La pasión del descubrimiento
Profesionales de distintas ramas de la ciencia hablan de su vocación
Cuando hablamos de científicos, quizás por una deformación que el cine nos genera en la infancia, nos imaginamos a esas personas ermitañas, de bata blanca e inventos imposibles, como el Dr. Emmett Brown en “Volver al Futuro”. Pero la realidad, como siempre, es distinta. Los científicos pueden usar bata pero no los encontramos trabajando en una máquina del tiempo sino en necesidades más cotidianas.
Nuestra ciudad cuenta con numerosos profesionales que dedican su vida a la pasión del descubrimiento y la divulgación científica. Hoy, en el Día de la Ciencia y la Técnica, en homenaje al médico y farmacéutico Bernardo Alberto Houssay, la propuesta es conocer el trabajo y la vocación que los moviliza en profesiones alejadas de las luces de la popularidad.
El antropólogo Mariano Colombo, quien nació y estudió en La Plata pero que se radicó en nuestra ciudad para desarrollar su carrera, recordó que en su infancia “siempre tuve interés en las ciencias naturales. Cuando decidí estudiar lo que más me interesaba era la antropología biológica, la evolución humana y marina. Quizás fue a partir de haber viajado por la Argentina, de chico, me gustaba la biología marina, pero para estudiar eso había que ir a Mar del Plata o Madryn, y no me decidía”.
Cuestión de gustos
Sabiendo de antemano que con su carrera “la iba a pasar mal económicamente”, agregó que “siempre mis padres me dijeron que si me gustaba que le metiera para adelante y por eso me decidí en hacer esta carrera bastante particular”.
Hoy, a sus 40 años, Colombo es investigador del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), el principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología, dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación. Finalmente se dedicó a la antropología social y su investigación está relacionada a los pueblos originarios. Sin embargo, su enfoque se relaciona más a una “investigación aplicada. No genero tantos datos científicos, sino cómo se trabaja en las instituciones públicas al respecto, generando actividades educativas. Lo que me interesa trabajar en las escuelas es que la visión de que los pueblos originarios ya no existen más es falsa. Siguen viviendo pero cambiaron su modo de vida, pero por distintas razones o la acción del Estadio nacional se han quedado afuera de esa estructura”. Además de trabajar en escuelas, otro enfoque está vinculado a los museos donde se “indaga cómo la gente se relaciona con los museos, qué esperan encontrar o qué les interesa, para poder brindarle desde los museos públicos”.
En nuestra ciudad, el trabajo científico es cobijado por el Área de museos municipal, la Estación Hidrobiológica Puerto Quequén y la sede Quequén de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
En el ADN
En la Unicen trabaja Josefina Motti, antropóloga y doctora en Ciencias Naturales. “Estudio sobre las poblaciones prehispánicas en el país, desde su diversidad biológica, social y arqueológica. Me dedico a hacer análisis de ADN en restos humanos y en personas, buscando variabilidades genéticas. La idea es conocer cómo fue el poblamiento de las distintas regiones, su dinámica y vínculos, reconstruir la historia de los nativos”, contó Motti, quién también es investigadora del Conicet.
Nacida en nuestra ciudad, Josefina recordó que desde chica “siempre me gustó la biología, pero no me decidía. Por eso seguí antropología que te permite estudiar al hombre tanto desde lo social como lo biológico. Encontré en la genética un camino en el que me sentía cómoda”.
Si bien le tocó estudiar durante la crisis del 2001, reconoció que luego, “me tocó doctorarme en el mejor momento, en 2006, con la reactivación del sistema científico en la Argentina”. Lamentó que “a partir de 2015 cayó drásticamente el presupuesto y el ingreso a las carreras. Pero ahora está repuntando”.
Soberanía tecnológica
Elmar Mikkelson, ingeniero aeronáutico nacido en nuestra ciudad y radicado en La Plata, apuntó también al respecto que para el desarrollo científico “la presencia del Estado es fundamental. Son inversiones a largo plazo. La tecnología la podés comprar afuera, pero cuando la hacés vos sabés lo que hace y cómo funciona, podés desarrollar esa tecnología. Lo mismo para la gente que estuvo vinculada en el proceso, quizás por diez años, que puede luego continuar aplicando esos conocimientos en la industria naval o en otros campos. La soberanía o la independencia tecnológica es tan importante como la soberanía alimentaria o la energética”.
A lo largo de su carrera Mikkelson ha formado parte del proceso de construcción de varios satélites, cohetes y piezas de aviones nacionales, desde la Facultad de Ingeniería de La Plata donde trabaja y da cátedra, y también en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales. “La Argentina se ha hecho un nombre en este campo porque no son muchos los países que hagan satélites. Y lo hace bien. Quizás es difícil que haya inversiones privadas, no tenemos esa gimnasia, pero andamos tan bien que Canadá o Japón utilizan instrumentos nuestros y para que eso pase tiene que haber cierta garantía”.
Hacer camino
Reconociendo el espaldarazo que fue para él ser egresado del Industrial, sobre su vocación apuntó que “no sabía bien qué iba a estudiar. Estaba entre ingeniería y medicina aunque cueste creerlo. Siempre me habían gustado los aviones desde chiquito, me metí en la aeronáutica y después tuve la suerte de relacionarme. Vas haciendo camino y la vida te lleva. Pude conocer gente que estaba en eso y te dejan meter”. Tratando de superar los vaivenes económicos de nuestro país, durante su formación y su inserción laboral, comentó que “algunos eligieron irse de Argentina, otros se quedaron y crecieron un montón. Depende mucho de las elecciones que uno hace”.
Hablando de elecciones, el antropólogo Mariano Colombo reflexionó que a la hora de elegir la ciencia, “o si te gusta lo que sea, lo importante es darle para adelante con eso. Lo ideal es trabajar de lo que te gusta, no hay muchos que lo puedan hacer. Y si le encontrás placer a tu trabajo sentís que ganás, más allá del dinero”. Y Mikkelson remarcó que los científicos “somos todos normales, hacemos nuestras vidas, quizás hay cosas que en la ronda de amigos podés hablar y otras que no. Tenemos una parte de personas normales y otra de persona especializada quizás, salvo por esa locura o pasión que le ponemos a lo que nos gusta. Creo que sin esa garra los proyectos no salen”.///