La terminal, hace medio siglo, una necesidad
El 12 de octubre de 1965 fue la Terminal de Omnibus. Desde hacía 6 años la Municipalidad gestionaba este indispensable edificio
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Ecos Diarios
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Décadas atrás, mientras el sistema ferrovario entraba en un declive del que no se volvería a recuperar, muchos vieron el futuro del transporte en los colectivos de larga distancia y la ciudad, que no quería quedarse atrás, realizó intensas gestiones para que se construyera una terminal de ómnibus.
Finalmente, el 12 de octubre de 1965 se inauguró edificio que la ciudad esperaba desde hacía seis años. Hasta ese momento cada una de las compañías de larga distancia que operaban en nuestra ciudad contaba con sus propias paradas, lo que originaba diversos inconvenientes a los pasajeros.
El 10 de junio de 1956 la Municipalidad había realizado una reunión informativa sobre el proyecto para erigir la Terminal de Ómnibus, obra que contaría con la financiación del Estado bonaerense.
El 25 de enero de 1960 llegaban a la comuna los planos y proyectos elaborados por la Dirección de Arquitectura de la provincia, efectuándose el pertinente llamado a licitación.
La obra se adjudicaba un año más tarde, el 10 de enero de 1961, a la firma Rafael Sánchez S.A.
Tras una serie de inconvenientes, el 17 de julio de 1964 se informaba que se habían reanudado los trabajos de construcción del edificio para la terminal, a cargo de la nueva empresa contratista, que aceleró las tareas.
De esta forma, el 12 de octubre de 1965, en el marco de los festejos del 84º aniversario de la ciudad, se procedía a la inauguración de la nueva terminal de ómnibus.
La madrina de la ceremonia fue la esposa del intendente municipal, señora Elida Dufau de Yelpo, quien procedió al corte de cintas.
Luego, monseñor José de Luis bendijo las instalaciones y el intendente Hugo Yelpo en su discurso destacó la importancia del nuevo edificio.
En la crónica publicada por Ecos Diarios al día siguiente, se destacaban las características de la Terminal: “sus modernas estructuras, cómodas instalaciones y amplitud, fueron motivo de elogiosos comentarios por parte de la numerosa concurrencia”.
Por otra parte, la crónica hacía referencia a la nueva iluminación de la avenida 58, en el tramo comprendido entre la Terminal y la Plaza Rocha. Se trataba de un moderno sistema de iluminación de gas de mercurio.
Larga distancia
A fines de la década del 40, cuando Necochea quedó unida definitivamente a las ciudades de la región a través de una red de caminos pavimentados, hacía años que varias empresas prestaban el servicio de ómnibus.
Una de las primeras empresas de ómnibus que llegó a la ciudad fue El Rápido del Sud, de Horacio Leveau, con un servicio que unía Necochea con Mar del Plata. Había obtenido la autorización el 5 de septiembre de 1936 y continuó cumpliendo con el servicio hasta diciembre de 1941.
También en septiembre de 1936 se autorizó a realizar viajes entre nuestra ciudad y Mar del Plata a la empresa Atlántica, de Galeano Renzini, pero la línea nunca fue inaugurada. No corrió mejor suerte la empresa El Obelisco, de Blanco, Salvado, Feijóo y Clarière. La línea, autorizada con tres vehículos el 31 de marzo de 1938, unía Azul con Necochea, pero la concesión caducó el 4 de julio de 1939.
En tanto, la sociedad Zuzulich y Dabós, propietaria de la empresa Avenida, ganó la concesión de la línea 208 el 26 de octubre de 1939 para unir con dos micros Necochea y Tandil, pasando por Juan N. Fernández.
Un año después complementó este servicio con otro entre Tandil y Ayacucho y en 1941 obtuvo una tercera línea, que salía de Necochea por La Dulce y Fernández, terminando en Juárez. Más adelante también llegó a Tandil.
Años más tarde las líneas fueron vendidas a Expreso Río Paraná, asentado en Tandil, y en la década del 70 transfirió uno de sus últimos servicios a la Compañía de Omnibus.
También la década del 40, llegaba hasta nuestra ciudad la empresa LBH, propiedad de Leonardo B. Halkett, que contaba con el servicio entre Necochea, Lobería y Balcarce.
Con los años, Halkett transfirió los servicios de su empresa a Mar y Sierra, una empresa que en la década del 70 también se fusionó con El Pampa.