por la parte trasera del gigante.
Su aparición está basada en las novelas de “Gargantúa y Pantagruel”, de origen francés. Según José María Busca Isusi, guipuzcoano, el gargantúa era hijo de dos gigantes, llamados Grandgoussier y Gagamelle, hija de un rey salvaje. El hijo, al nacer salió de la oreja izquierda de su madre, tenía el tamaño de una ternera y pesaba varias toneladas.
Tuvieron que construirle una enorme cuna. De comer le daban terneras y vacas a montones. Al final, sus padres, en vez de en carrito, decidieron llevarlo montado en un carro arrastrado por bueyes.
La denominación varía, es llamado Gargantúa además de en Bilbao en Vitoria, Llodio, Mar del Plata y Necochea; Tragantúa en Logroño; Tragachicos en Zaragoza y Borja; y Tragaldabas en Valladolid, Palencia y Alcalá de Henares.///