“Negro” en el ring, de negro en la cancha
Como boxeador, Carlos Alberto Miranda logró un centenar de triunfos. Pero también dejó una huella como árbitro en la Liga Necochea de Fútbol
Adrian Stolarczuk
Redacción
Curioso pero a la vez comprensible para aquellos que lo conocieron, “Negro” Carlos Alberto Miranda es recordado hoy con excelencia por su paso en el deporte en dos facetas distintas. Primero como exponente de la época dorada de nuestro boxeo, con más de un centenar de triunfos, y luego como árbitro de fútbol, tarea en la cual es fácil llenarse de enemigos pero él terminó cosechando respeto.
Entrerriano, nacido en Concepción del Uruguay, se formó boxísticamente en Necochea, en el viejo ring de la calle 61, comenzando cuando apenas tenía 10 años. En los inicios de los años 40, aprendió junto a exponentes de la talla de José Urrestarazu, Antonio e Ignacio Falcón y José Bartoli.
Sus primeros años militó en el peso mosca, para pasar a liviano, en peleas que lo llevaron a recorrer la provincia y hasta Neuquén. En su carrera como amateur cruzó guantes con referentes como Miguel Antonio Pacenza y José Santiago, logrando un récord de 43 K.O. consecutivos.
Entre los mejores
También Miranda tuvo un paso por el profesionalismo, peleando en el ring de la Asociación Argentina de Box, en Castro Barros 75 en Capital Federal. Inteligente y sobrio, de buena estampa en el ring, siempre brindó grandes espectáculos.
Durante su estadía en Buenos Aires, en el mejor nivel del país, le dieron la posibilidad de ser sparring de varios exponentes de la época, entre ellos Pablo Alexis Miteff, uno de los mejores pesados de la historia argentina, que se radicaría luego en Nueva York y lograría en su historial enfrentar a un joven Muhammad Ali, que en esa época, con apenas 19 años, aún era conocido como Cassius Clay.
En pleno apogeo de nuestro boxeo, llegaban a Necochea grandes campeones a dar exhibiciones y medir fuerzas con los locales. Una visita muy recordada, de nivel internacional, ocurrió el 4 de octubre de 1953, cuando el estadounidense Archie Moore, campeón mundial de los mediopesados por una década, se presentó en el recordado Estadio Necochea. Allí cruzó guantes con Raúl Castillo, David Bondulich y con el marplatense Ubaldo Sacco. Miranda siempre contaba que se dio el gusto de hacer un guanteo con el visitante y tuvo la osadía de hacer gala de su pegada, incomodando a Moore, que en rápida respuesta, con un par de puñetazos certeros lo hizo arrepentirse y recordar esa “golpiza” por décadas como anécdota del nivel del campeón mundial.
En 1955, también tuvo el honor de medirse con el zurdo Eduardo “KO” Lausse luego de que éste había vencido en una ensangrentada pelea a Tiger Jones en Chicago, en los Estados Unidos. Esa pelea con Lausse fue aquí en Necochea, en la primera exhibición que dio en el país a su regreso.
Cuando Miranda cumplió 30 años y más de 15 en los rings, le llegó un retiro “forzoso”. No por perder calidad o estado físico, sino por el ultimátum de su esposa Delia que ya no quería que estuviera exponiendo su salud de esa manera y le lanzó aquello de “el boxeo o yo”. Y así fue que el “Negro” optó por alejarse y proveer a su familia de otra manera, aunque sin alejarse del deporte. Se despidió con un asombroso récord de 104 triunfos, seis empates y apenas cuatro derrotas.
Como árbitro
Colgando los guantes, no perdió las ganas de involucrarse en un mundo tan o más complicado: el arbitraje en el fútbol. Y allí también dejó su huella. Incluso así como muchos lo recuerdan como gran boxeador, otros ignoran esa faceta. Para el mundo del fútbol local, su impronta como árbitro y el respeto que generaba dentro de una cancha aún siguen siendo tomados como ejemplo.
Dirigió en la Liga Necochea y también en torneos comerciales, hasta su retiro en 1982, ya con 50 años cumplidos y 25 trayectoria. Incluso se dio el gusto de ser juez de línea en algún torneo de verano en la ciudad de Mar del Plata, cuando se jugaba en el desaparecido estadio “General San Martín”. Como las delegaciones de Boca y River estaban haciendo pretemporada en nuestra ciudad, era más fácil para abaratar costos que los mismos árbitros se trasladasen desde acá. Invitó a su hijo al viaje, Carlos “Chicho” Miranda, quien aún recuerda sorprenderse viendo “de cerca” la potencia del “Gringo” Héctor Scotta, vistiendo la camiseta de la Selección Argentina en un amistoso en Mar del Plata.
Años después, el “Negro” invitó también a su hijo, ya con 16 años, a sumarse a dirigir en un campeonato comercial, como juez de línea. Dos años después “Chicho” ya arbitraba en Primera escribiendo su propia historia en nuestra canchas.
Tras dejar el referato, el “Negro” Miranda eligió retornar al Club Huracán que lo vio nacer, colaborando como masajista, en la escuela de básquetbol del “Globo”, invitado por el uruguayo Santos Alves, recordado por ser el entrenador de Rivadavia en la campaña del ascenso a la Liga B. Siempre sin pasar desapercibido. Bonachón y con una sonrisa, como se lo recuerda, sea en un ring o en una cancha de fútbol. ///