Nuevas restricciones con una apocalíptica presentación
Tras el anuncio de las medidas restrictivas que había realizado el presidente de la Nación en la noche del miércoles, se aguardaba con expectativas qué instrucciones daría en su discurso de ayer el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, para su aplicación en territorio bonaerense.
Sin embargo, y en cierta forma fiel a lo que ha demostrado a través de anteriores alocuciones, el mandatario bonaerense se ocupó durante la mayor parte de sus palabras a brindar un apocalíptico panorama de lo que está ocurriendo con la llegada segunda ola del Covid-19, a la que con una ironía para nada feliz y exagerada, calificó como la llegada de “un tsunami”. Una descripción devastadora, por cierto.
Va de seguro que Kicillof está preocupado, ¡quién no!, por la rápida multiplicación de contagios y tal vez con su duro discurso buscó asustar a sus conciudadanos, que en muchos casos no han hecho las cosas bien en cuanto a los cuidados. Pero las palabras del mandatario, si detrás no hay un sustento de firmes acciones desde el Estado, por caso de controles, no pasan de eso: palabras.
En tanto, paradójicamente dedicó el menor tiempo a informar de las medidas que regirán a partir de hoy en la Provincia, lo que por otra parte era lo más esperado por los intendentes y población. Y la novedad fue la restitución de la fase 3, la que Necochea por ahora ha podido eludir.
Un gran interrogante
El crecimiento exponencial de casos en el país, hacían presumir nuevas restricciones por parte del Gobierno, tanto nacional como provincial, las que en el caso de Necochea por ahora se pueden considerarse leves.
Sin embargo, sigue aleteando la posibilidad de volver a implementar fases más duras, que ya padecimos y que están muy frescas en la mente de la población.
Más allá de los argumentos que puedan tener los gobernantes y la razón y obligación que les compete en pos de cuidar la salud de la población, se palpa en el ambiente social un notable malhumor ante un presunto regreso a medidas que ya hicieron trizas la economía de muchos empresarios, emprendedores menores y familias. Y resulta más que probable que el grueso de esa ciudadanía haga caso omiso o se rebele a las nuevas imposiciones.
Comparando lo que acontece en otros lugares de mundo, la gente se da cuenta que la mayor causa de la desprotección ante el avance del virus, además del relajamiento social, está en el bajo porcentaje de vacunación que sigue teniendo nuestro país. Y que es la única manera de enfrentar en mejores condiciones al virus.
El Gobierno sabe de este agobio de la ciudadanía y seguramente lo tiene en cuenta a la hora de aplicar medidas. Es que aunque lo quiera disimular el propio Alberto Fernández, la mirada está puesta en las elecciones legislativas de este año, que por ahora no le presenta buenos augurios al oficialismo.
Como mueca cruel a esos padecimientos de la mayor parte de la ciudadanía, la clase política, incluyendo la oposición, se dedican a pelearse mediáticamente y ahondan la grieta que tanto mal le ha hecho al país en los últimos años. Claro que gran parte de sus integrantes ya se han aplicado las dos dosis de la vacuna.///