Música que cura, conecta y construye: El legado de las juntadas en Necochea para El Plan de la Mariposa
Sebastián Andersen fue entrevistado en un programa de streaming
En una reciente edición de "Todo Verso", un programa de conversaciones con cantantes y compositores producido por "La Casa de Alva", Sebastián Andersen, voz y uno de los pilares creativos de “El Plan de la Mariposa”, compartió profundas reflexiones sobre los orígenes, la filosofía y el impacto de la banda. En esta charla, que busca encontrar la magia detrás de hacer canciones y del crecimiento de un proyecto musical, Seba abordó temas clave como sus primeros shows en Necochea, la experiencia de compartir una casa y componer juntos, la relación con su público, el nacimiento del festival ISOCA y la construcción de un mensaje auténtico.
La particular historia de El Plan de la Mariposa, marcada por la profunda unión de sus cinco hermanos y la solidez de su equipo, encuentra sus raíces en las "juntadas" y la convivencia en una espaciosa casa en Necochea.
Este lugar fue mucho más que una vivienda; fue un epicentro creativo y comunitario. Allí convivieron los cinco hermanos, Macar y el sonidista durante unos seis años. La casa era un punto de tránsito constante, con amigos y conocidos que llegaban por diversas circunstancias, llegando a albergar hasta 11 o 12 personas en sus picos de "asinamiento". Seba relata que esta dinámica les permitió "esquivar al al enemigo de los proyectos que son los fijos", evitando los altos costos de vivir por separado en la capital y, fundamentalmente, pudiendo "hacer un montón de cosas juntos todo el tiempo". Pero más allá de lo logístico, esta etapa de encuentro en Necochea fue el fértil terreno donde la música comenzó a demostrar su poder transformador.
En este ambiente de comunidad incipiente, las canciones no solo nacían de la composición individual con guitarra y voz, sino que ganaban fuerza al ser compartidas en esas "juntadas". Seba describe cómo la vitalidad de un tema se revelaba cuando lo compartían y generaba una reacción en los demás: "Che, tocate ese tema". Si esa solicitud se repetía una y otra vez, era la señal de que la canción "ya tiene algo" para ser llevada a la sala de ensayo y desarrollada. Esta dinámica de compartir y validar la música en el "pequeño núcleo en torno de de hermandad" fue fundamental. Vinculaba intrínsecamente la creación musical con la celebración y el encuentro, reflejando una tradición familiar donde la guitarra aparecía en fogones, asados o juntadas, siempre ligada a esa energía de reunión. Las primeras juntadas organizadas en casa en Necochea fueron en 2008, aunque ya tocaban "muy seguido" en la ciudad desde antes. Los primeros shows fuera de casa, como en un skate park en el verano de 2009, también tuvieron lugar en Necochea.
Desde esos comienzos en Necochea, la banda empezó a "construir" una comunidad de público que también se nutrió de sus raíces en la ciudad. Cuando El Plan de la Mariposa comenzó a tocar en Buenos Aires y La Plata, mucha gente de Necochea viajaba para verlos. Seba siente que "toda la comunidad necochense" los ayudó "un montón al principio", impulsada por un fuerte "sentido de pertenencia" hacia "los pibes de allá". Esta cohesión, característica de la gente del interior que migra, representó una ventaja inicial frente a la dinámica, a veces más competitiva, de Capital. Esta construcción de audiencia inicial es un claro ejemplo de cómo el legado de Necochea ayudó a edificar el proyecto de la banda..
Pero el poder de la música para El Plan de la Mariposa va más allá de la construcción de una carrera; es también una fuerza interna y sanadora, una "energía ordenadora". Seba explica en "Todo Verso" que una canción con fuerza puede hacer que "muchas cosas pasen alrededor", e incluso ordenar la vida misma. Relata cómo la banda se puso "en el centro como un estandarte gigante" que "los ordenó", haciendo que otros planes de vida quedaran de lado.
La música es también una herramienta para "curar" y procesar emociones profundas. Seba menciona cómo canciones como "Sabia", compuesta en coautoría con su hermano Vale mientras vivían el duelo por la muerte de su madre, les permitió a ambos canalizar ese dolor. Recuerda momentos en la sala de ensayo "llorando y llorando y sacando todo eso" al tocarla. Para él, el sentido profundo de la música tiene que ver con ayudar a "romper la grilla", a "acceder a las profundidades" de uno mismo, permitiendo que las emociones fluyan cuando el pensamiento intenta controlarlas. Otras canciones, como "El Riesgo", también le sirvieron para abordar sus propias "temáticas" y sentirse mejor. Seba utiliza la música conscientemente como una "herramienta" para su bienestar, sabiendo que agarrar la guitarra y ver qué surge mejora su día y cambia su energía vital. Confiesa que, siendo una persona insegura en las cosas que le importan, la música le ayuda a abordar esas temáticas.
Finalmente, el espíritu comunitario y la "conexión" (tanto entre personas como con la naturaleza) que se gestaron en Necochea se manifiestan hoy en el Festival ISOCA. Este evento, que organizan a unos kilómetros de la ciudad natal, se realiza en un lugar "en donde no hay señal de celular", lo que, sumado a la propuesta de talleres y la necesidad de acampar, obliga a la convivencia y fomenta la conexión. Inspirados por festivales alternativos en Europa como Land Shuil en Holanda y experiencias en Argentina como Un Mundo Feliz, ISOCA suma a la música una propuesta de talleres variados. Seba destaca cómo en ISOCA "se arman redes", la gente se vincula con el que está al lado y hay un cuidado del espacio, demostrando que "podemos convivir acá", incluso siendo 2000 personas. Es una "aventura" que implica compromiso y demuestra el potencial de la conexión humana y con la naturaleza. Para Seba, el sentido de hacer música, sintetizado, es para "intentar ayudar a que el mundo sea un poco más bonito", un pequeño aporte para este mundo complejo, encontrando en eso la calma y el sentido que lo motiva cada día.
En resumen, las "juntadas" iniciales en la casa grande de Necochea no solo vieron nacer a El Plan de la Mariposa, sino que sentaron las bases para una música que se convirtió en una fuerza vital: capaz de ordenar la vida y "construir" un camino y una comunidad, de generar "conexión" profunda entre las personas y con el entorno, y de "curar" las heridas emocionales y acompañar el proceso personal . Ese es el pulso que late desde sus orígenes en Necochea hasta su presente, manifestado en sus canciones y en iniciativas como el Festival ISOCA.
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