La particular historia de “la casa de piedra” de Necochea
Desde una familia que “enumeraba” a sus hijos, hasta un cuento del Gato Peters y el abandono de una construcción antiquísima
Por Ian Larsen – Redacción
Conocida como “la casa de piedra” por el material con el que fue levantada la mayor parte de ella, la construcción situada en la zona de 123, entre 74 y 82, en la ciudad de Necochea, es una de las más antiguas del distrito, ya que data de principios del 1900 e incluso hay quienes afirman que fue construida originalmente allá por 1860.
La casa, además de ser un lugar de exploración para algún curioso que pasa por el lugar, ha sido escenario de varios trabajos artísticos de poca trascendencia y escena de alguna que otra leyenda urbana. Sin embargo, su principal fortaleza, más allá de sus paredes de 60 centímetros de ancho, es su gran historia.
Hijos enumerados
Recopilando parte de esa amplia historia de la edificación, nos podemos encontrar con Ketty Benetton, de 86 años, quien cuenta que sus abuelos, Luis Benetton y Águeda Mestriner, llegaron en 1909 desde un pueblito llamado Ponzano, en Treviso, Italia, y que vivieron en ese lugar al que se conoce como la casa de piedra. “Vinieron con seis hijos. Mi papá era el sexto, y todos tenían número: Primo, Segundo, Tercero y así hasta mi papá, que era Sexto Cándido. Después, acá en la Argentina nacieron tres más: Séptimo, Octavo y Rosa Novena”, contó Ketty, que visitó 12 veces el pueblo de Italia en el que vivieron sus abuelos, tíos y en el que nació su padre antes de emigrar.
Además, explicó que por haber conocido personalmente aquel pueblo, puede saber que la casa de piedra era nada más ni nada menos que “una réplica” de la casa en la que había nacido su padre, porque fue el mismo Luis Benetton quien terminó de construirla cuando llegó a Necochea. “No puedo saber si la casa estaba habitada antes de eso. Mi padre siempre me contaba, pero era chica y no le prestaba atención”, señaló Ketty Benetton, que nació en 1935 y hace dos días atrás estuvo conmemorando el aniversario de la muerte de su padre, que partió un 16 de septiembre de 1977.
“En agosto, un mes antes de que muera y estando ya muy enfermo, lo llevé a la casa de piedra y me siguió contando historias de ese lugar y de la higuera que está ahí”, contó Ketty, que a pesar de sus 86 años tiene una espléndida memoria.

El monte
Junto a la casa de piedra hay un monte, que según cuenta Blanca Tomassini (84), fue plantado por su padre luego de casarse con Laura Agostini, en 1918, y mudarse a la casa que, por aquel entonces, pertenecía a Víctor Voghera, presidente de la Cooperativa de Agricultores Federados. “Mi papá era quintero, así que sembró todos los frutales que había y el monte”, recordó Blanca Tomassini, quien asegura que lo que se observa en el lugar no es la casa en sí misma sino el galpón donde se ponían las bolsas. “La casa estaba al lado. Cuando mi papá en 1983 cumplió 90 años, estábamos todos los hijos vivos, y fuimos toda la familia a ver la famosa casa de piedra. Ahí mi mamá nos explicó dónde estaba la casa, dónde iba a buscar el agua y cómo se vivía en esa época”, afirmó.
También aseguró que fue el padre de Víctor Voghera quien trajo las piedras desde Las Grutas con caballos y una chata, para construirla originalmente.
A un cuento de humor
Por otro lado, el conocido músico y exdirector de Cultura necochense, Gustavo Sunino, también tiene en su familia parte de esa historia, porque su bisabuelo por parte de madre, de apellido Borneo, vivió un tiempo allí. Incluso tenía un pozo con conejos, porque vendía su carne, como así también verduras. Ese pozo sigue existiendo hasta el día de hoy y está tapado con pastos, por lo que es un peligro para cualquiera que quiera visitar el lugar, advirtió.
“Era un lugar donde se juntaba la familia. Para mi mamá y mis tíos era costumbre siempre ir a jugar a la quinta de su abuelo. Hoy creo que es un monumento de Necochea”, afirmó Sunino, quien recuerda también que un día le contó al conocido humorista «Gato» Peters que su bisabuelo andaba en esa época repartiendo toda su mercadería con un sulqui, tirado por una yegua que se llamaba «la Morocha». El humorista tomó aquel relato para uno o dos de sus cuentos más recientes, con los que recorre el país.
Un pedacito de todos
Claramente, en tantos años de existencia, la casa de piedra ha sido parte más lejana o más cercana de muchas familias de Necochea. Por eso, en las últimas semanas en redes sociales se ha impulsado la idea de protegerla como patrimonio histórico y convertirla en algo que pueda ser visitable, aunque, como en toda propiedad privada, es algo difícil de conseguir.
Hoy se encuentra no solo rodeada por colas de zorro, campos sembrados y una cava llena de basura, sino también de mitos sobre muertes y hasta fantasmas.
Aunque la mayoría, sobre todo las nuevas generaciones, desconocen su existencia, quizá no falte mucho para que sea demolida ante el avance de la agricultura extensiva que caracteriza al sudeste bonaerense, llevándose consigo una importante parte de la historia de estas tierras que habitamos.///