Más creatividad y nuevos enfoques
“¡Tenemos que ser más inteligentes, más innovadores!”, Juan Manuel Santos, presidente de Colombia
Hace unas semanas, desde esta misma columna decíamos que la iniciativa policial de instalar urnas para recibir denuncias anónimas de puestos de ventas de drogas, entre otros delitos, generaba dudas y hasta dijimos que era “inocente” y que, casi con seguridad, fracasaría.
En apenas dos semanas la realidad demostró que no nos habíamos equivocado.
Hasta el miércoles pasado, después de dos semanas de instaladas las urnas, nadie había realizado una denuncia en los lugares donde están ubicadas: los centros salud de
los barrios Sur, Norte y Oeste (“Juan B. Flores”) .
La posibilidad de que la propuesta policial, surgida como idea con la llegada del nuevo titular de la Departamental, comisario inspector Norberto Esteban, tuviera éxito aparecía como poco probable, lo que ha quedado evidenciado en este primer período de implementación.
La policía esperaba que los vecinos denunciasen donde se vende droga. ¿Para qué? ¿Para comenzar una investigación, para detener a quien fuese denunciado, para acabar con la venta de estupefacientes en la ciudad? Si las respuestas fuesen afirmativas podríamos, sin exagerar, asegurar que resultarían inverosímiles y hasta absurdas.
En el caso de la primera es imposible que la policía no sepa donde se venda drogas, no puede no saberlo en nuestra ciudad y si no lo sabe está fallando en su razón de ser que es la investigación para la prevención del delito. Por otro lado suponer que se deje de vender drogas en la ciudad es ilusorio en la medida que exista demanda de la misma. Al igual que meter preso a uno que vende drogas tampoco acabará con el delito porque siempre habrá otro que lo haga mientras haya quien la compre.
La droga se comercializa en nuestra comunidad porque hay consumidores, de todo tipo seguramente, adictos que tienen una relación conflictiva con el consumo y que requieren tal vez una asistencia desde las áreas de salud del Estado y no punitiva; otros que la consumen con fines recreativos, otros con fines sedantes o para soportar la vida, en fin, cada consumidor es un universo y sus motivos y relaciones con la droga tienen infinitos y a veces complejos vericuetos. Entonces, tal vez, haya que poner especial foco en los consumidores y analizar por qué lo hacen sin que esto signifique una caza de brujas sino todo lo contrario, es establecer políticas públicas destinadas a la prevención y a la asistencia basadas en un real conocimiento de la situación. Y esto no se hace con denuncias anónimas ni con acciones policiales, sino a través de políticas sanitarias, investigaciones y estudios de índole social; también con campañas de información, prevención, asistencia, etc.
Cansa y desalienta tanta política errática, en materia de drogas, la policía debería investigar, desde luego, a través de centros de inteligencia e investigación compleja para llegar realmente a los que, de verdad, lucran y no a los que venden algunos porros en la esquina o una plaza o a los que consumen. Pero también es imperiosa la otra mirada sobre el tema para evitar el sufrimiento que muchas personas padecen cuando sus vidas pierden sentido, voluntad y libertad frente a alguna sustancia, ya sea legal o ilegal.
A propósito del tema, viene muy bien recordar la intervención ante la Asamblea General de la ONU de Juan Manuel Santos, a quien citamos al inicio de esta columna. El presidente colombiano reiteró, el martes pasado, que la guerra contra las drogas “no se ha ganado ni se está ganando” y que por ende se requieren nuevos enfoques y nuevas estrategias.
Ante delegados de diversos países del mundo, Santos dijo que es necesario llegar a consensos en asuntos centrales como el de no criminalizar a los adictos, y entender el consumo de drogas como un asunto de salud pública y no de política criminal.
Dijo que “es hora de aceptar con realismo que mientras haya consumo, habrá oferta, y que el consumo no se va a acabar”. Y en ese mismo sentido aseguró que se equivocan los que dicen que esto es un problema solo de los países productores.
“Es hora de hablar de regulación responsable por parte de los Estados; de buscar caminos para quitarles oxígeno a las mafias, y de afrontar el consumo con más recursos para la prevención, la atención y la reducción de daños a la salud y al tejido social”, señaló el mandatario colombiano.
El Jefe de Estado colombiano les hizo un llamado a los demás países para “avanzar en esta lucha con una mente más abierta”.
En ese camino marcado por el líder colombiano no hacen falta las denuncias anónimas de los vecinos sino más inteligencia y creatividad en los responsables de diseñar políticas públicas que tiendan a brindar calidad de vida a los personas, incluidas la seguridad, la salud y todos aquellos derechos que permiten desarrollar un proyecto de vida digno.///
Por María D. González
Redacción