Las tres especies de zorzales que hoy se pueden observar en el paisaje necochense
Se empezaron a ver a partir de la década del setenta. La ribera del Quequén y el área de museos del Parque, los sitios preferidos
En Necochea es común cuando se habla de nuestros recursos naturales ignorar como fueron las cosas tiempo atrás tanto su flora como su fauna. Por eso siempre hacemos referencia que el ambiente original eran extensos pastizales de paja brava o paja vizcachera recortados cada tanto por algún solitario ombú.
En las lagunas progresaban las colas de zorro pero no había árboles. Eso dictaminaba una fauna propia del pastizal pampeano. Donde no había eucaliptus como cortinas contraviento, ni plátanos en las calles, ni acacias y otros árboles ornamentales en los jardines y tampoco el parque Miguel Lillo con sus pinos exóticos.
Las continuas forestaciones y la paulatina agriculturización fueron cambiando el paisaje al punto que hoy es difícil encontrar algún relicto de pastizal.
Ya hemos contado en otras notas confeccionadas en base a la experiencia, observaciones y conocimientos del divulgador de la flora y fauna, Ricardo Doumecq Milieu, que en Necochea existen dos tipos de invasión: una con especies de nuestro país que colonizaron a partir del cambio de ambiente, siendo un ejemplo patente la torcaza y la cotorra y la otra más visible y posiblemente más dañina la producida por especies globales.
La familia de los zorzales
De las especies de nuestro país que hoy tenemos presentes y que antes no estaban, se destacan los zorzales. Esta familia, denominada Turdidae es cosmopolita y están descriptas 303 especies de las cuales 11 tenemos en la Argentina y en nuestra ciudad se pueden observar con asiduidad tres variedades.
Sobre las descripciones el observador subrayó que “son omnívoros y aunque frecuentan arboledas y arbustos son de hábitos bastante terrícola, con un canto melodioso, fuerte y oculto. Sus nidos semiesféricos a baja altura son de barro y vegetales donde ponen tres huevos verdosos manchados de pardo o castaño”.
De éstos el Zorzal Colorado (Turdus rufiventris) es el más abundante y el más reconocido por la población en general, no solo por su apasionado cantar primaveral-estival antes de las 5 AM sino porque es el más peri doméstico. Si bien gusta de inspeccionar zonas oscuras de los jardines su mediano tamaño, porte robusto y su pecho color ladrillo llaman la atención. Se desplaza dando saltos a diferencia del caminar del hornero, con quien se lo suele confundir.
Registro en los libros
Es muy probable que haya sido el primero en llegar, aunque don Egisto Ratti, no lo nombra en la primera guía necochense: “Pájaros del Parque Lillo” de 1966.
Más tarde, Miguel Fiameni hace referencia a su presencia en su guía “Aves del Partido de Necochea” de 1994. Por lo que suponemos que su adaptación a nuestras tierras se produjo en las décadas del 70-90. De todas maneras sigue en expansión hacia el sur y al oeste de la Provincia de Buenos Aires aprovechando el crecimiento de las ciudades.
Doumecq Milieu apuntó que “el segundo en aparecer en nuestra zona fue el zorzal Chalchalero (Turdus amaurochalinus), también conocido como zorzal gato por una de sus curiosas vocalizaciones similar a un maullido gatuno. De menor tamaño es el más blancuzco, sobre todo en su abdomen, que lo diferencia muy bien el Z. Colorado. Solo los machos tienen el pico amarillo. Tiene un característico balanceo de su cola que lo revela. Necesita de espacios más arbolados por lo que su presencia está asegurada en los jardines del Parque Miguel Lillo y en la ribera del río Quequén. Su población es de menor tamaño aunque parece haber crecido en las zonas del Paraje las Cascadas.
Por otra parte apuntó que “el último en llegar no es precisamente un zorzal norteño que se expande por el calentamiento global sino todo lo contrario: el Zorzal Patagónico (Turdus falcklandii) acostumbrado a transitar la inmensa meseta y colonizar islas del sur del continente, se halla en expansión al norte, desde hace ya varios años y se ha establecido en nuestro distrito a fines del siglo pasado incluso aventurándose en algunos jardines del ejido urbano. Es el de mayor tamaño y su cabeza y cola negruzcas contrastan con el abdomen color ocre. Su pico y patas son amarillos. Detalles éstos que facilitan la diferenciación con los otros dos.
Hay una cuarta especie que está en expansión y que ya se observa en la Provincia. Se trata del Zorzal Chiguanco (Turdus chiguanco). Los machos son pardo negruzcos con patas y pico amarillo anaranjado mientras que las hembras son más pardas. Muy común de ver desde Salta hasta Córdoba y Mendoza se ha expandido al Sur y al este.
El año pasado se lo vio en Sierra de la Ventana y también en la Bahía de Samborombón. A modo de especulación y si toma por el mismo camino costero, bordeando el litoral marítimo, que han recorrido innumerable especies no sería de extrañar que en algunos años más tengamos ese zorzal en nuestro distrito.
Si se quieren observar estas especies, de mañana y con poca gente, hay dos lugares potenciales donde se pueden ver las tres aves juntas. Uno es el paraje las Cascadas y parte del camino ribereño y el otro, más seguro, es en los alrededores del anfiteatro y la Casona del Parque (museos) desde calle 89 hasta el Jardín japonés.
“La maravilla de la vida está ahí afuera solo hay que aprender a disfrutarla”, concluyó el observador.