La huella digital, una puerta abierta a los delincuentes
En los primeros cinco meses del año en la jurisdicción del Departamento Judicial de Necochea se iniciaron más de 150 causas por delitos cometidos mediante dispositivos electrónicos
En los últimos días los robos parecen haberse multiplicado en distintos barrios de nuestra ciudad: arrebatos, asaltos, hurtos… La gente no se siente segura en las calles… pero tampoco en sus propias casas y ni siquiera en el mundo virtual.
A pesar de que la virtualidad parecía hasta hace poco algo propio del futuro y la ficción, desde la pandemia gran parte de nuestras actividades se desarrollan de manera digital. No sólo el trabajo y los estudios. La gente evita ir al banco y para ello depende de Internet. También gran parte de sus compras se realizan a través de la red.
Por ello, hoy no sólo debemos preservar de los delincuentes nuestra persona física, también debemos cuidar nuestra identidad digital.
Según un artículo publicado por Ecos Diarios en mayo, hasta ese mes se habían iniciado en Necochea unas 155 causas judiciales por delitos cometidos mediante engaños y robo de datos utilizando Internet y dispositivos electrónicos.
Pero mantenerse seguro en el mundo virtual es casi imposible teniendo en cuenta que no hemos sido educados para el mundo virtual y muchas personas aún no son conscientes de su “huella digital”.
¿Qué es la huella digital?
La huella digital es el rastro que se deja al navegar en Internet. Cada vez que alguien hace un “clic” o da un “me gusta” en las redes sociales, o cuando usa una aplicación desde su celular o computadora, deja información personal.
Los datos que genera esa actividad en la Internet crean lo que se llama “huella digital”.
¿Qué tipo de datos componen nuestra huella digital?
Datos públicos: son los datos de la obra social, CUIT o CUIL, declaraciones de impuestos, domicilios en las facturas de servicios, resúmenes de tarjetas de crédito, cargos, becas, resultados de sorteos, resoluciones judiciales.
Datos publicados por otros: son fotos, posteos de amigos, familiares, clubes o espacios de pertenencia en redes sociales.
Datos que genera el propio usuario: son posteos, comentarios, fotos en redes sociales y foros. Formularios que completó, contenidos que compartió en plataformas como su currículum, perfiles en redes de contactos u otros contenidos como listas de reproducción y videos favoritos.
Ahora, ¿para qué se usan los datos recopilados de nuestra huella digital? Las empresas usan los datos de las huellas digitales para crear «perfiles» de usuarios y brindar una experiencia cada vez más personalizada.
Esta tecnología es tan eficiente que hace que el usuario tenga la sensación de que su dispositivo móvil escucha lo que está hablado o incluso lee sus pensamientos al mostrar publicidad de cosas que se han buscado con anterioridad o que simplemente quedan en evidencia para la inteligencia artificial que accede a la huella digital.
La tecnología para crear perfiles de los usuarios de Internet se ha vuelto cada vez más sofisticada y pocos usuarios se dan cuenta del valor de sus huellas digitales.
Mejor que curar…
Hay que tener en cuenta que no sólo las empresas tienen acceso a estos datos para mostrarnos publicidad, gran parte de nuestra huella digital es pública y cualquier persona puede acceder a ella.
Un delincuente puede recopilar muchos datos de potenciales víctimas, desde una dirección de correo electrónico hasta un número de teléfono, el nombre de la mascota o el lugar de residencia de la persona observada.
Ante la cantidad de ciberdelitos que se registran en la región, algunos municipios han intentado tomar cartas en el asunto. El jueves pasado en Lobería se realizó una jornada de prevención de delitos virtuales.
Se realizó en el CIC de la vecina localidad y brindó información a los vecinos sobre los cuidados para prevenir este tipo de delitos. La charla fue organizada por la Dirección de Protección Ciudadana y la Subdelegación de Investigaciones de Lobería
Las redes sociales, e Internet en general, tienen cientos de ventajas, pero también tienen sus peligros para los usuarios. Tener cuidado con lo que se publica en Internet es esencial para mantenerse seguros y que otros no se apoderen de información que no deberían tener bajo ningún concepto.
Aunque cada quien puede hacer lo que quiera con sus datos personales y sus redes sociales, determinadas cosas se deben evitar compartir en Internet para que la privacidad no se vea comprometida.
Pero, ¿qué cosas no hay que compartir?
Primero y aunque parezca extremo, no hay que compartir el email por dos razones fundamentales. La primera, los correos maliciosos que pueden infectar un dispositivo móvil y luego robar información personal; la segunda, porque lo más probable es que su bandeja de entrada se convierta en un almacén de correos de ‘spam’ o de cosas que no le interesan lo más mínimo.
Es más, lo ideal es crear un correo electrónico para los registros en las redes sociales, de manera que si dicho correo se vuelve público por lo que sea, no afecte al resto de su comunicación
Con el número de teléfono pasa igual que con el correo electrónico: como se publique en Internet, lo más normal será que reciba llamadas continuamente que no le interesen.
Lo mejor que puede hacer antes de dar su número de teléfono en aquellos sitios que lo pidan (ciertos registros en webs, determinados formularios, etc.) es asegurarse de que sea totalmente necesario.
Sabemos que la mayoría de las redes sociales permiten compartir la ubicación cuando se publica un texto o una fotografía (Facebook, Instagram o Twitter lo dejan), pero hay que tener mucho cuidado con esta función.
Los delincuentes pueden utilizar esta información para saber dónde está la potencial víctima. En Necochea se han registrado varios robos a personas que han publicado en sus redes sociales fotos de sus viajes o salidas y al volver a sus casas se han encontrado con que les han robado.
Otra información extremadamente delicada que se debe evitar compartir en las redes sociales son las fotos de menores. Muchos padres piensan que no pasa nada por subir una fotografía de su hijo a Facebook para que todo el mundo vea lo lindo que es o lo contento que está de tenerlo, pero esto puede ser un peligro para la integridad física y moral del niño.
La pedoficia es algo, por desgracia, que se sigue dando con relativa frecuencia hoy en día.
Por otra parte, todos hemos subido alguna vez una fotografía saliendo de fiesta o haciendo alguna broma. Aunque puede ser gracioso de ver o incluso un lindo recuerdo, no es algo que debamos hacer, ya que puede hacer que nos veamos como quien no somos y que perdamos, incluso, credibilidad en determinadas circunstancias (por ejemplo, si alguna empresa da con el perfil donde está la imagen en cuestión).
Todos nos hemos encontrado alguna vez con un compañero pesado, un jefe demasiado estricto o algún otro tipo de situación en el trabajo que no nos ha agradado lo más mínimo. Lo normal en estos casos es quejarse, pero para evitar problemas mayores no hay que hacerlo por las redes sociales. De una forma u otra – si es que ya no lo han hecho – pueden encontrar ese comentario y eso puede generar más conflictos.
En algunas redes sociales es común ver currículums de personas que desesperadas por encontrar trabajo no toman conciencia de que este es un documento privado, con mucha información personal, desde el número de DNI a el teléfono y el email.
Los documentos privados son privados por algo.
Es común también ver gente que encuentra documentos en la vía pública, los fotografía y los publica en las redes sociales pensando que de esta manera están ayudando a quien lo perdió, pero un archivo de este tipo incluye datos extremadamente delicados.///
¿Qué es la ingeniería social?
En seguridad informática, se denomina ingeniería social a las técnicas de manipulación psicológica que usan los ciberdelincuentes para tenderles trampas a los internautas.
La ingeniería social es el arte del engaño.
El objetivo puede ser diverso, desde obtener información hasta realizar fraudes o acceder de manera ilegítima a ciertos documentos.
Para lograrlo, los estafadores se valen de una serie de métodos y herramientas con las que buscan confundir al usuario.
El principio de simpatía utilizado por los ciberdelincuentes también es empleado por el malviviente que llama por teléfono para cometer un secuestro virtual, decirle a la víctima que se ha ganado un premio millonario o ha sido beneficiado con un bono del gobierno.
Uno de los recursos del denominado “principio de simpatía” es la información que hay publicada en la web sobre las potenciales víctimas, es decir, cualquier persona.
Los estafadores pueden recopilar muchos datos, desde una dirección de correo electrónico hasta un número de teléfono, el nombre de la mascota o el lugar de residencia de la persona observada.
Además, los hackers observan lo que las personas publican y después usan esa información a su favor.
Conseguir datos puede ser más sencillo de lo que muchos piensan. Para comprobarlo solo hay que buscar nuestro nombre en cualquier buscador o red social. Allí cualquier persona descubrirá que datos tan delicados como su número de documento o CUIT son accesibles.
La manipulación viene después: los hackers o estafadores usan esa información para hacerse pasar por una persona de confianza y tender trampas a las potenciales víctimas.
“El principio de simpatía, también traducido como de afición, gusto o atracción, nos señala algo que a primera vista puede parecer simple: estamos más predispuestos a dejarnos influir por personas que nos agradan, y menos por personas que nos producen rechazo”, explicó tiempo atrás el psicólogo y escritor estadounidense Robert Cialdini, quien escribió en 1984 «Influencia: la psicología de la persuasión» y de esta manera definió los principios que hoy utilizan los estafadores.///