Las palomas, una creciente población, cada vez más visible en nuestra ciudad
Aunque aún no es una plaga, el número ha crecido exponencialmente. La torcaza es la especie que prevalece. Daños y formas de control
Si bien aún no se la puede considerar como una plaga, existe en Necochea una superpoblación de palomas, con varias especies que han aumentado considerablemente su número.
Detrás de esta situación, que para algunos quizás parezca un tema menor, esta creciente colonia genera diversos inconvenientes, como suciedad, daños a construcciones y hasta problemas de salud para los humanos.
Las edificaciones abandonadas son el hábitat ideal para estas volátiles, por caso invadiendo sitios como el ex cine Gran Sud, en el centro comercial de Necochea, o las abandonadas instalaciones de los ex hoteles Alvarez Palace (6 y 79) y “M y T” (4 entre 79 y 81), en la Villa Díaz Vélez.
Esta proliferación es frecuente motivo de queja de los vecinos de cada lugar, aunque las soluciones no llegan.
El reino de la torcaza
Ricardo Doumecq Milieu, además de ser un agudo observador de la fauna del distrito, se ha transformado en un divulgador de estas cuestiones.
Según su experiencia, la variedad de la torcaza “se ha convertido en un verdadero problema a nivel nacional, tanto para cultivos como para la higiene en las ciudades”.
En el caso de Necochea, señala que “habita en todo tipo de construcciones o ambientes. Es capaz de nidificar no solo sobre árboles y arbustos sino, también, en el suelo y aún en macetas de balcones. Cría todo el año, en tanto tenga suficiente alimento y a la hora de dormir es capaz de juntarse en grandes concentraciones, que ofrecen el impresionante espectáculo de salir juntas por la mañana hacia los lugares de alimentación, que pueden estar a más de cien kilómetros del de nidificación y pernocte, y regresar a este al atardecer”.
Doumecq Milieu asegura que “aquí las forestaciones alrededor de la ciudad, tanto de pinos como de eucaliptus, juegan un importante papel de protección. Es notable la capacidad de compensación de la densidad de la población ya que está demostrado que el tamaño poblacional está directamente relacionado a la cantidad de alimento y en caso de alguna mortandad imprevista, las palomas se reproducen rápidamente hasta retomar la densidad inicial”.
Según este estudioso, “en Necochea, en cambio, la presencia de la paloma doméstica, no es tan perturbadora globalmente dada la baja densidad de edificios, aunque en esos lugares su hacinamiento molesta tanto por ruidos como por la suciedad que producen con las plumas, excrementos y cadáveres. Su capacidad de producir guano (deposiciones) puede llegar a hasta 12 kilogramos por año por individuo”.
Entre los inconvenientes “colaterales”, las palomas suelen picar los revoques para agregar minerales a su dieta y así producen daños directos en edificios o indirectamente por lo corrosivo de sus deposiciones. Como gustan de las alturas, lo hacen sobre tanques de agua lo que puede producir la contaminación del reservorio y el problema para la salud humana.
Medidas paliativas
A la hora de considerar la forma de combatir o paliar esta invasión de palomas, Doumecq Milieu resalta que “antes de intentar tomar medidas sobre este problema debemos identificar cuál es la especie implicada, ya que lo que sirve para alguna no servirá para otra”.
Seguidamente asegura que “en el caso de la paloma doméstica, dentro de todos los métodos que se han usado la solución definitiva es evitar que las aves lleguen a sus refugios. Las redes son un buen elemento y aunque contamina visualmente, las palomas se dirigirán a otros edificios para no quedar expuestas”.
“En la Villa Díaz Vélez usualmente el gavilán mixto depreda a adultos a la vez que el chimango come sus pichones: al igual que aquella águila mora que nos visitó hace unos años”, puntualiza.
Hay antecedentes de uso de otros métodos incluso de cebos letales o anticonceptivos y se ha demostrado que a la larga vuelven a tomar posesión o desconfían de todo alimento ofrecido o son inviables por su aplicación o alto costo.
En lo que se refiere a la torcaza, precisamente la más abundante en Necochea, Ricardo advierte que “la situación es bastante más complicada. Su número está en verdadero desmadre y se han probado en otros lugares, como Córdoba, los más distintos métodos. Se ha demostrado que el control letal es inviable debido a los mecanismos de compensación y a la inmigración desde áreas aledañas, para llenar el vacío ambiental dejado por las palomas eliminadas. Tampoco resultan efectivos los repelentes visuales o sonoros, ni el uso de halcones u otro depredadores”.
“Hasta el presente tal como sucede con las palomas domésticas, las únicas alternativas de control exitosas son las barreras físicas que impiden el acceso de palomas a los lugares a proteger, como redes de malla fina y poco visible, o en ciertas situaciones púas que les impiden posarse sobre balcones y molduras”, aconseja.///
Introducidas por el hombre
Milieu ilustró el historial de la especie en la zona, al decir que “en nuestro distrito el ambiente original era los extensos pastizales de paja brava recortados cada tanto por algún solitario ombú. En las lagunas progresaban las colas de zorro pero no había árboles. Es por eso que todas las palomas que vemos en nuestra ciudad son introducidas directa o indirectamente por el hombre”.
Luego apuntó que “con la colonización europea hacen su entrada al territorio argentino los palomares, fundamentalmente la paloma bravía, especie introducida que se reproducía en semicautividad en altos cilindros de material, para el consumo de sus pichones que se consideraba un plato gourmet. Inmediatamente escapó y colonizó barrancos, campanarios de iglesias y edificaciones altas. Hoy es la paloma que puebla edificios y plazas y se la conoce como paloma doméstica (Columba livia)”.
“Más tarde vino la conquista del desierto y la creación de colonias de agricultores. Todos de origen europeo, plantaron árboles fundamentalmente para reparo y cobijo de sus viviendas. Por último hace unos 20 años la agricultura ganó la pulseada al ganado y se instaló definitivamente, tornando aquel pastizal en un ambiente totalmente modificado, lleno de cultivos que hoy denominamos agroecosistema. Agravan el panorama algunas forestaciones que por su intrínseco designio son poco amigables con el maltratado equilibrio natural”, describió el observador de aves, para acotar que “así aparecieron naturalmente o fueron introducidas indirectamente primero la torcaza (Zenaida auriculata) luego el picazuró (Patagoenias picazuro) y últimamente la paloma manchada (Patagoenias maculosa), siendo estas dos últimas más común de ver en montes y arboledas que en zonas pobladas”.
Estudio de campo
En el año 2015, Doumecq Milieu, quien es integrante de la entidad “Aves Argentinas”, llevó adelante un ensayo de diversidad de especies en el Parque Miguel Lillo, con 15 puestos de control en distintos lugares del mismo, observando y contabilizando las especies vistas o escuchadas en un radio determinado.
La especie más encontrada resultó la torcaza, a razón de 25 individuos por unidad de superficie, mientras que especies abundantes como la cotorra halló seis individuos por hectárea. En términos generales cada cuatro aves vistas, tres eran palomas y de ellas, dos torcazas.///