Objetos entre el abandono y el deseo
Abandonados en el patio, en un altillo o arrojados a la basura, muchos elementos de uso cotidiano se han convertido en productos de interés a partir del coleccionismo y la compra venta de antigüedades
¿Qué tienen en común una antigua medalla del año 1934 del gobernador Federico Martínez de Hoz, un antiguo reloj de manecillas con calendario y una postal de 1955 de la ciudad alemana de Hamburgo? Podría decirse que nada, sin embargo, tienen algo en común y es que es uno de los tantos objetos que se comercializan en el mercado local de antigüedades.
En un mundo de pantallas de pantallas LCD, teléfonos inteligentes, viviendas construidas en seco, automóviles cada vez más silenciosos y eficientes, la nostalgia es para muchos casi un pecado. ¿Cuándo tuvimos más confort que por estos días?
¿Cómo alguien podría extrañar un televisor sin control remoto, en blanco y negro y el que sólo se puede sintonizar 12 canales? ¿Quién extraña los teléfonos a disco y los cospeles? ¿Cómo podríamos comparar el teléfono a disco con ese dispositivo que nos acompaña a todos lados y se ha convertido prácticamente en una prótesis?
Sin embargo, en este mundo que hace unos años imaginábamos como lejano en el futuro, hay cada vez más personas dedicadas al coleccionismo y también más amantes de los objetos antiguos. Algunos lo hacen por pasión, otros por dinero.
En la actualidad la venta de antigüedades es una de esas actividades que en las páginas web para ganar dinero recomiendan como una de las más rentables. Y la sugerencia tiene algo de fundamento, teniendo en cuenta que algunas veces los productos se consiguen gratis y luego se pueden vender: es el caso de esas botellas antiguas abandonadas en el patio.
Empezar por pasión
“El coleccionismo existió toda la vida”, explicó Silvio Bacci, quien en la actualidad dedica su tiempo a la venta de antigüedades, pero que comenzó a interesarse en este rubro a partir de su pasión por la colección de monedas y billetes.
“Hay que diferenciar entre coleccionismo y la compra de antigüedades”, señaló. “Un coleccionista siempre está comprando objetos para completar su colección, una antigüedad se compra una vez, tal vez para decorar una casa o como una inversión, pero no es algo constante”.
En el caso de Bacci, esto que ahora se ha convertido en un trabajo de tiempo completo, comenzó por su interés por la numismática y en especial por la notafilia.
Sin embargo, en 2001, en plena crisis, comenzó a ver la posibilidad de obtener algún ingreso extra con la compra venta de antigüedades y objetos de colección, algo en lo que ya tenía experiencia a partir de su pasión por el coleccionismo.
Pronto aquella actividad se convirtió en un negocio en el que ya lleva 20 años y que le ha permitido conocer un mundo deslumbrante, vinculado en parte a la nostalgia y movido por la pasión.
“La nostalgia es un valor agregado”, explicó respecto a ese sentimiento que lleva a muchas personas a atesorar objetos de pasado o a desearlos.
Consultado sobre si la gente es consciente del valor de las cosas que atesoran en sus hogares, señaló que muchas veces no lo conocen. “En todas las casas hay algo viejo que no se valora”, indicó.
La mayoría de esos objetos a los que no se da importancia pero que tienen valor en el mercado del coleccionismo, son elementos de la vida cotidiana y que han quedado obsoletos, como las viejas botellas de leche, de gaseosa, damajuanas, botellones.
La mayoría de esos elementos, así como sifones, suelen quedar abandonados en algún galpón o tirados en el patio.
“La gente no sabe su valor”, dijo Bacci. Puso como ejemplo que algunos de esos envases que tienen mucho valor para los coleccionistas locales y que son muy difíciles de conseguir. “Las botellas de leche, por ejemplo, son muy difíciles de conseguir y más las de gaseosas hechas en Necochea”.
Explicó que incluso los coleccionistas de botellas tienen una denominación, se los denomina “botelleros”.
Negocio de medio tiempo
Jonatan Sciutto, conocido por su participación en el ajedrez local, comenzó con la compra venta de antigüedades en 2013. “Mi papá vive en Buenos Aires y tenía una compra venta”, explicó.
Vio que era un negocio rentable y pensó: “¿por qué no hacerlo en Necochea?”.
Así fue “creciendo y aprendiendo” el negocio de a poco. En la actualidad divide su tiempo entre la docencia y la compra venta de antigüedades.
La mayoría de sus ventas las realiza a través de Internet y lo que más vende son artículos de cuchillería y artículos de campo.
Los juguetes de lata y publicidades antiguas también son algunos de los elementos más buscados.
La venta más extraña que realizó en estos años fue un juguete muy extraño que encontró por casualidad y también algunas herramientas muy raras que en un principio no sabía para que servían.
Por eso explicó que una de las partes “más lindas” de esta actividad es la cantidad de cosas nuevas que se pueden aprender a partir de estos objetos y del contacto con sus propietarios.
“Los objetos tienen historias”, indicó.
Muchos de los clientes de Jonatan no viven siquiera en la ciudad y se contactan con él a través de Internet.
“Creo que ha crecido el interés por los objetos antiguos e Internet ha potenciado ese interés. Porque cada vez más personas tiene acceso a comprar estos objetos”, dijo.
Con la nostalgia surgida de la televisión por los años 80, por ejemplo, ha crecido el interés por los discos de vinilo de antiguas bandas de rock.
Esas cosas que parecen inútiles
Los objetos cotidianos, de uso diario, muchos de los cuales fueron desechados a finales del Siglo XX han recobrado su valor en la actualidad. Es el caso de los citados envases de gaseosas, carteles, libros, juguetes y otros objetos que nadie hubiera imaginado que podrían tener un valor si se los acopiaba.
“Un atado de cigarrillos de los años 80 sin abrir, por ejemplo”, dijo Bacci. También se encuentran entre esos objetos o latas de cerveza todavía llenas.
“La gente ha tirado muchas cosas sin conocer su valor”, explicó Sciutto. En su caso personal, tiempo atrás encontró en la basura unos libros antiguos muy raros.
“Eran tres tomos de masonería españoles de fines del siglo XIX”, recordó. Para él fue un gran negocio, ya que los recuperó de la basura y luego los vendió.
Aunque muchas veces ocurre, explicó Bacci, que algunas personas pretenden obtener por esos objetos antiguos un dinero que no valen.
Y precisó que en ese sentido Internet puede convertirse en una herramienta de doble filo, ya que existe mucha información desvirtuada. “Desde lo comercial Internet tiene sus pro y sus contras”, señaló.
En tiempos de crisis también puede ocurrir que mucha gente trate de vender algunos objetos para obtener dinero, pero Bacci indicó que ello no es garantía de que aparezcan elementos de valor para los coleccionistas. “Hemos tenido tantas crisis que las cosas valiosas ya las han vendido antes”, afirmó.
Aunque aún quienes llevan años dedicados a esto, se pueden encontrar siempre con alguna sorpresa. “Hoy casualmente apareció alguien con un frasco que no había visto nunca en mi vida”, precisó.
De la pasión al negocio
Hay pequeños objetos que pueden albergar grandes tesoros. A veces se guardan como recuerdo y otras por pasión, otorgándoles un gran valor sentimental. Sin embargo, poco a poco se crean colecciones que no solo suponen una satisfacción emocional, sino que también pueden repercutir en un bien económico.
Algunos sitios web incluso han convertido estas aficciones en un gran negocio, es el caso de TodoColección, que se dedica a la venta de los más extraños objetos, desde tapas de botellas de gaseosas hasta atados de cigarrilos.
El coleccionismo ha adquirido con el paso de los años un gran peso, diversificándose y suponiendo un arte y una forma de vida para muchos, y abarcando cada vez más franjas de edad. Todos los coleccionistas o aficionados al coleccionismo tienen algo en común: necesitan dedicar muchas horas de su tiempo a buscar objetos exclusivos y altas dosis de paciencia e ilusión para conseguirlo, sin que esto se reduzca a una mera inversión económica.
Muchas de estas personas desconocen el valor de lo que poseen: ya sea por haber heredado objetos antiguos o por haber ido acumulando piezas similares por cuestión de gustos. Sin embargo, conforme avanza el tiempo, muchos de estos objetos ganan valor por su exclusividad e incapacidad de conseguir un objeto similar por el desfase temporal. A veces son valiosos como objetos en sí y otras como colección en su conjunto.
Sin embargo, algunos productos han ganado más en valor simbólico o afectivo que en económico. Los sellos o las cámaras de fotos antiguas son un claro ejemplo de ello. La filatelia es una afición que tiende a desaparecer por los nuevos métodos de envíos de correspondencia y las nuevas tecnologías. Sin embargo, ha sido uno de los máximos expositores del coleccionismo en cuanto a enfocarlo como negocio se refiere. El secreto de este tipo de coleccionismo fue la escasez y la imposibilidad de nueva fabricación, teniendo en cuenta que muchos de estos sellos han sido rescatados de cartas procedentes de diferentes épocas.
Durante muchos años, la exclusividad de los sellos hizo que su validez económica aumentara con el paso de los años, influyendo su belleza, tirada, rareza o incluso errores de impresión que les han otorgado una singularidad muy reclamada por los coleccionistas y aficionados a los sellos. Sellos que en sus inicios costaban unas pocas pesetas han llegado a costar cientos de euros.
En el sector de las cámaras de fotos ha sido otro de los grandes exponentes del valor de lo antiguo, la nostalgia y la exclusividad. Con la evolución tecnológica las cámaras fotográficas han evolucionado a una velocidad vertiginosa, tanto interna como externamente, haciendo que cámaras de hace 20 años se conserven como auténticas reliquias.