Un recorrido por las entrañas de lo que queda del casino
Abandono, roturas y elementos obsoletos abundan en el ruinoso edificio. Imágenes de un lugar que ya no tiene sentido de existir
La destruida estructura del ex complejo casino está a la vista de todos desde hace largo tiempo, habiéndose transformado en una verdadera ruina, que parece ilógico restaurar.
Mientras se espera una definición que cambié la historia del inmueble, Ecos Diarios realizó una visita a las entrañas del monumental edificio ubicado frente al mar. Un recorrido por los rincones, laberínticos pasillos y subsuelo, que yace en la parte no visible.
El recorrido se inició en el sector en el que funciona el área de juego, y que por la cuarentena se halla inactiva desde el 19 de marzo. La araña de vasitos de vidrio de la escalera de acceso al encenderla se observa que están quemadas no menos de la mitad de sus 300 lamparitas interiores.
Ya en el primer piso el vidrio exterior de la doble ventana que da hacia lo que quedó del recientemente incendiado teatro auditórium, luce agrietado. “Resistió a la alta temperatura, y si el sentido del viento no hubiese cambiado, también se hubiese quemado todo este edificio…”, contó el secretario de Planeamiento y Obras Públicas, Ricardo Carrera, que nos acompañó en la recorrida.
Hacia la derecha de ese primer piso hay un lugar abandonado. Es el sector que empezó a ceder en su momento por el peso de las máquinas tragamonedas. Al lado, dos puertas son la antesala de una fea pared de ladrillos que oficia de muro y que fuera levantada cuando se quemó íntegramente en 2001 la ex sala de juegos (en la parte superior del ex bowling), y que fue desmontada en su totalidad.
El sector de juego
La ex confitería, a la cual se trasladó el juego hace varios años, presenta un estado lejano a la modernidad. Un balde de plástico oficia de contenedor de gotas que caen del techo cuando llueve. Ocho mesas de ruleta, dos de punto y banca y otras tantas de blackjack esperan en soledad apostadores que han cambiado su gusto lúdico y fueron mermando considerablemente con el paso del tiempo.
Algunos viejos ventiladores que cuelgan de los laterales también dan imagen de pasado y resultan poco efectivos para paliar el calor en verano. Es que desde 2015 dejó de funcionar el aire acondicionado.
Contigua a la sala, en un lugar vedado para extraños, se encuentra una amplia sala de descanso del personal durante las jornadas activas. Un par de mesas de billar, con sus paños destruidos y un metegol, además de viejos sillones y sillas ocupan el lugar, en el que manda la humedad, algún vidrio de ventanas roto y la suciedad.
Entre las dependencias de los húmedos y oscuros pasillos, aún existe la sala donde se acicalaba el personal de sala. Un amplio espejo colma el frente de la misma. Allí había tres sillones, cuyo destino se desconoce, donde se hacía servicio de peluquería al personal de la sala de juegos.
Hablando de “misteriosas” desapariciones, el mobiliario y elementos llegaban a las 20.000 unidades en los tiempos de esplendor. Hoy, contabilizando todo, donde prevalece el material roto y en total desuso, no debe haber ni la tercera parte, entre esto un par de heladeras tipo industrial.
Sala de calderas
El frío manda en el subsuelo donde yacen las enormes calderas que alimentaban al ex complejo. Está ubicado debajo del sector donde funcionara el bowling y la luz es mortecina. La mayoría está en desuso y sin posibilidades de ser reparadas. Toda esta chatarra más lo construido e inservible, han bajado el valor de venta de la manzana.
En el área se observan dos incineradores, donde en su tiempo se quemaba basura. Algo que sería imposible en la actualidad, por las normas vigentes en cuanto al cuidado del medio ambiente. Finalmente se desemboca en la cochera que da al Jardín de Rocas, un depósito de varios vehículos secuestrados en operativos de drogas efectuados por la Policía especializada que aún tiene su lugar en el inmueble.
Cenizas y destrucción
El epílogo del periplo terminó en el recientemente quemado auditorium, que permanece como quedó tras las destructivas llamas: paredes y techos desnudas y tiznadas, esqueletos de hierro de lo que fueran las butacas y restos de material destrozado que tornan casi imposible y peligroso caminar por el lugar.
Pese al envío de un anticipo de $10.000.000 por parte de la aseguradora, ni siquiera se ha limpiado el impresentable lugar. Tampoco aún se ha hecho un estudio para saber el real estado de la estructura tras soportar la elevada temperatura que generó el fuego, Reconstruirlo llevará tiempo y dinero, que no alcanzará con el que se reciba como indemnización de parte de la aseguradora.
En el plan de la visita, por sus pésimas condiciones y el peligro que conlleva recorrerlos, quedaron de lado los sectores que dan al frente de la avenida 2 (pileta, ex saunas destrozados e inservibles y el lugar donde funcionara la boite). No son más que otras imágenes del inmueble que se fue transformando en un adefesio, que es necesario extirpar de la faz de Necochea.