La increíble historia de la 361 del ránking que es semifinalista en París
Lois Boisson bajó a otra top ten y está entre las cuatro mejores en su primer Roland Garros.
La francesa Lois Boisson, número 361 del mundo, prosigue su gesta en París al convertirse en la semifinalista de ránking más bajo en 40 años, tras derrotar a la rusa Mirra Andreeva (6) por 7-6 (6) y 6-3.
Entre lágrimas, las primeras que deja ver en el torneo, la francesa se dejó caer al suelo nada más marcar el punto de partido.
“Estoy viviendo algo indescriptible. Con todos los momentos difíciles que viví el año pasado, tuve a mi equipo apoyándome y gracias a eso podemos estar ahora aquí”, dijo la jugadora, que el año pasado tuvo que ausentarse de Roland Garros por una lesión.
“Estaba tan tensa que no le pegaba bien. He luchado mucho, el primer set ha sido muy intenso, en el segundo he empezado muy mal, pero he podido recuperarme”, agregó.
La francesa, que afrontó el duelo después de derrotar a la número 3 del mundo, la estadounidense Jessica Pegula, no se vio impresionada por la talla de su gesta.
Dotada de un poderoso golpe de derecha y de una fuerte personalidad que le hace afrontar con sencillez los momentos que está viviendo, a sus 22 años en su primera participación en un Grand Slam, Boisson se benefició del apoyo del público, que acabó por desquiciar a la rival.
Pero eso no merma la grandeza de su hazaña. La francesa, nacida en Dijon, no había participado en un torneo importante hasta este año porque las lesiones habían retrasado su progresión.
Su determinación es total y es ya la primera francesa en alcanzar las semifinales en París desde Marion Bartoli en 2011 y la más joven en hacerlo en un Grand Slam desde Amélie Mauresmo en Wimbledon 1999.
Se convierte en la tercera jugadora en alcanzar las semifinales de un Gran Slam en su primera participación, tras Mónica Seles y Jenifer Captriati, ambas en Roland Garros de 1989.
La francesa se sobrepuso al empuje de una de las más prometedoras tenistas del momento, Andreeva, que buscaba repetir semifinales en París a sus 18 años, algo que nadie había conseguido ten joven desde Martina Hingis en 1989.
La rusa llegó a París tras completar una gran temporada en polvo de ladrillo, con cuartos de final en Madrid y Roma, pero no pudo contener el flujo tenístico de Boisson.
La francesa se medirá por un puesto en la final de París contra la estadounidense Coco Gauff, que derrotó a su compatriota Madison Keys por 6-7 (6), 6-4 y 6-1 para acceder a sus terceras semifinales en el torneo, en las que buscará su segunda final.
La historia de Boisson
Lois Boisson se paseaba, anónima, por las pistas de Roland Garros hasta hace unos días. Su rostro serio, cortante, afilado, y sus cejas apretadas traducen bien su personalidad, la de una autoexigente joven que admira a Rafael Nadal y que tiene muchos puntos en común con el español.
Ella, acostumbrada a bregar con problemas en el hombro derecho, que la alejó durante meses de las canchas y la obligó a cambiar su forma de pegarle a la bola, se dejó la piel en el gimnasio para superar la lesión y, cuando la dominó, se hizo un tatuaje en el mismo: Resiliencia.
Pero la vida le puso más pruebas. El año pasado, en el mejor momento de su carrera, cuando ya tenía la invitación de los organizadores en el bolsillo y soñaba con pasear su potente derecha en la arcilla parisiense, una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha dos semanas antes del inicio de la competición la postraba en el sofá de su casa a ver por televisión el torneo de sus sueños.
Lo mismo que le sucedió a Nadal en 2004, cuando apuntaba ya maneras de campeón y se vio privado del Grand Slam de polvo de ladrillo por una lesión.
Como su ídolo, Boisson no dejó de trabajar, de superar etapas para regresar a Roland Garros, para pisar la tierra de sus sueños, la de su admirado Rafa.
Con un profesionalismo que su equipo define como “extraordinario”, hasta el punto de que su representante asegura: “Es tan exigente consigo misma que no soporta la mediocridad”.
Hija del exjugador de básquetbol del Asvel Yann Boisson, comenzó a jugar al tenis con ocho años. Sus preparadores siempre vieron en ella una calidad excepcional de su golpe de derecha, pero las lesiones fueron un freno a toda su carrera.
Con la confianza por las nubes, Boisson recupera ahora su carácter competitivo y convierte el sueño de hadas que está viviendo en un escalón más de su carrera.
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