La riqueza de nuestra tierra
A fines del siglo XIX, surgieron en el distrito de Necochea grandes establecimientos rurales, verdaderos modelos de producción agrícola
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Ecos Diarios
Tres años después de la fundación de la ciudad de Necochea, en 1884, nuestro distrito tendría sus primeras cosechas. Se cosechó trigo, cebada, maíz, alfalfa y legumbres.
La tierra se prestaba perfectamente para la agricultura y luego de los primeros ensayos, se cosecharon trescientas fanegas de trigo en las chacras del distrito.
En el mismo año, comenzaron a levantarse los cimientos de un gran molino, propiedad de Julián Gámez, quien pareció comprender desde el primer momento la necesidad de algo que diera fuerza e impulso al fomento de la agricultura.
Con el tiempo se introdujeron en Necochea una gran cantidad de máquinas de segar y una trilladora a vapor. En sólo dos años la agricultura tomó un gran impulso y se cosecharon 18.000 fanegas de cereales. Por aquellos años existían en el distrito grandes estancias que servían como industrias sin chimenea.
“La 10 de Mayo”
Además de la estancia La Otomana, que impuso un modelo de producción aún recordado en la región, con los años surgieron en nuestro distrito varios establecimientos rurales que ocupaban grandes superficies y eran verdaderas ciudades, con cientos de empleados, enormes haciendas y edificaciones innovadoras para aquellos años.
A dos leguas y media de estación Energía, se encontraba la estancia “La 10 de Mayo”, campo de Máximo Arce, que luego fue de Santiago Magnin. Tenía una superficie de cuatro mil hectáreas dedicada a la explotación agrícola- ganadera.
Como todo establecimiento rural de prolija organización, “La 10 de Mayo” contaba con importantes edificaciones y un buen número de empleados. Se destacaba en el conjunto la casa principal, un amplio edificio ubicado en el medio de un hermoso jardín, parque y frondoso monte.
La explotación agropecuaria era realizada por un personal competente, tanto para el cuidado y selección de las haciendas como en lo relacionado a la agricultura.
El establecimiento contaba con un importante stock de haciendas generales, mientras que buena parte de la superficie era sembrado año tras año y se dedicaba a la producción de toda clase de cereales.
La Eva
Don Alejandro Ciancaglini llegó a principios del siglo XX a nuestro distrito y su éxito comercial le permitió, años más tarde, adquirir los campos con los que formó los establecimientos rurales La Eva y La Dulce, que administró personalmente.
Infatigable, empujado por un espíritu emprendedor y progresista, Ciancaglini sumó a su firma nuevos negocios y empresas en Necochea y La Dulce.
Médano Blanco
En 1919, Alfredo Rasmussen compró a Carlos Díaz Vélez 2.335 hectáreas. Allí fundó el establecimiento rural Médano Blanco.
El casco de la estancia, hoy convertido en el futuro centro de aguas termales por la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre), era en ese entonces el eje central de las actividades agropecuarias desarrolladas en Médano Blanco.
La producción de Médano Blanco y Mallincó, ubicado en el partido de Lobería y también propiedad de Rasmussen, como las 8.000 hectáreas que arrendaba en campos de Bosch, abarcaban dos aspectos: el agrícola y el ganadero.
Establecimiento Zabala
Luis Defferrari logró a lo largo de su vida importante fortuna, con la que adquirió campos en Necochea, Gonzalez Chaves y otros distritos.
Al fallecer el hacendado, su hijo Luis Defferrari heredó, entre otros establecimiento, la vieja estancia Zabala, que llevaba el nombre del arroyo que la cruzaba. El campo tenía 15.000 hectáreas, la mayor parte de las cuales era arrendada y el resto poblado de ganado vacuno, lanar y yeguarizos.
En los inicios de este establecimiento rural, Defferrari padre se había preocupado por convertir al campo en un emprendimiento modelo. Por tal motivo, con el paso de los años, la estancia contó con espléndidos montes de añejos y frondosos eucaliptus, pinos y alamos.
El establecimiento poseía, además, una excelente quinta, atendida por personal experto, que producía verduras y frutas de las más variadas especies.
La Nélida y La Cautiva
Otro destacado personaje de la época fue el doctor Pedro Elicagaray, propietario de las estancias «La Nélida» y «La Cautiva».
Según el álbum del cincuentenario de Necochea, «La Nélida marca entre ellas en un puesto de avanzada por su modernismo y por el perfeccionamiento que se advierte en todos los órdenes de sus actividades, gracias a la acción inteligente de su propietario, cuyas certeras iniciativas han transformado a su establecimiento en un orgulloso exponente del adelanto de las industrias madres del país».
Ese establecimiento agrícola ganadero estaba constituido por 3.200 hectáreas de campo ubicado en las cercanías de la estancia Energía del Ferrocarril Sud, dividido en 26 cuadros con 13 molinos por aguadas y 5 puentos, con alambrados de primera calidad y grandes extensiones de montes de eucaliptus, acacias, sauces y álamos.
«Se llega al casco de La Nélida pasando por una magnífica avenida de acacias y eucaliptus, y allí el visitante recoge una gratísima impresión al contemplar el importante conjunto de poblaciones, a la cual de ellas mejor, y entre las que se destaca la residencia familiar del doctor Elicagaray, en la que se goza del mayor confort», explicaba el libro antes citado.
A unas dos leguas y media de «La Nélida» se encontraba «La Cautiva», que abarcaba exactamente las mismas actividades que la otra estancia de Elicagaray.
Secundaban a Elicagaray en la administración y dirección de sus estancias, sus hijos Carlos B. y Raúl A., «ambos jóvenes, activos y dignos colaboradores de su padre».
San Luis
«Es el doctor Edmundo A. Defferrari uno de los más acaudalados estancieros de la zona y también se destaca, con méritos bien probados, por el espíritu progresista que le anima», señalaba el libro publicado con motivo de los 50 años de la ciudad.
Entre sus varias estancias, sobresalía San Luis, situada en el partido de Necochea, a 13 kilómetros de la estación Defferrari y con una superficie de 10.896 hectáreas.
«Es este establecimiento un verdadero exponente del asombroso progreso rural que se ha operado en los últimos años», añadía el libro. Poco antes de que Necochea cumpliera 50 años, Defferrari inauguraba en su campo la magnífica residencia «San Luis», una suntuosa construcción de estilo colonial.
Defferrari poseía en aquella época otros establecimientos rurales: Laguna, compuesto de 2.021 hectáreas, a 5 kilómetros de la estación que llevaba el apellido familiar. San Pedro, de 2.867 hectáreas, ubicada a 14 kilómetros de San Cayetano. También Santa Amanda, de 1.236 hectáreas, a 10 kilómetros de Energía.
También poseía el campo Santa Rita, en Balcarce, La Anita, en Lobería, San Carlos, en 9 de Julio y Las Mercedes, en General Conesa.///