La violencia y la inseguridad ya eran una constante hace 90 años
Un relevamiento de los hechos policiales informados por Ecos Diarios en abril de 1932, muestran que eran habituales los robos, el abigeato, los crímenes y los enfrentamientos de vecinos con armas de fuego o cuchillos
Las comparaciones son odiosas, pero en cuanto a cantidad de habitantes e infraestructura, la Necochea de 1932 era un pueblo al lado de la actual. Sin embargo, hay cosas que no cambian y una de ellas es la inseguridad.
Ante la actual ola de robos, arrebatos, hurtos, malos tratos, sustracción de vehículos, cuatrerismo, etc., se podría pensar que la ciudad nunca estuvo peor en materia de seguridad.
Sin embargo, si se toma en cuenta la cantidad de delitos por habitantes que tenía la ciudad hace 90 años, podríamos llevarnos una sorpresa.
Una recorrida por las páginas de Ecos Diarios de abril de 1932 muestra que en la ciudad, a pesar de ser pequeña y que seguramente en aquella época no había rejas en puertas y ventanas, los robos eran algo cotidiano.
Y más común aún era la violencia: había guapos, compadritos, duelos a cuchillo y con armas de fuego. No faltaba la violencia doméstica, en especial hacia los menores de edad.
El cuatrerismo también era común. Incluso, y a pesar de que el parque automotor era mucho más reducido, no faltaban los robos de autos en pleno centro de la ciudad.
Una sensación
La primera plana de Ecos Diarios del domingo 10 de abril de 1932 es un claro reflejo de la violencia que se vivía de forma cotidiana en aquella época de inestabilidad política e institucional.
Un título al tope de la portada señalaba: “Dos guapos probaron puntería”. La nota ponía en clima al lector, en una sociedad en la que no era extraña la portación de armas: “Cuando suenan disparos de revólver, lo primero que la gente piensa es que se trata de tiros al aire, de balas gastadas de puro vicio”.
La introducción servía para recordar que días antes un vecino había muerto al recibir un disparo en un enfrentamiento a tiros.
“Acaban de oírse otros tiros. Un par de tiros. Llevaban ambos un destino fijo, sólo que la inseguridad en el pulso cambió sus rumbos y malogró el intento. Dos guapos que probaron puntería en dos casos distintos, pero felizmente en ambos sin derramamiento de sangre”.
Pero la falta de heridos informada con evidente alivio por ese cronista, no indicaba que no hubieran ocurrido otras cosas en esa jornada lejana, hace ya 90 años.
Otro título en la misma página señala: “Les hizo frente a varios y lo dejaron solo”. La bajada de la noticia, con cierta ironía, añade información: “Y cuando apareció el representante de la autoridad, al bravo lo llevaron preso”.
Según el artículo, “a la una un desorden alteró la paz en el restaurante de Eladio Galán, sito en las calles Caseros y Reconquista”.
“Galán, en su condición de dueño de casa, terció en la incidencia y se cuenta que les hizo frente a varios, que después lo dejaron solo ante la autoridad”.
“El vigilante que hace guardia por esos lares fue a poner orden en la casa. Los revoltosos huyeron el agente interpeló al patrón. No sabemos si Galán le respondió en mala forma al representante de la autoridad, pero se diría que algún entredicho tuvo con éste, pues fue conducido a la comisaría, secuestrandoselé en su poder un revólver”.
Pero los incidentes no terminaron ahí. Otro título hablaba de lo que hoy se denomina violencia machista: “La hirió con una baldosa”.
“Por discrepancias de orden sentimental”, señalaba la nota, un marido había agredido a su mujer con una baldosa, provocándole lesiones de importancia en la cabeza. La víctima debió ser internada en el hospital Díaz Vélez.
Ese sábado también se registró un audaz asalto en la vecina Lobería, noticia que fue publicada el martes 12 de abril en Ecos Diarios bajo el título: “Asaltaron a una señora”.
Según la nota, “la taparon con una frazada, le pusieron un cajón encima y le robaron 365 pesos”.
Hay que tener en cuenta que se trataba de una importante suma de dinero, teniendo en cuenta que el ejemplar del diario salía sólo 10 centavos por aquellos días.
Otro título de aquel martes daba cuenta de un fenómeno delictivo también común en aquellos tiempos: “Dos arrendatarios de campo dirigían una gavilla de cuatreros”
El texto elogiaba el accionar de un jefe policial: “El ex comisario de Necochea Benjamín Moritán Colman, que está actualmente al frente de la Policía de Ayacucho, ha realizado una brillante pesquisa, la que ha culminado con el descubrimiento de una importante gavilla de cuatreros que desde buen tiempo atrás venía operando en la mayor impunidad”.
La había cometido robos de ganado al menos en los partidos de Necochea, Balcarce y Tandil.
Sueños y dramas familiares
El ejemplar del miércoles 13 de abril de aquel 1932 también daba cuenta de una noticia insólita: “Soñando supo quién le robó los cerdos”.
Según la nota, meses antes habían robado 26 cerdos de una chacra. Si bien se realizó la denuncia y la policía inició una investigación, no se había podido dar con el autor del ilícito.
Pero entonces la esposa de la víctima tuvo un sueño revelador. “Se despertó sobresaltada diciendo que había visto los cerdos en la chacra de otro colono del mismo campo”.
Los policías siguieron la onírica pista y descubrieron que, efectivamente, “los puercos fueron robados por un vecino que gozaba fama de honrado, vendiéndolos por separado a otros colonos”.
En la misma página se daba cuenta del caso de una mujer que encontró a sus hijos. “No estaban muertos como mintió el padre”, decía la bajada de la nota, revelando el drama que vivió durante meses una mujer que meses antes había pedido ayuda a Ecos Diarios para encontrar a sus niños.
La aliviada madre informó a los periodistas que “gracias a las averiguaciones de Ecos Diarios había hallado a sus hijos en el Patronato de la Infancia, en La Plata, adonde los había hecho internar la policía de Balcarce debido a que el padre los había abandonado”.
No es lo que parece
Tampoco faltaba la discriminación por aquellos días. Según un artículo publicado el 14 de abril, un obrero denuncio que le habían negado un certificado para trabajar en el Puerto por portación de cara.
“Usted tiene cara de anarquista”, le dijeron. El hombre, un español de 34 años, concurrió a la redacción del diario para denunciar que al concurrir a la comisaría para pedir el certificado en cuestión, el oficial que lo atendió lo discriminó con dichos que demuestran que algunos actuales conciudadanos no piensan muy distinto que los de hace 90 años: “Al fin y al cabo son ustedes extranjeros y vienen aquí a revolver todo y a degenerarnos a los argentinos”.
Unos días después, el martes 19, otra noticia hablaba de esto de las apariencias. “Pasaba por boxeador y era ladrón”, señalaba.
“Ahora está preso y tendrá que boxear con su sombra en un estrecho y frío calabozo”, indicaba la información en referencia a un pugilista que fue detenido en Tandil, pero que había tenido oportunidad de hacer guantes sobre un ring en nuestra ciudad.
Ola de violencia
El viernes 22 de abril la primera plana del diario daba cuenta de un hecho de inusitada violencia, aunque como demuestran los hechos citados con anterioridad, eran comunes los enfrentamientos entre los ciudadanos, muchos de ellos armados.
Según el título de aquel día: “Un hombre dio muerte a un marinero”
La víctima era un joven suboficial de la Prefectura Naval que intervino cuando vio que un individuo amenazaba, arma en mano, a un carrero.
Cuando el prefecto intentó reducir al violento individuo, recibió un tiro en la cabeza. El subtítulo del artículo era extremadamente gráfico: “Recibió un tiro de revólver que le perforó la gorra atravesándole el cráneo”.
El compañero de la víctima, al verlo caer sin vida, efectuó cinco disparos contra el agresor, que aun así logró huir y estuvo prófugo varios días.
Pero no era el único hecho de violencia registrado por aquellas horas. En un bar un enfrentamiento a cuchillo terminó con un herido en la cabeza.
“No se han acabado los peleadores a fierro”, señalaba el cronista en el inicio de la nota y señalaba que uno de los contendientes estaba desarmado e intentó esquivar la agresión del otro, pero no resultó ileso: “Si el rostro se libró de la marca, no corrió igual suerte su cabeza, el cuchillo se abrió camino entre el pelo y una raya le dejó”.
Pero no sólo se trataba de compadritos y malevos, ya por aquellos años tampoco era novedad el robo de vehículos, tan de moda por estos días.
“Le robaron la voiturette que dejó frente a su casa”, indicaba otro título.
“En un lugar céntrico de la ciudad se produjo el robo de un automóvil de propiedad del señor Juan Morey, domiciliado en la calle Balcarce entre Pieres y Primera Junta”, señalaba la nota.
“Morey había dejado su coche, que es una voiturette, chapa 3103, frente a su casa y al salir a la puerta de calle, a eso de las 20, advirtió, con la consiguiente sorpresa, que había desaparecido”.
Violencia irracional
En aquel agitado abril de 1932 tampoco faltó la irracional “violencia machista” contra una menor de edad. El hecho reflejado en la edición del martes 26, señalaba: “Le dio varios garrotazos a una menor”.
El hecho de por sí repudiable fue contemplado por el hermano de la menor, que no intervino y era amigo del agresor.
Los incidentes comenzaron cuando la madre de la adolescente fue insultada y maltratada por su propio hijo. La chica salió en defensa de su progenitora y fue atacada por el otro sujeto.
Al día siguiente el diario informaba de un sujeto que “gatilló pero no tenía balas”. Las balas que no salieron iban dirigidas a un hombre que sí estaba armado, pero no quiso usar su arma y se tomó a golpes de puño con el agresor.
En otro caso, una adolescente de 15 años se vio involucrada en una reyerta entre vecinos y terminó herida en la cabeza por un individuo armado con un puñal. El sujeto “le dirigió un puntazo” a la menor y esta, “al agacharse para esquivarlo, recibió una herida profunda en la sien derecha”.///