Mundo fungi: Conocemos las especies que se encuentran en el sendero del parque Miguel Lillo
Matías López, docente y músico, comparte su experiencia como aficionado a la micología y reflexiona sobre el valor ecológico y cultural del reino fungi.
“Mi nombre es Matías López y soy un entusiasta aficionado al mundo de la micología desde hace un tiempo”, expresó. Además de ser docente y músico, ha encontrado una conexión especial con la naturaleza a través de los hongos. Su acercamiento, confiesa, es desde el lugar del “aficionado”, pero su pasión por aprender y compartir lo ha llevado a involucrarse activamente en un proyecto que une ciencia, comunidad y territorio.
Todo comenzó cuando Matías empezó a participar en los talleres del proyecto "Tejiendo nexos con Micelio", una iniciativa de extensión de la Universidad Nacional de Luján, coordinada por la profesora Constanza Ranieri. “El proyecto propone un acercamiento de la comunidad al reino fungi”, explicó, y no solo busca democratizar el conocimiento científico, sino también habilitar un espacio de intercambio de saberes populares, orales y empíricos, de quienes habitan el parque.
“El mundo de los hongos es un tema controversial para la tradición local”, señaló Matías. Culturalmente, se los ha asociado con la pudrición, el peligro, e incluso la enfermedad. “Lo cierto es que deberíamos replantearnos la relación que establecemos con ellos, más allá de comérnoslos”, comentó. Matías propone cambiar la mirada y comprender su rol clave dentro del ecosistema, ya que son organismos fundamentales para el equilibrio natural.

Entre las actividades que recomienda, destacó la observación y la identificación responsable. “Es algo muy lindo observarlos, fotografiarlos, identificarlos. Se pueden tocar, no hay hongos registrados que puedan intoxicar solo con el tacto”, aclaró. También sugiere utilizar un espejo para observar la parte inferior del hongo sin arrancarlo, cuidando así su capacidad de reproducción.
Lamentablemente, muchas veces estas especies son dañadas de forma innecesaria. “La gente los pisa, los patea, o remueve la pinocha del suelo para marcar caminos, lo que puede dañar el micelio, que es el verdadero cuerpo vegetativo del hongo y está justo debajo del sustrato”, explicó Matías López.
Entre las especies más comunes en el parque, Matías destacó el Suillus granulatus, conocido como “hongo de pino”, muy buscado por quienes practican la recolección. “Se seca primero y luego se rehidrata para usarlo en la cocina, ahí aparece su verdadero potencial gastronómico”, explicó.
También mencionó al Lactarius deliciosus, otro hongo comestible, que al igual que el Suillus, no se alimenta de materia en descomposición, sino que establece una simbiosis con las raíces de los pinos, ayudando a absorber nutrientes y fortaleciendo la salud de los árboles.
Con la convicción de que entender es conservar, Matías López invita a mirar el suelo con otros ojos y a descubrir, bajo cada hoja o rama caída, un universo que florece en silencio.
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