La reconstrucción del Ezcurra, 38 años de promesas y planes
Hoy se reaviva el interés por levantar un puente fundamental para apuntalar la operatoria portuaria. Mientras tanto los restos, del derrumbado, siguen esparcidos en la orilla del río
Se puede decir que desde aquella fatídica jornada del 20 de abril de 1980, cuando una de las principales inundaciones que haya sufrido el distrito lo derribó, la reconstrucción del puente Ignacio Ezcurra, en un estratégico sector del sector portuario, ha sido anhelada, gestionada y planificada decenas de veces.
La cuestión volvió a ser por estos días el principal tema de una reunión que mantuviera el intendente Facundo López con el presidente y el gerente de Consorcio de Gestión de Puerto Quequén, Arturo Rojas y Mario Goicoechea, respectivamente.
Los dirigentes intercambiaron ideas de cómo financiar el proyecto, que por ahora no tiene ni siquiera un bosquejo actualizado, y decimos nuevo proyecto, porque en el historial de estas décadas ya fue presentada al menos una idea en ese sentido.
Al compromiso conjunto que destacó en forma conjunta el trío López-Rojas-Goicoechea, se ha sumado en los últimos años las numerosas expresiones que un grupo de vecinos lleva tesoneramente adelante, entre otras cosas con una junta de unas 19.000 firmas en pos de la reconstrucción del Ezcurra.
Resulta plausible que el tema siga vigente, más que nada por todo lo que puede conllevar en materia de progreso la construcción de un nuevo puente, pero a lo largo de las últimas décadas han sido numerosas las movidas en ese sentido.
Un millón y medio de dólares
Si bien ante la caída del Ignacio Ezcurra en poco tiempo se construyó el Dardo Rocha, como una solución provisoria para unir las márgenes de Necochea, el volver a contar con el puente en el sector portuario fue un reclamo en el tiempo.
El mayor embate del derrumbe del Ezcurra se produjo en los barrios aledaños de ambas márgenes, que vieron languidecer y hasta morir la actividad comercial que tuvieran mientras el puente existiera.
Entre los proyectos que surgieran en todos estos años se recuerda el que presentaran en abril de 1996 el ingeniero Hilario Fernández Long y el arquitecto Guillermo Madero, quienes por entonces lamentaron que hubiesen pasado tantos años en reconstruirlo, aludiendo que “sólo hay que hacer la tercera parte” y destacaron que las cabeceras estaban “intactas”.
Fernández Long, quien fuera profesor emérito y rector de la Universidad de Buenos Aires y Madero, por aquellos años presidente de la Cámara Argentina de Hormigón Elaborado, sostenían que la obra demandaría 1,5 millones de dólares.
Cabe recordar que el Ignacio Ezcurra fue ensamblado sobre la vieja estructura del puente ferroviario, y que aún con errores de ingeniería, curvas, subidas y pendientes permitía la comunicación rápida entre las dos riberas.
En cuanto a su nombre, es en homenaje al periodista argentino que perdiera la vida en las calles de Saigón en los años 60, durante la guerra de Vietnam.
Promesas y promesas
Por aquél tiempo surgió el rimbombante anuncio, en visita a Necochea del ex gobernador de Buenos Aires, Rafael Romá, quien prometía la construcción de un puente ferroviario sobre las aguas del Quequén.
Los intendentes que fueron pasando a lo largo de estos años, con más o menos énfasis también gestionaron ante los gobiernos centrales el levantamiento del puente en la zona portuaria. Hubo promesas, amagues de incluirlos en el presupuesto provincial, y expresiones de buenos deseos. Más todo fue cayendo en saco roto.
Entidades intermedias de la ciudad también se ocuparon de la cuestión. Entre estas acciones se recuerda la nota que en forma conjunta le elevaran al entonces intendente Daniel Molina, en abril de 2005 el Club Rotario de Necochea, la Cámara de Actividades Portuarias y Marítimas de Necochea y Quequén, el Centro de Acopiadores de Cereales Zona Puerto Quequén, junto con la Cámara de Permisionarios y Concesionarios de Puerto Quequén y la Cámara Comercial e Industrial de Necochea y Quequén, respaldando “las gestiones que el Departamento
Ejecutivo municipal viene realizando, ante las autoridades provinciales, para la consecución de los estudios y posterior construcción de un nuevo puente sobre el Río Quequén, uniendo a Necochea y Quequén a la altura de la calle 542”.
En la oportunidad también le expresaron al jefe comunal la decisión de acompañarlo en persona a realizar tratativas para “la obtención de tan fundamental obra”.
Resultado de ese ofrecimiento, el miércoles 11 de mayo de ese año una delegación integrada por el presidente del Club Rotario de Necochea, Tomás Fuentes Benítez; Bartolomé Zubillaga, titular de la
Cámara de Actividades Portuarias y Marítimas; Alberto Bretschneider por el Centro de Acopiadores de Cereales acompañaron a Molina a una audiencia con el ministro de Infraestructura, Servicios Públicos y Vivienda,
José Sicaro, de quien recibieron nuevas promesas, en este caso de la inmediata elaboración de un anteproyecto.
Como se observa, los dirigentes proponían construir un nuevo puente pero a la altura de la avenida llamada “de las torres”, en Quequén, como continuadora de la ruta 88, precisamente un lugar que vuelve a barajarse hoy con fuerza, en caso de no reconstruirse al Ezcurra en el mismo lugar donde estuviera emplazado.
Su importancia estratégica
La ausencia de un puente en la zona portuaria ha generado inconvenientes e incomodidades para tener un más rápido acceso a dos zonas vitales como el puerto del lado de Quequén y la Villa Díaz Vélez, del lado de Necochea.
El crecimiento de la actividad portuaria y la radicación de nuevos emprendimientos en la margen n ecochense ameritan la construcción de un puente en un sector estratégico como lo es el portuario.
De acuerdo al historial expuesto en esta columna, queda claro que desde siempre se ha intentado la reconstrucción del Ezcurra o un puente que lo reemplace.
Ojalá que las nuevas iniciativas en ese sentido logren hacerlo realidad; pero en contraste a estas ansias expresadas por la actual conducción del ente portuario, los restos del puente caído en 1980 aún permanecen reposando sobre la orilla del río, al lado de lo que quedó en pie. Y el mismo Consorcio no ha puesto el mismo entusiasmo para retirar esos trozos de hormigón en todos estos años. Algo que se debería haber hecho hace mucho tiempo.