"Llegué a Necochea de casualidad, donde fui aceptado y querido"
El payaso Chacovachi brindó una nota a Página 12 donde habló de los buenos años que pasó en Necochea y el triste final que tuvo su paso por la ciudad
En una nota que brindó a Malena Saito en Página 12, Fernando Cavarozzi, más conocido como payaso Chacovachi, habló mucho sobre Necochea y lo importante que fue en su vida. Sin embargo, también habló del final poco feliz que tuvo su largo paso por esta ciudad.
En la nota se explica que su carrera arrancó a principios de los ochenta, después de la guerra de Malvinas. Él fue soldado, estuvo movilizado, pero no llegó a las islas. En el 86 decidió irse a hacer temporada en la costa y fue ahí cuando fue adoptado por la ciudad de Necochea. Allí estuvo alrededor de diez años.
“Fue ahí dónde realmente aprendí este oficio. Llegué de casualidad, buscando un lugar para trabajar, porque había estado haciendo unas temporadas en Villa Gesell y había tenido algunos problemas en la peatonal, que recién estaba existiendo. Entonces, en Necochea había un anfiteatro en la plaza, hice una función ahí, y enseguida empezó la cosa. No había nadie trabajando, así que el lugar estaba libre. Ahí fui aceptado y querido. La mayoría cree que soy de Necochea. Pero un día me echaron, me sacaron el permiso para trabajar en la plaza. Eran épocas difíciles, no había jurisprudencia, los directores de Cultura se encontraban con estos nuevos artistas que llegaban y que de alguna manera hacían un lío bárbaro porque la gente los aceptaba, había una aceptación muy grande. Entendamos que era después del gobierno militar, veníamos de muchos años de tragedias, entonces la gente no solamente veía arte, sino que veía libertad”.
Fernando se hizo muy popular entre los 90 y el 2001. Después de estar mucho tiempo en Necochea, se fue a San Bernardo, donde hizo por doce años el Circo Vachi. “La risa es muy necesaria y más en épocas de crisis. Recuerdo perfecto el 2001 y el humor en el 2001, donde la gente llenaba el circo. Metíamos dos funciones por noche con mil personas, a la gorra y eran épocas muy difíciles. Sin embargo, el circo se llenaba porque la gente necesitaba reír. La risa es muy importante en las tragedias, nadie puede estar en paz con las cosas de las cuales no puede reír y la risa no es que va a cambiar la situación, pero sí te va a alivianar un poco”.
A Chacovachi muchos le dicen el payaso filósofo. “Hay mucha maldad, el humor tiene que ver con la maldad, con atreverse a ser malo, atreverse a ser rebelde, a decir cosas que no te atreverías a decir si no fuera de esta forma”. Confiesa que él no se nombró filósofo, pero sí lo hizo el público. Algunos de sus chistes clásicos todavía se recuerdan. Chistes como, por ejemplo, ¿de qué color querés el globito? dónde un niño pedía un color y él respondía que le iba a dar otro, porque la vida no es fácil. “Los dejaba pensando, ponele les decía, mi amor, te puedo hacer una preguntita ¿te gusta vivir en este mundo? Bueno, ya se te va a pasar”. Hoy confiesa que es un gran lector de filosofía, y que es una pasión que disfruta junto con su hijo, Ringo, quien también es payaso. “Nietzsche nos puede”.
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