“Pintar es el lugar donde soy más yo que nunca”
Fernanda Villar habló con Ecos Diarios sobre su arte y su trayectoria
Autodidacta, emocional y comprometida con el arte como forma de vida. Así es Fernanda Villar, una artista abstracta que eligió la pintura como camino y que, tras años de recorrido, hoy combina la sensibilidad del color con la técnica del oficio en obras de gran formato. Con 40 años y una sólida carrera paralela como abogada, Villar decidió dar un giro y dedicarse de lleno a su verdadera pasión: la creación artística. En diálogo con Ecos Diarios, compartió su historia, su búsqueda y sus próximos desafíos.
“Pinto desde que soy muy chiquita, desde los cuatro o cinco años. La pintura me acompañó siempre, en todos los procesos de la vida”, contó. Aunque estudió Derecho y ejerció la abogacía durante más de una década, el arte nunca dejó de estar presente. Hace unos 15 años comenzó a comercializar sus obras, luego de regalar cuadros a casi todo su entorno. “Fue una decisión difícil, que vengo trabajando desde la pandemia. Difícil solo por decidir. Pero fue el paso que necesitaba dar”, aseguró.
La transición al arte abstracto
Su incursión en el mundo del arte comenzó con lo figurativo, pero rápidamente se sintió llamada por el universo abstracto, una transición que, según confesó, no fue sencilla: “meterme en lo abstracto fue muy difícil porque rompés la línea, porque básicamente cambias muchas cosas de tu vida para poder hacer ese arte desde lo emocional y no desde lo racional”. Ese cambio de enfoque transformó su forma de ver y de sentir. “Es el lugar donde más cómoda me encuentro”, resaltó.

El proceso creativo
Fernanda trabaja principalmente con acrílicos y tintas sobre lienzos de gran tamaño, muchas veces en formatos mayores a 80 x 100 cm. La música la acompaña en el proceso creativo y cada obra se convierte en un acto íntimo de conexión. “Ahí me expreso por completo. Trabajo con bastidores profesionales y materiales de calidad. Hice el camino para llegar a lo máximo posible, no solo desde lo emocional sino también desde lo técnico”.
Sus obras no solo surgen del impulso interior, también tienen un fuerte componente de diálogo con el entorno. Realiza asesorías personalizadas para hogares, oficinas y empresas, pensando cada obra en función del espacio y de quienes lo habitan. “Cuanta más libertad tengo para crear y más confianza del cliente, el trabajo se asemeja más a lo que ese cliente realmente necesita”, explicó.
Intervención artística para Sharpie
Uno de los grandes proyectos destacados que la artista viene llevando adelante es su colaboración con la reconocida marca Sharpie, en conjunto con Librería Woopy en Buenos Aires. En este espacio, ha intervenido paneles y sectores dedicados exclusivamente a la marca, aportando su impronta personal y artística. Su trabajo no solo decora, sino que también transforma los espacios de la librería, convirtiéndolos en una experiencia visual única que conecta con la esencia creativa de Sharpie.
Además, otro de los proyectos que tiene en agenda es su participación en una muestra colectiva en el Museo de River Plate, en Buenos Aires. Invitada por la Fundación River, Fernanda será una de las ocho artistas que expondrán obras inspiradas en el universo del club. “Cada artista lleva lo que quiere, pero siempre representando algo de River. Después se rematan y lo recaudado va a beneficio de la fundación”, comentó entusiasmada. La muestra será en junio y representa un nuevo desafío dentro de una carrera en constante movimiento.
La influencia de Kandinski
Más allá de la producción artística, Villar también comparte su experiencia a través de talleres intensivos que dicta dos o tres veces al año, tanto de forma presencial como online. Están dirigidos a adultos y niños, y buscan abrir un espacio de juego, exploración y expresión libre. “Con los adultos el trabajo es hermoso, porque lo primero que quieren es hacerlo perfecto. Lo que logramos es que jueguen como niños. El niño lo hace sin pensar, el adulto necesita volver a eso”.
Fernanda mencionó como una de sus principales influencias a Vasili Kandinski, el pionero del arte abstracto, y en especial su libro “De lo espiritual en el arte”, que le permitió poner en palabras sensaciones que había vivido desde siempre. “Muchos años después de pintar abstractos encontré ese libro, y entendí un poco lo que a mí me pasaba con el color y con la pintura”, destacó.
El arte como espacio de libertad
En el trascurso de la entrevista, hay una idea que se repite como lema y define su vínculo con el arte: “siempre fue un hobby, pero también siempre fue un lugar de expresión. Desde chica, cuando me sentaba a pintar en mi mesita roja, sentía que me metía en una burbuja. Es el lugar donde soy más yo que nunca, donde dejo de ser yo para ser pintura”.
Ese vínculo tan profundo y constante con la pintura es, quizás, lo que convierte a su obra en algo tan honesto. No hay estrategias: hay emoción, impulso y una búsqueda que no se detiene. Fernanda pinta como quien respira, como quien necesita volver a sí misma. Y en cada trazo, en cada mancha de color, parece decirnos que el arte no siempre se elige, a veces simplemente se es.
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