La incertidumbre en uno de los sectores más afectados por la pandemia
En las últimas cuatro décadas la ciudad perdió 100 establecimientos hoteleros. Llegó a tener 180 entre las décadas del 60 y 70. La pandemia, la crisis económica y los cambios de hábitos de los turistas generan grandes incógnitas en la hotelería
Entre los distintos factores que Necochea perdiera competitividad ante otros balnearios de la Costa Atlántica en los últimos 40 años, se indica que uno de los factores podría ser que la ciudad no cuenta con hotelería de 5 estrellas, lo que impide atraer a determinado perfil de turista.
Sin embargo, los números fríos de las estadísticas indican otra cosa. Sólo un dato demuestra que la hotelería no parece un negocio rentable en la ciudad: en las últimas cuatro décadas se cerraron más de cien establecimientos hoteleros.
Las constantes crisis económicas, los cambios de paradigma del sector turístico, también la modificación de los hábitos de la sociedad, la aparición de otro tipo de servicios de alojamiento, muchos han sido los factores que han incidido en la desaparición de miles de plazas hoteleras.
Un simple dato estadístico, en la época de esplendor de la hotelería la ciudad no tenía la cantidad de edificios de departamentos, campings, cabañas ni hostels que tiene en la actualidad.
Según datos aportados por la Asociación de Hoteles de Necochea y Quequén, “según datos de catastro de 1896, Necochea tenía cuatro hoteles ubicados en el centro de la ciudad y cuatro en la zona balnearia”.
De esa fuente, en la zona céntrica funcionaban a fines del Siglo XIX el Liverpool, el Gran Hotel de la Amistad, el Vasconia y el España.
Mientras que en la zona balnearia se hallaban el hotel La Perla de San Sebastián, Victoria, Playa y Necochea.
En aquella época la zona en la que hoy se encuentra la Villa Díaz Vélez estaba cubierta de médanos y cualquier emprendimiento hotelero o turístico parecía una tarea imposible. El periodista español Antonio Noguera escribió en “Necochea, su historia, progreso y porvenir”, el primer libro sobre la historia de la ciudad que se conoce, la titánica labor del hombre que soñó con levantar el primer hotel en esa zona inhóspita.
En el librito publicado en 1888 Noguera apodaba “el loco de la costa” a don Julián Azúa, el propietario del hotel que más tarde se denominaría La Perla de San Sebastián.
“Este hombre, con su capital y energía propias de la raza vascongada a que pertenece, se propuso llevar a cabo, hace como cuatro años (1884), la empresa más temeraria que hasta hoy se haya concebido. ¿Quién era capaz de pensar en esa época, que pudiese mantenerse firme un edificio en la costa del Atlántico? ¿Con qué objeto?… Para baños, decía Azúa y los que lo veían afanoso y entusiasta, huían porque aquello era una locura; pero cuántas más decepciones recibía, más empeño demostraba y cuando más lo abandonaba, más fuerte se sentía”.
De acuerdo al periodista, la empresa parecía imposible. Pero para cuando se publicó el libro, Azúa había levantado su hotel y su balneario. “Hoy día es el paraje más concurrido, no sólo por los del pueblo, sino que de año en año ha ido aumentado el número de bañistas extranjeros que han quedado completamente encantados de esa mansión saludable y poética, que les ha proporcionado los más felices momentos de tranquilidad y bienestar”, describe el libro.
En pleno desarrollo
A fines de 1929 el Ferrocarril Sud publicó una guía de los “balnearios del sud” en la que se detallan los servicios turísticos ofrecidos por Mar del Plata, Miramar, Necochea y Quequén.
Según aquella publicación, en la ciudad funcionaban entonces trece hoteles.
Sobre la playa se encontraba el Hotel Necochea, propiedad de Luis Valicelli. En el balneario también funcionaba el Hotel París, que era de Fermín Roqués.
Además, el Hotel Playa, de Javier Chanois y el Royal, de Eduardo Grilli. Frente a la rambla se encontraba el Hotel Atlántico, de Dionisio Baldizzone.
Una publicidad promociona a este último hotel como “confortable establecimiento recientemente construido, ideal para familias”.
El edificio se encontraba frente a cien metros de la playa, frente a la rambla. Contaba con 100 habitaciones y “amplios departamentos completamente independientes de dos habitaciones y cuarto de baño con instalación de agua caliente y fría”.
Además contaba con una orquesta permanente, salón de fiestas, bar, billares y otras distracciones.
En el centro de la ciudad se encontraba el Hotel Vasconia, de Fermín Galparsoro, ubicado en avenida Alsina y Sadi Carnot (hoy 59 y 66).
El Liverpool Hotel, de Fernández y Faydella, se encontraba ubicado en avenida Alsina y 25 de mayo.
El Gran Hotel, de Ramón Galparsoro, se encontraba ubicado en Alsina y Gonzales Chaves, mientras que el Gran Hotel España, propiedad de Zubillaga y Zubigaray, se hallaba en 63 y 64.
El Hotel Progreso, de Avend Averhopf, se encontraba en Belgrano y Moreno y La Aurora, de Eliseo López, frente a la Estación de Trenes.
De esos hoteles no quedó ninguno. Todos fueron borrados por el progreso de la ciudad y cayeron bajo la piqueta. Fue el caso del imponente Hotel España.
Según una publicación de 1930, estaba “dotado de instalaciones modernas, cuenta con 33 habitaciones bien amuebladas y un salón comedor con capacidad para más de 120 comensales”.
El Vasconia, de 59 y 66, que había sido diseñado por el arquitecto ruso Salamandekov también fue destruido y aún hoy el lugar donde se encontraba es un terreno baldío.
El próximo verano
La mejor época de nuestro balneario fueron las décadas de 1960 y 1970, cuando el número de hoteles llegó a 180.
En el año 1980 la ciudad tenía 12.000 plazas. Por distintas circunstancias se fueron perdiendo hoteles y en la década del ‘90 ya había 120 establecimientos.
Para 2020 la disminución de las plazas hoteleras había sido notable: 76 establecimientos, más los complejos de campings y cabañas. Y después llegó la pandemia.
Para ese momento muchos establecimientos ya habían cambiado de rubro y se transformaron en geriátricos, juzgados, oficinas o edificios de departamentos.
Pero la llegada del Covid 19 fue desastrosa para la actividad. Los hoteles tuvieron que cerrar sus puertas durante casi 9 meses. Muchos no volvieron a abrir.
Si bien en la temporada pasada hubo diez establecimientos que no volvieron a abrir, este año volvió a la actividad uno de los hoteles más tradicionales de la Villa Díaz Vélez, ubicado en 6 y 85, y también retomará una hostería de la calle 4.
Sin embargo, se prevé que otros tres establecimientos dejarán de funcionar. El verano pasado ya no había funcionado el único hotel de la ciudad de la avenida 2.
La post pandemia y la crisis económica generan grandes incertidumbres en el sector hotelero, tal vez el más afectado por las medidas extremas del gobierno nacional durante 2020.///