“Laucha” Bassi y su experiencia en el Luna Park
El DJ necochense fue telonero de un show internacional junto a Alejandro Pont Lezica
Osmar “Laucha” Bassi vivió una noche inolvidable el 9 de mayo pasado. El DJ necochense acompañó a su colega Alejandro Pont Lezica, como telonero de Disco Party, un show musical brindado en el Luna Park, con la actuación de dos bandas legendarias de los Estados Unidos: Koll & The Gang y Village People, ambas surgidas en otras décadas. La primera en los ‘60 y la segunda a fines de los ‘70.
Allí, en determinado momento, no sólo compartió labor con Pont Lezica, sino también con otro histórico DJ argentino, como es Rafael Sarmiento.
“Laucha” Bassi nunca olvidará esa jornada y a ella se refirió al participar del programa televisivo “El Ciudadano”, emitido este miércoles por Somos, a través de Flow, entrevistado por el periodista Hugo Möller. Donde también habló sobre sus inicios en la actividad y de su relación con la música.
-¿Cómo surgió la posibilidad de estar junto a Pont Lezica en el Luna Park?
-Hace dos meses con él, que tenía prevista la llegada de Kool & The Gun y Village People a la Argentina, bandas de las que él iba a ser telonero en el Luna Park.
A Alejandro lo conozco desde 1985. Siempre que está por la zona me invita a pasar música con él. Me habló de este show y le dije que quería estar ahí. Aunque sea, conseguime entradas, le dije. Y el día antes del show me llamó y me dijo: Laucha, vení que vas a laburar conmigo. Vas a ser mi asistente, vamos a estar poniendo discos. Era más de lo pensado….
Fui con dos DJ, uno de Miramar y el restante de Mar del Plata, que trabajó en Enterprise. Y nos acreditamos los tres: uno como fotógrafo, otro como visuales y yo como DJ acompañante de Pont Lezica
-Pont Lezica, en el rubro tuyo, es casi una leyenda …
-De las décadas del 70 y 80, para los que no lo conocen, vendría a ser el Hernán Cattáneo de esta época, el número 1.
-Antes se le llamaba disc jockey a lo que hoy denominan DJ
-El prefiere decir disc jockey. No le gusta decir DJ.
ALGO INESPERADO
En medio del espectáculo del que fueron protagonistas las dos bandas norteamericanas, por cambios en la programación, Pont Lezica y Bassi, terminaron teniendo mayor participación de la requerida inicialmente, debiendo hacer algunas improvisaciones. El mismo “Laucha” lo relata:
-Algo muy lindo que pasó fue la presencia de otro “prócer” de aquella época, que era rival de Pont Lezica, pero en realidad ambos eran muy amigos, que es Rafael Sarmiento. Alejandro lo invitó y se sumó. Así que estuve trabajando con los dos, que fueron los históricos de los DJ junto a Pato C (Jorge Hugo Manushakian, fallecido en 2018).
-La forma de trabajar y el rol del disc jockey o DJ ha dido mutando a través del tiempo….Ahora hay espectáculos en los que el protagonista es el DJ…
-Sí. He ido a cervecerías a poner vinilos y se paraban frente a mí para verme. Es cierto: van a ver como si fuera un cantante. Ha cambiado muchísimo. Yo empecé en la década del ’80, pero todos mis amigos DJ más grandes trabajaban en lo que llamaban boites, donde los disc jockey estaban escondidos, no se los veía, estaban detrás de la barra, en un rincón. Uno ponía música pero no veía. A fines de los 70, con Studio 54 (popular discoteca neokyorkina) con toda esa movida, comenzó a ponerse las cabinas más adelante, a la vista de la gente. Fue cambiando: ahora arman fiestas con 20.000 personas
- Hay espectáculos en los que no hay músicos, la gente va a ver al DJ y escuchar lo que éste propone…
- El otro día en el Luna Park sí hubo músicos, pero en general es muy raro que haya una banda en una fiesta de DJ.
-Hablaste de Pont Lezica, Sarmiento y Pato C como figuras. Pero en el orden local ¿tuviste referentes?
-Sí. Carlitos Lorda, que estaba en Itá. Otro fue Mario Gramigna. Yo tenía 18 años y él pasaba música en Yamó. Y toda esa banda de Alberto José Aguinagalde (“Aguina”), Sandro Gallinotti y Mario me adoptó paternalmente porque yo era el más chico de todos.
“LA UNIVERSIDAD DE LA MUSICA”
- Vos comenzaste trabajando en Bon Ami, una recordada disquería del centro necochense...
-Si. Y siempre digo que fue para mí la Universidad de la música. Ahí aprendí, si bien yo ya pasaba música. Había empezado en 1982, con una primera fiesta en la que me pagaron por hacerlo. Hasta entonces, desde la época del colegio, pasaba música en asaltos y fiestas… pero si cobrar.
-Siempre te gustó la música…
-Si. En casa se compraba mucho material. Siempre había vinilos. Era chico e iba con mi mamá a Cardoni. Tenía 10 años y le preguntaba a “Tití”, el dueño del comercio, qué tenía para jóvenes. Y él me mostraba los discos. Ahí vi una tapa que me llamó la atención: fue la de “La grasa de las capitales”, de Serú Giran, que tenía un logotipo que semejaba al de la revista Gente. Y me llevé el disco sin conocer el contenido.
En 1984 ingresé a Bon Ami. Allí aprendí de jazz, blues, música clásica, tango (que en mi casa se escuchaba mucho), cosas que no conocía. Por eso digo que Bon Ami fue la Universidad de la música para mí.
-¿Luego empezaste a trabajar en boliches o discotecas?
- Estando en Bon Ami, llegaron unos muchachos del sur que iban a poner un boliche en Quequén y preguntaron si conocía a algún disc jockey. Así que Aquelarre, aquel local de Quequén, fue la primera discoteca en la que trabajé junto a Claudio Moreno. Duramos tres fines de semana, porque nunca nos pagaron…
Luego, estando en la disquería, lo conocí a “Tito” Volpe, portero en boliches de toda la vida, quien me llevó a la Boite del Casino, donde él trabajaba por entonces, para cubrir una vacante.
Un mes después me convocaron para C. Gardel, donde estuve desde 1985 hasta 1990. Fue algo impresionante. Después me fui a Down Street, de la calle 85 donde antes había un cine. En el ’91 estuve en Mostaza. Luego me fui a Tres Arroyos, donde estuve en dos boliches: El Almacén y Chaplin. Durante el verano trabajé en Puerto Libre, de Claromecó. Y luego en Proyecto, de Balcarce.
Pero cuando volví de Tres Arroyos, allá por 1995, ya comencé a trabajar por mi cuenta en eventos, creando mi propia empresa, brindando sonido y luces para fiestas. .Durante cinco años hice egresos en el Club Rivadavia, del ’97 al 2001.
“NO HAY UNA FIESTA IGUAL A LA OTRA”
-¿Como disc jockey, de alguna manera, vas observando e intuyendo las preferencias de la gente que participa de la fiesta?
- Si, porque no hay una fiesta igual a la otra. Aún si estuviera la misma gente, de un sábado a otro, hay diferencia. La experiencia te dice hacia dónde ir, para que se diviertan, que es el propósito. Hace poco lo escuché a Hernán Cattáneo decir en una entrevista que el disc jockey de fiestas es muy importante, aunque la gente lo menosprecia. Y comentaba que si él, al hacer una fiesta electrónica tiene un mal día y está desganado, no pasa nada. Pero el disc jockey de una boda o de un cumpleaños de 15, hace ese evento esa sola vez. La fiesta es única. Por eso él destaca que es muy importante la tarea del disc jockey en esos casos.
- ¿Se reúnen frecuentemente los DJ, ya sea de antes o de ahora?
- Más que nada lo hacemos para el Día Internacional del DJ, que es el 9 de marzo. Desde la pandemia, entre 8 y 10 necochenses vamos una vez por mes a Mar del Plata, donde están formando una asociación. Llevamos las bandejas, un controlador, ponemos música, comemos, charlamos, contamos historias. Son muy buenas reuniones, porque van colegas de la vieja época y otros actuales.
- Hablando de la pandemia, durante la misma estuviste muy activo virtualmente…
- Fue una locura. Yo apenas si tenía Instagram porque mi hija había abierto una cuenta, pero yo no tenía ni idea. Y de repente un amigo me propone hacer algo, saliendo en pantalla partida, cada uno desde su casa. Pero no coordinábamos bien. No se entendía nada. Y seguí pasando música solo. Yo habría tenido 100 contactos en Instagram. Al quinto vivo que hice ya me veían 1000 personas. Hice eso 40 sábados. Empezaba a las 21 y terminaba a las 2 de la mañana.
A eso le agregué los miércoles con diversos cantantes y estilos. El segundo años hicimos 60 vivos, más 10 especiales, con luces y escenografía como si hubiera gente. No teníamos trabajo, estábamos todos encerrados.
-¿Es verdad que cuando Fernando “Chocha” Calzada pasaba música en Itá vos y Claudio Moreno hacían que le faltaran algunos discos y se los devolvían días después?
- Es verdad. Pero se los reponíamos al día siguiente. Salíamos de C. Gardel y nos íbamos a Itá. “Chocha” pasaba discos de espalda a los vinilos y le poníamos en pausa la bandeja, lo volvíamos loco, porque es tan bueno que no te decía nada. Es un ser especial. Antes de irnos agarrábamos dos o tres discos, los poníamos debajo de la campera y los llevábamos. Al día siguiente se los devolvíamos. Era una broma de amigos…
- Felicitaciones por haber llegado con tu trabajo al Luna Park de Buenos Aires…
-Muchas gracias. Fue algo realmente inolvidable.
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