La única sobreviviente del derrumbe en Gesell: “Íbamos juntos mucho a Necochea, por las termas”
María Josefa Bonazza habló con los medios desde Balcarce, su ciudad de origen, y comentó que “tenía la seguridad de que la iban a salvar”. Su esposo no logró salir con vida
María Josefa Bonazza, la única sobreviviente del derrumbe del Hotel Dubrovnik en Villa Gesell, contó cómo fueron las circunstancias de su rescate: “Me salvé haciendo SOS con código Morse con una piedra”. La mujer afirmó desde Balcarce, su ciudad de origen, que se salvó “de milagro”: “Que los hay, los hay”.
María Josefa, que continúa internada en el Hospital Municipal, comenzó su relato a Radio 100.9: “Escuchamos (con Federico Ciocchini, su marido, que falleció en el siniestro) un ruido ensordecedor, alcancé a preguntarle si escuchó el ruido y a los dos segundos se escucharon otros dos ruidos, que se asemejaban a explosiones y se nos vino todo encima. Sólo escuché que él dijo ‘Ay, ay’ y yo le dije: ‘Federico es un derrumbe, quedate tranquilo que ya nos van a salvar, porque estamos en el centro de la ciudad, nos van a descubrir enseguida y ya van a venir, vos quedate tranquilo y no te muevas’.
Bonazza continuó: “No perdí la tranquilidad y tenía la seguridad de que me iban a salvar. Tenía aprisionada con unas vigas la pierna derecha, la cadera del lado derecho y la mano derecha. Y tenía liberada mi pierna izquierda. Arriba mío se había formado como una cúpula, entonces sentía que entraba aire. Sabía que podía respirar. Entonces le hablaba a Federico. Después no me contestó nunca más y tuve la certeza en ese momento que ya no estaba más conmigo”.
En ese marco, Josefa contó que habían dejado de viajar por el mundo porque a Federico le habían empezado a dar miedo los aviones luego de una turbulencia. Fue así que a principios de los 2000 compraron el departamento en Gesell, junto al hotel Dubrovnik, el cual estaban acondicionando para alquilar. Con ese dinero, podían irse de viaje a las termas de distintos lugares, estando entre sus favoritas las Termas del Campo, en Necochea.
"Me queda el consuelo de que no debe haber sufrido mucho, que estuvimos 48 años felices. De las cosas materiales no hay que preocuparse, después de que uno vive una tragedia como la que viví y pude sobrevivir, hay que centrarse en los afectos", señaló.

“Los chicos tienen que aprender Morse en las escuelas”
Tras el derrumbe comenzaron a sonar las sirenas de emergencias. “Seguí hablándole a Federico y esperé un poco tratando de no agitarme para ver si se acercaba algún ruido. Cuando se acercaron esos ruidos, empecé a gritar, sabiendo que tenía un poco de aire. Ahí arriba nos decían los bomberos ‘responda si nos escucha’. Como no me contestaban, agarré una piedra y empecé a hacer código Morse, que fue lo que me salvó. Los chicos tienen que aprenderlo en las escuelas. Los bomberos escucharon ese código que hice y sabían que había una persona consciente y despierta que estaba del otro lado, pidiendo ayuda. Estuve diez horas bajo los escombros hasta que me rescataron”.
Bonazza contó que cuando los bomberos supieron que estaba viva bajo los escombros le enviaron una cámara con luz para saber más exactamente su ubicación: “Cada vez más cerca escuchaba su voz y me hacían preguntas sobre cómo estaba. Así los fui guiando sobre la ubicación”. Agregó que ”tuve un ángel de la guarda que fue el encargado anterior del edificio que se había jubilado, que le insistió a los bomberos que ahí estábamos nosotros, que en ese departamento había dos personas y que nuestra ubicación era esa”.
La mujer aseguró que no tuvo miedo por su vida: “Estaba muy segura desde el primer momento en que supe que me iban a salvar. En ningún momento sentí que me moría. Me tranquilizaba con la respiración, pensar que mi marido quizás no estaba muerto, sino solo desmayado, aunque la conciencia de que estaba muerto la tuve cuando hablaba con los bomberos y escuché el ladrido de un perro y noté que estaban buscando a otra persona, por lo que asocié que mi marido ya estaba muerto, porque a mí ya me habían encontrado. El consuelo que me queda es que no sufrió mucho porque fue instantáneo”.
Bonazza, desde el hospital, destacó sobre el “milagro” de que la encontraran con vida: “Que los hay los hay. Empecé a rezar. Después de esto empecé a rezar”.
“Vivimos 48 años de amor, los dos juntos y ahora estoy triste, pero no angustiada. Lo que tengo es lo que me pasó. Pido por los bomberos, los médicos, los enfermeros, que fueron los verdaderos ángeles que me ayudaron”, cerró la mujer.
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