La inteligencia artificial empieza a transformar el trabajo cotidiano
Profesionales y trabajadores de oficios suman herramientas para agilizar tareas
Lejos de ser una tecnología exclusiva de grandes empresas o expertos en informática, la inteligencia artificial (IA) comienza a ocupar un espacio creciente en las tareas cotidianas de trabajadores de distintas profesiones y oficios. Médicos, maestros mayores de obras, docentes y hasta pequeños comerciantes ya incorporaron herramientas basadas en IA para ahorrar tiempo, optimizar recursos y ofrecer mejores servicios.
Un ejemplo claro se da en el ámbito de la salud. Sofía, médica clínica, utiliza un programa que transcribe y organiza automáticamente las consultas médicas a partir de grabaciones de voz. De este modo, ha logrado reducir notablemente el tiempo que antes dedicaba a la redacción manual de historias clínicas.
En el sector de la construcción, la tecnología también marca presencia. Carlos, maestro mayor de obras, emplea una aplicación que genera diseños de planos preliminares a partir de datos básicos y fotografías del terreno. La herramienta no reemplaza su intervención profesional, pero facilita el trabajo inicial de proyección.
El comercio minorista no queda al margen. Martina, quien administra una panadería de barrio, comenzó a utilizar un sistema de IA que analiza las preferencias de sus clientes y le sugiere nuevas recetas o variantes de productos. Esto le permite innovar en su oferta, adaptándose mejor a los gustos del mercado.
La educación, por su parte, también encuentra beneficios. Gabriel, profesor de Historia en una escuela secundaria, se apoya en plataformas que generan cuestionarios y ejercicios de evaluación en función de los temas que dicta. Así, puede dedicar más tiempo a la preparación de clases y al acompañamiento personalizado de sus alumnos.
Incluso en actividades más tradicionales la inteligencia artificial ofrece soluciones prácticas. Susana, peluquera, utiliza una aplicación que proyecta en imágenes distintas opciones de cortes y peinados sobre una foto del cliente. Esta posibilidad visual facilita la toma de decisiones y mejora la satisfacción de los usuarios.
Sin embargo, el avance de estas herramientas no está exento de desafíos. Muchos trabajadores deben capacitarse para utilizarlas correctamente y adaptarlas a las necesidades reales de sus oficios. La tecnología, aunque potente, no reemplaza la experiencia ni el criterio humano: se presenta como un complemento y no como un sustituto.
La democratización de la inteligencia artificial, con aplicaciones de uso sencillo y accesibles económicamente, abre la puerta para que cada vez más sectores puedan aprovechar sus beneficios. Perder el miedo y animarse a incorporar nuevas herramientas será clave para enfrentar los cambios que ya empiezan a delinear el futuro del trabajo.///
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