Luppo Gesualdi: “Desde que llegué me sentí en mi lugar porque puedo vivir de la música”
El necochense está viviendo en Playa del Carmen desde hace seis años. La experiencia de trabajar en México y hacer lo que más le gusta
Julieta Moreno
Redacción
“Desde que llegué me sentí en mi lugar porque, además de las playas paradisíacas, puedo vivir de tocar”, expresó el músico necochense Ezequiel “Luppo”, quien desde hace seis años está viviendo en Playa del Carmen, México.
“Si quería vivir de tocar en la Argentina, me tenía que ir a Buenos Aires, pero me tenía que olvidar de la playa”, indicó a Ecos Diarios y contó que, de esta manera, pudo reunir las dos cosas que más le gustan, la playa y la música.
Luppo Gesualdi tiene 36 años y creció en el seno de una familia de músicos y, como la mayoría de los integrantes del clan Gesualdi, se dedicó a la música y no concibe otra forma de vivir. Después de terminar el secundario, dio clases de instrumentos de vientos durante 10 años en Mar del Plata, pero buscando salir de esa rutina, en 2019 se radicó con su novia en Playa del Carmen y su vida cambió.
Con ella, que es cordobesa, empezaron a pensar en la posibilidad de irse a algún lugar en el exterior, pero no sabían dónde ir. “Mi único requisito es que tenía que ser un lugar con playa”, contó, recordando que empezaron a buscar y surgió Playa del Carmen. Para elegirlo como destino, tuvieron en cuenta que “había mucha salida laboral, música todo el tiempo, entretenimientos para ir a trabajar y playa”. Así fue como se decidieron y en 2019 se instalaron en el balneario mexicano. Una de las cuestiones por las que decidió irse, es porque estaba cansado de dar clases. “Me cansé de dar clases y dije: ‘quiero vivir de tocar”.
Su trabajo, la comida y lo que más extraña
Ni bien llegó a Playa del Carmen, empezó a trabajar y actualmente tiene shows todo el tiempo y todo el año. Lo convocan para tocar de mañana, de tarde y de noche. Por lo general, se desempeña como músico en los complejos all inclusive para actuar en los hoteles. Toca como solista, pero también en duetos y en bandas de varios músicos y ahora cambió el trombón –su instrumento preferido- por el piano y hasta se está animando a cantar. En su caso, no solamente toca, sino también hace los contactos y convoca a los músicos para armar las bandas, de acuerdo a lo que se requiera.
“Hoy casi podría decir que soy pianista, aunque soy músico porque me gustan todos los instrumentos. Hago música latina, reggae, jazz, cumbia, clásicos internacionales”, indicó, dando cuenta de que su versatilidad es también lo que le permite tener mucho trabajo.
Su novia es coreógrafa y bailarina y también puede dedicarse a su profesión. Actualmente se encarga de organizar los shows y convocar a los acróbatas o bailarines que le piden.
Sobre su vida en Playa del Carmen, expresó que le encanta y que siente que es su lugar desde el primer día, aunque reconoció que suceden algunos inseguros, pero no como en otros sectores de México.
Contó que siempre hay muchos turistas argentinos y otro tanto viviendo, sobre todo, artistas, músicos, bailarines y acróbatas. “La mitad de mis amigos son argentinos y la otra mitad mexicanos”. También viven muchos jamaiquinos y cubanos.
Con respecto a lo que cuesta vivir allá, señaló que “es la zona más cara de todo México”, incluso con respecto a la Argentina. Sin embargo, dijo que “la plata te rinde. Cobrando en pesos mexicanos, podés comprarte lo que quieras” y agregó que “estoy hace menos de seis años y fui de a poco y ya tengo mi auto, una moto…”.
Al referirse a la comida, dijo que “lo normal es que todo viene con picante” y aclaró que “hay tres niveles de picantes, suave, la que come la mayoría y el habanero, que no se puede ni oler. La comida son puros tacos y quesadillas”.
Sobre lo que más extraña, dijo que “todo pasa por la familia y la comida”. En este sentido, manifestó que extraña a su familia y ese espacio que se genera en las comidas familiares donde comparten el gusto por hacer música. Entre la comida que extraña, mencionó las facturas, algunos cortes de carne que allá no hay, la variedad de yerbas para el mate y el fernet.
Una vida ligada a la música
Luppo nació en Necochea y su vínculo con la música comenzó desde sus primeros años de vida. “En lugar de recibir juguetes, me regalaban una trompeta”, expresó.
Aprendió música desde los 5 años con su abuelo Carlino. “Iba a la zapatería de mi abuelo en un horario que me daba casi todos los días” y allí le enseñaba a tocar, pero cuando iba a su casa seguía aprendiendo con su padre, Juan Gesualdi. Lo primero que aprendió fue la batería y luego el trombón, que fue el instrumento al que más se ha dedicado. Pese a que era chico, siempre vivió la música como un espacio de diversión.
Cuando terminó el secundario, trabajó un año en el Instituto Gesualdi, dirigido por su papá, y después se fue a Mar del Plata. Allí se puso a dar clases con sus hermanos y llegaron a tener 130 alumnos en una escuela que crearon, que llevaba también el nombre “Gesualdi”.
Por la insistencia de su mamá, intentó estudiar en el Conservatorio, pero duró tres días. Le tomaron un examen y lo pasaron directamente a 3er año, pero, de todas maneras, decidió que no era para él porque seguía sintiendo que se enseñaban cuestiones ya sabía. Así que siguió estudiando, pero en forma particular, perfeccionándose en lo que le interesaba.
“Nosotros nos especializamos en instrumentos de vientos, incluso dábamos clases a chicos de trompeta, trombón, saxo, flauta; era innovador en ese momento”.
Siempre también integró varias bandas tanto en Necochea como en Mar del Plata. Una de las que tuvo más éxito en sus inicios fue Cooltura Reggae, que había logrado, en su momento, una gran cantidad de seguidores. “La gente se sabía nuestras canciones, grabamos un disco y un sello nos quiso llevar a Buenos Aires”, recordó, pero contó que eran tan chicos -menos de 18 años-, que no pudieron continuar. En su caso, tocaba el trombón y era el arreglador de la banda.
En Mar del Plata, también integró otros grupos. Entre ellos, el más renombrado, Mono Sepia Reggae Instrumental. De todas maneras, siempre formó parte de bandas, pero lo hacía como un hobby porque no podía vivir de eso. Sin embargo, su decisión de irse a Playa del Carmen, le permitió vivir de lo que le gusta.
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