Preocupación por la inflación en alimentos y caída del consumo
Consecuencia. Se buscan segundas marcas, hay productos que ya ni se venden y otros que faltan, como el aceite. En las carnicerías bajaron las ventas
El rubro alimentos es uno de los más afectados por la inflación. Con cada factura, los comerciantes reciben nuevos aumentos que los obliga a remarcar los productos todas las semanas y, como consecuencia, el consumo ha empezado a caer. Hay artículos que ya ni se compran y otros han empezado a faltar.
En el caso de la carne, en las carnicerías de barrio se afirma que la gente ya no come todos los días y se la deja para las reuniones de los fines de semana.
Almaceneros y carniceros están preocupados por la situación no solo por las subas de precios constantes, la caída del consumo sino también porque los gastos que implica mantener un local cada vez son más altos. Quienes tienen años en el rubro, afirman que se trata una de las peores crisis, incluso peor que la hiperinflación.
Menos cantidad de ventas
En los almacenes, se advirtió que marzo fue uno de los meses que más se remarcaron los precios. Cada vez que llega mercadería con la boleta, los comerciantes tienen que fijarse detalladamente porque seguro que viene con aumentos.
En general, todos los alimentos aumentan parejo, salvo las harinas y sus productos derivados que han tenido un mayor ajuste. Después, hay otros productos como la cerveza, por ejemplo, que suben de golpe pero cada dos o tres meses.
Según el sector, el consumo está cayendo. “Quizás hacemos más plata por los aumentos, pero con menos cantidad de ventas”, opinó Carlos Frener, quien tiene un comercio en el barrio Norte desde hace 10 años.
Hay productos que ya ni se venden como, por ejemplo, algunas mermeladas de La Capagnola que están arriba de $250 o el atún de la misma marca, que superó los $400. Para suplir estos alimentos, se empiezan a vender otras segundas marcas que siempre han existido, pero que ahora están teniendo más salida.
Con los artículos de limpieza, pasa lo mismo. Los consumidores les escapan a las primeras marcas e incluso algunos productos más específicos de desinfección, en el almacén de barrio ya ni se venden.
Entre los faltantes, figuran sobre todo el aceite de girasol y principalmente de la marca “Natura” y lo mismo pasa con la mayonesa de la misma firma, un producto que desde hace años es líder y ahora no se consigue o, por lo menos, no hay variedad de tamaños. “Está muy cara y hay poca”, remarcó el comerciante.
Frener tiene 30 años en el rubro (20 años en Buenos Aires y 10 en Necochea). Para él, “esto es peor que la hiperinflación, porque es constante, te cansa el aumento de precios. Hay cosas que uno piensa que ya no pueden aumentar más y la gente compra lo que puede”.
La carne en baja
El consumo de carne también está cayendo. Si bien en el rubro se reconoce que, con los años, ha habido un cambio de alimentación, todos acuerdan que puntualmente ahora la caída se debe a la situación económica.
En las carnicerías de barrio, si antes se compraba carne picada todos los días, ahora se compra cada dos o tres días para hacer un tuco. El mayor consumo se da los fines de semana cuando la gente se reúne en peñas. “Se vende más carne para los asados de los hombres que para el consumo de las familias”, explicó Raúl Di Franceso, referente en el rubro de las carnicerías. Además, señaló que se buscan precios, descuentos y promociones para pagar menos. “A la gente no le alcanza”.
Sobre los precios, detalló que los cortes más baratos (paleta y roast beef) rondan entre los $700 y $800 y el asado cuesta desde $880 a $1.200 y, como ejemplo, dijo que un asado para 15 personas cuesta alrededor de $12.000 sin contar el resto de los productos que se necesitan para armar una cena. “Los precios no suben más porque no hay consumo”, insistió.
Los comercios se ven afectados por esta caída de las ventas porque sus gastos siguen subiendo. “Hay que calcular $20.000 de luz, $20.000 o $30.000 de ingresos brutos, otros $10.000 de bolsas, cuando querés acordar tenés que juntar entre $6.000 y $7.000 por día y ya no da ningún comercio”, explicó el comerciante.
“Para mi es la peor época”, señaló, haciendo una comparación con otras crisis. Contó que “un motor de una cámara cuesta entre $100.000 y $200.000, una heladera sale desde $300.000 a $400.000, ¿cómo hace un comercio?”, se preguntó.///