Notables cambios en el paisaje urbano de algunos sectores
Mientras hay quienes opinan que la ciudad se ha quedado en el tiempo, el barrio Parque, la zona costera de Quequén, la ribera del río y otros barrios, han registrado grandes transformaciones en la última década
Muchos opinan que la ciudad se ha quedado en el tiempo y es verdad que algunos sectores no sólo no cambian, sino que, con el paso de los años y la falta de mantenimiento e inversión, se van desgastando.
Pero en otros barrios el cambio es constante y la transformación hace que resulten irreconocibles tras unos años de no circular por sus calles. El notable cambio del frente costero de Quequén en una década es un reflejo de ello.
En la actualidad se construyen varios edificios nuevos que modificarán completamente el paisaje del sector conocido como Pinocho.
Lo mismo ocurre en el barrio Parque, que en los últimos años se ha ido poblando y en la actualidad ya tiene un definido perfil de sector residencial.
También en el centro se han producido grandes cambios con la construcción de algunos edificios, la desaparición de viejas casonas y la construcción de en las últimas dos décadas de dúplex que permiten aprovechar mejor el espacio y brindar soluciones habitacionales en una ciudad que siempre se ha caracterizado por el desarrollo horizontal.
Toda esta evolución del paisaje urbano de Necochea y Quequén ha sido lenta durante algunas décadas, pero se aceleró en algunos sectores hasta llevar a su completa transformación.
Entre estos sectores se encuentran la zona de Bahía de los Vientos en Quequén, la ribera del río del lado de Necochea y todo el noroeste de la ciudad, donde la construcción de barrios en torno al 9 de Julio llevó a la radicación de miles de personas.
También se debe incluir las obras desarrolladas por el municipio en los últimos años en la extensión de la avenida 2 hacia el Puerto y la pavimentación de la avenida 10, que modificó definitivamente los hábitos de circulación por la Villa Díaz Vélez.
Cambios drásticos
Por supuesto que para poder avanzar en esas obras ha sido necesario realizar algunos cambios, en algunas ocasiones drásticos, respecto a construcciones existentes.
“Para construir un mundo mejor, en ocasiones hay que destruir el antiguo, y eso crea enemigos”, decía Alexander Pierce, el personaje interpretado por Robert Redford en una de las películas de Capitán América.
Y eso ha ocurrido muchas veces en Necochea. La demolición de edificios emblemáticos de la ciudad ha generado el repudio de gran parte de la población. Sin embargo, en ocasiones ese es el único camino, ya que la nostalgia no puede sostener construcciones en ruinas.
Muchos grandes edificios, que en otros tiempos definieron a Necochea como una ciudad progresista, cayeron en el abandono y luego bajo la piqueta.
Es el caso del imponente Hotel España, que se encontraba ubicado en la esquina de la calle 63 y 64.
Según una publicación de 1930, “la existencia de este hotel, propiedad de los señores Gregorio Zubillaga y Manuel Zubigaray, data desde el año 1919”.
“Dotado de instalaciones modernas, cuenta con 33 habitaciones higiénicas y bien amuebladas y un salón comedor con capacidad para más de 120 comensales”, agrega el artículo.
“El edificio, de excelente estilo arquitectónico, es amplio y confortable, comprendiendo una planta baja y un piso alto. Funciona este hotel todo el año, con el concurso permanente de una tan numerosa como seleccionada clientela, la que aumenta durante la temporada de verano”, concluye la nota.
Otro hotel que se encontraba en pleno centro de la ciudad, era el Vasconia, construido por el arquitecto ruso Salamandekov. Se encontraba en la esquina de la avenida 59 y 66 y también fue destruido. En ese caso, el lote quedó vacío.
Mientras que el antiguo edificio de la recordada confitería La Armonía, ubicada en la esquina de avenida 59 y 62, fue reemplazado por un nuevo que borró del mapa a su pintoresco antecesor.
En tanto, de la Casa Euskalduna, ubicada en calle 62 y 63, queda la estructura, que fue convertida en los últimos años en una galería comercial.
Allí funcionaba desde 1889 un almacén de ramos generales propiedad de don Tomás Bilbao. Contaba con corralón de maderas y acopio de frutos.
Bilbao era representante en nuestra ciudad y la zona de varias marcas de máquinas e implementos agrícolas, camiones, tractores, naftas y lubricantes.
Otro hotel abandonado que tal vez pronto sea demolido para la construcción de un nuevo emprendimiento es el Alvarez Palace, ubicado en la Villa Díaz Vélez, sobre la avenida 79.
Emblemas perdidos
En las primeras décadas del Siglo XX, se construyeron en nuestra ciudad algunos de los edificios y viviendas más emblemáticas.
Uno de los constructores más significativos de esa época fue Tomás Anastasio, quien entre 1910 y 1930 realizó más de cien obras en la zona céntrica y en la Villa balnearia.
Entre los edificios construidos por Anastasio se encontraba el de la Sociedad Española, ubicado en calle 62 entre 59 y 61, el Dispensario de Lactantes, el chalet “La Olimpia” y la casa de los señores Del Valle y Machado. También fue el constructor de La Armonía y, en sociedad, el del Cine Teatro París.
La ciudad continuó creciendo durante los últimos 100 años y en general los nuevos edificios se construyeron sobre los escombros de los viejos.
Así, la mayoría de las edificaciones de la Necochea de los primeros años del Siglo XX fueron desapareciendo.
Es el caso del imponente Palacio Municipal, que se encontraba ubicado en la esquina de avenida 58 y 61, donde hoy se encuentra el Centro Cívico.
Aquel edificio fue inaugurado el 25 de mayo de 1910, al cumplirse el primer centenario de la patria.
Una a una, las edificaciones que en otra época fueron símbolo de Necochea, desaparecieron: el Hospital Villa Díaz Vélez, grandes hoteles de la Villa balnearia, la rambla, comercios típicos, varios puentes y pintorescas viviendas construidas durante la Belle Epoque.
Hoy sólo quedan de ellos algunas viejas fotografías. Las paredes de otros antiguos edificios sobreviven bajo la estructura de nuevas construcciones, pero tienden a desaparecer, como los recuerdos que aún sobreviven en la memoria de algunos vecinos que los vieron de pie.
En Quequén siguió esa suerte el complejo Pinocho, que fue demolido para construir un modelo edificio que lleva el mismo nombre.
Por estos días avanza la construcción de nuevos edificios en el sector que están cambiando completamente el paisaje del lugar, cada vez más urbano.
Para avanzar es necesario dejar de mirar hacia atrás. Eso no significa que se deba destruir todo, pero indubablemente el progreso no se puede sostener con la nostalgia.///