La Regional vio nacer a varias generaciones
Abrió sus puertas en 1935 y funcionó por más de ocho décadas. Hace más de un año, dejó de prestar servicios médicos y hoy sólo brinda atenciones de enfermería y kinesiología
Después 82 años de servicio, la Clínica Regional no brinda más prestaciones médicas ni de internación, lo que marca la caída que ha tenido la salud privada en nuestra ciudad a lo largo de los años. Como consecuencia, el sector público ha sufrido una gran sobrecarga, principalmente en el hospital municipal Dr. Emilio Ferreyra y, en menor medida, en el Irurzun de Quequén.
De esta manera, en el ámbito privado, actualmente sólo funciona la Clínica Cruz Azul con servicios de internación. Si bien existen institutos médicos, sólo lo hacen con consultorios externos. En el área de la psiquiatría, en cambio, también funciona el Neuropsiquiátrico, que pertenece a la Provincia, y la clínica privada José Ingenieros.
En lo que respecta a pediatría, la situación es más complicada porque en este caso no queda otra opción que ir al Hospital Ferreyra, porque la Cruz Azul no tiene guardia pediátrica, lo que significa que todos los habitantes, con obra social, prepaga o sin cobertura, ante una emergencia deben recurrir al sistema público.
En algún momento en la historia de la ciudad, llegaron a funcionar tres clínicas a la vez: la Cruz Azul, la Regional y la Atlántica (esta última desaparecida), además de los hospitales municipales. Aparte de estos servicios, había maternidades que cubrían una prestación que hoy sólo brindan el Ferreyra y la Cruz Azul. Por un lado, estaba la maternidad Boldrini, en calle 66 entre 59 y 57 y la clínica de Señoras y Maternidad, propiedad del Dr. Leonardo Aguerre, en 60 y 55, donde hoy se ubica la Aduana.
Sin embargo, la salud privada fue decayendo en los últimos 20 años, llegando hasta la actualidad en la que hay sólo una clínica en actividad.
Una clínica moderna
La clínica Regional comenzó a funcionar en agosto de 1935 en un local de la calle 62, brindando servicios quirúrgicos. Los doctores Elizari Zabalza, Eleazar Seiler, José B. P. Campoamor y Bernardo Leiva conformaron la sociedad constitutiva.
Unos años después, en 1939, se estableció en el edificio de calle 66 Nº 2581, donde llegó a contar en la década del 90 con 44 camas para internación. Allí desarrollaban actividades alrededor de 60 médicos, cubriendo una amplia gama de especialidades.
Fue convertido en policlínico en enero de 1955 y a través del tiempo fue incorporando servicios de importancia y de calidad. El 7 de febrero de 1987 abrió la terapia intensiva y en octubre de 1999 sumó el Centro Materno Infantil. Sin dudarlo, se puede decir que varias generaciones nacieron en esa clínica, que hoy ya no funciona como tal.
En los últimos diez años, fue perdiendo prestaciones debido a las dificultades para mantener la clínica y la falta de inversión de nueva aparatología. Hace más de un año, los exempleados formaron una cooperativa y mantienen abierto el edificio pero sólo con servicios de enfermería y kinesiología, pero no se brindan prestaciones médicas y mucho menos internación.
La Atlántica y el Sanatorio
La Regional se suma a la lista de clínicas que han desaparecido, entre ellas, la Atlántica y antes, el Sanatorio Necochea.
En la década del noventa cerró la Clínica Privada Atlántica, que funcionaba en calle 77 Nº 464 desde el 9 de junio de 1962 en el local de lo que fuera el hotel Rubí.
El año de inauguración de dicha clínica, coincide también con el cierre del Sanatorio Necochea, que estaba ubicado en calle 61 entre 60 y 62. Funcionaba desde la década del ’30 en una casona, propiedad de la familia Calzada, que tras varias remodelaciones, se la había adaptado como clínica. En 1946, sumaba un servicio de transfusión de sangre y una moderna sala de operaciones.
La sociedad del sanatorio estaba integrada por los siguientes profesionales: Juan Bilbao, José Brun, Faustino Zabala, Israel Burdman, Néstor Montangero, José C. García Landera. También la conformaban los doctores Félix Rassmussen, Horacio Ayrolo, Juan B. Flores, Rodolfo Márquez y Jorge Zabala.
En el Sanatorio Necochea, en septiembre de 1955, se realizó la primera intervención en huesos, que representó un adelanto en la materia.
Finalmente, tras sortear varias dificultades económicas y cambios de directorios, el Sanatorio cerró a fines de 1962.