“La ley está hecha para que el celíaco se vea como un enfermo crónico”
Aseguró Eduardo Cueto Rúa, el gastroenterólogo infantil considerado fundador de la Asociación Celíaca Argentina
Por Ian Larsen – Redacción
“Uno cuando se hace pediatra lo hace porque se imagina el futuro del niño; porque ve a un nene que nace con el pie doblado y se lo imagina futbolista, o bailarina a la nena que le duele la rodilla. Por eso yo no puedo imaginarme a los chicos celíacos que atiendo sintiéndose enfermos crónicos en el futuro porque no pueden comer una torta negra”, terminó diciendo Eduardo Cueto Rúa en la charla con Ecos Diarios.
Sin duda, en esa reflexión resumió una forma de pensar y de ejercer su profesión que lo ha hecho una de las personalidades de la medicina más reconocidas del país en los últimos años.
El médico gastroenterólogo infantil, fundador de la Asociación Celíaca Argentina, llegó a la ciudad de Necochea para brindar una más de sus charlas en el primer fin de semana de septiembre. En ese contexto, contó que sus comienzos en el estudio de la celiaquía tuvieron lugar, en 1972, escuchando al Dr. Horacio Toccalino en el Hospital de niños de La Plata, con quien luego tuvo el privilegio de trabajar y aprender a sospechar de ciertos síntomas.
En primera mediada, se refirió a los principios de los diagnósticos, cuando se relacionaba a la celiaquía con la pobreza y la desnutrición, y señaló que por mucho tiempo las madres se preocuparon por la pobreza de sus hijos pero mucho más aun cuando se enteraban que estaba enfermo. Desde esa base, Cueto Rúa jamás consideró al celíaco como una persona enferma.
“La mentira de la leche y el pan”
El médico consideró que en la Argentina, como en otros países, se tiene una nutrición incorrecta porque “hemos incorporado en la historia de la humanidad dos alimentos nuevos: el pan y la leche”. “Los dos traen varios problemas: el pan obesidad y la leche osteoporosis y dislipemia”, aseguró.
“Nosotros, los humanos de la tierra, no tenemos el cuerpo hecho para digerir el gluten. El gluten lo está comiendo el hombre hace solamente 8.000 años porque alguien lo elabora por nosotros. Más puedo decir que en el cuerpo tenemos quitinasa, que es la enzima que disuelve la quitina que cubre a los insectos. ¿Esto qué significa? Que tenemos capacidad para disolver una cucaracha pero no el pan”, indicó Cueto Rúa.
El gastroenterólogo indicó que el trigo (y por consecuencia el pan) es un alimento “absolutamente nuevo” en la historia de la humanidad y que, además, ahora “no tenemos una espiga o dos como hace miles de años” sino que “tenemos trigo hasta el horizonte”. “Trabajar la tierra para cultivar trigo fue lo que creó las comunidades y las ciudades pero no es natural que el hombre lo consuma de esta manera. Lo mismo con la leche, no es normal ni natural tomar leche todos los días. Es todo una mentira. Antes nadie salía a la mañana a taclear una vaca para sacarle leche, pero ahora tenemos a alguien que hace todo ese proceso y a una publicidad con un médico pago que nos hace creer que es natural y bueno”, explicó.
Cueto Rúa usó como ejemplo, para explicar la antinaturalidad del consumo de pan, una comparación con el consumo diario de almejas por persona. “¿Qué pasaría si alguien comiera almejas en el desayuno, en el almuerzo, en la cena y hasta con el mate a mitad de tarde? ¿Qué enfermedad podría aparecer?, no se sabe, es que eso no es lo normal, y menos que consideremos a la almeja como el cuerpo de Cristo. Es una locura a lo que hemos llegado con el tema del pan”, dijo riendo.
El mercado de la harina premezcla
Cueto Rúa mostró estar en total desacuerdo con la elaboración de harinas premezcla para celíacos y más aun con que éstas sean cubiertas por las obras sociales. “Se hacen notas periodísticas de terror cuando muere un niño desnutrido pero no se hace ninguna cuando muere un tipo de cuarenta por estar obeso por consumir el almidón. Por eso no estoy a favor de las harinas premezclas, porque es lo mismo que la otra que nos hace mal y encima te la meten en la obra social para que todos te tomen como enfermo. Parece un beneficio pero es un estigma”, sentenció.
“Te pagan la harina para que hagas culo (sic) y no te entre la ropa. Seis kilos te pagan…para matarte. Son $350 por mes, $4200 por año, entonces para la obra social sos un enfermo crónico porque le salís más caro que una persona promedio. Todo para comer harinas, que es un veneno. No hay que caer en la trampa”, aseguró.
Además, consideró que “la obra social no puede avalar el robo” de los precios “exagerados” del mercado. “A mí me consta que de costo una harina panificable para celíacos era de seis pesos y la empresa la vendía a 14 por la inversión y que el supermercado la debía vender a 18. ¿qué pasó? El supermercado la puso a 40 para ganar más. Yo les digo a mis pacientes que para eso empujen la comida con el dedo o con una batata, porque es un asalto y no podés ir a pasarle la boleta a la obra social porque, como yo no necesito el vino, el celíaco no necesita la harina premezcla”, aseguró.
“El 87% se siente sano”
Por otro lado, contó que actualmente hay 3.500 celíacos en La Plata y unos 37.000 diagnósticos en la Argentina que, según las encuestas que ha realizado Cueto Rua desde la Asociación, el 87% del total se sienten sanos. “El tema es que los que hablan por los celíacos son los que están dentro del 13% restante y al que se escucha es al que se queja, al insatisfecho. Entonces la ley se hace para esa minoría que quiere que todos los celíacos sean enfermos como él”, puntualizó.
Entre los más de 500 celíacos que han pasado por Cueto Rúa, ha habido jugadores de rugby (incluso de Los Pumas), domadores de potros, otros que nadan a mar abierto y jugadoras de Las Leonas, entre muchos otros. “Toda esta gente, cuando le hablás de que son enfermos, se te quedan mirando y pensando que estás loco”, aseguró.
El diagnóstico
También explicó que el diagnóstico ha cambiado totalmente en los últimos años y que los miembros de la Asociación, desde La Plata, han sido parte de la historia de ese cambio. “Hace cuarenta años fundé la Asociación Celíaca Argentina para que los chicos que tienen hoy cuarenta años se sientan sanos. Yo me imaginé el día de mi muerte con los celíacos integrados al mundo como personas sanas; no un mundo con un grupo tratando de parecer enfermos incurables para que le den harina gratis. Que un padre me diga que su hijo celíaco es un enfermo incurable, para mí es una puñalada”, afirmó.
“Toda la gente que me pide certificado a mí, es gente pudiente, el croto (sic) me dice ‘no, doctor, no quiero que a mi hijo lo marquen como enfermo crónico, quiero que pueda trabajar’. Yo no puedo decirle al celíaco que es un enfermo para que se vaya llorando y después cobrarle para calmarlo, aunque hay gente que me lo ha querido hacer creer”.
Finalmente, señaló que le gustaría que el dinero que las obras sociales le da a los chicos para comprar harina y “darles una mala calidad de vida” se utilice para hacer el examen de celiaquía a los cuatro años de edad y repetirlo a los doce y a los veinticinco.///