Sus pasos, ayer palomas hoy de fierro, lo acercan al sillón, con un suspiro cansino se acomoda, entrecierra los ojos y huelleando recuerdos llega, como cada día, al puesto Los Aromos, honda en mano rumbea para el monte desoyendo las recomendaciones de su madre:
- "No vayás al monte a la siesta, te van a agarrar los duendes".
Él sabe que los duendes no existen pero por las dudas mira de reojo cuando, producto de la brisa, percibe algún movimiento en los eucaliptos; a veces viene el Pocho, juntan huevos de gallo, los comen calientes, después les duele la barriga, viene un rato no más el Pocho, si la madre se despierta y no está en el catre, cuando vuelve lo agarra a rebencazos, es brava la vieja.
Su madre, no.
Él casi no conoce el rebenque, salvo aquella vez que practicó tiro de honda con los pollitos, esa vez sí que fue fulero.
- Pa' que te acordés -, le decía en cada rebencazo, y vaya si se acuerda, todavía le duele.
Hoy no vino el Pocho, anda solo.
Se sobresalta con esta oscuridad repentina, está desorientado, ah, menos mal que a lo lejos ve a su madre que viene a buscarlo con el Sol de noche, hoy se ve distinta la luz como más dorada.
En tanto en el geriátrico las mucamas comentan entre sí:
- Como duerme el abuelo
- Con qué estará soñando, mirá cómo sonríe.
Todavía no advirtieron que hoy no vuelve, se quedó en Los Aromos.
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Sobre la autora:

Beby Roldán, jubilada.
Desde pequeña evidenció su pasión por la lectura. Se formó como escritora en distintos talleres literarios. Escribe poesía y narrativa. Narradora de leyendas tradicionales. Conductora de espacios radiales.
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