Primer cronista de la región y… de fútbol
El padre José Cardiel cruzó el río Quequén en 1748 y dejó el primer registro cartográfico de la zona. También dejó constancia de la pasión de los guaraníes por un juego de pelota
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Ecos Diarios
El jesuita José Cardiel es reconocido en la ciudad por una expedición evangelizadora que realizó a fines del siglo XVIII. Lleva su nombre la avenida ribereña que une el puente Dardo Rocha con el Colgante y la avenida Circunvalación.
El sacerdote español fue el primer europeo que dejó registro de un cruce del río Quequén, al que nombró San José.
Sin embargo, pocos saben que Cardiel fue también uno de los primeros europeos que dejó registro de la pasión de los nativos sudamericanos por un juego de pelota que se jugaba con los pies, como el fútbol.
Si bien los europeos remontan los antecedentes del fútbol hasta Grecia, a un antiguo juego denominado episkyros, en Sudamérica fue precisamente Cardiel quien escribió sobre una práctica similar de los guaraníes.
Cardiel en la región
Cardiel había llegado a la zona en 1746, junto a los misioneros jesuitas Tomás Faulkner, Matías Strobel, Gerónimo Rejón y Manuel Querini. Habían sido enviados a evangelizar por la Corona española.
Se asentaron a orillas de la Laguna de las Cabrillas, hoy denominada Laguna de los Padres, en recuerdo de aquellos arriesgados misioneros. Juntos crearon la Misión de Nuestra Señora del Pilar del Volcán (de Vulcan, abertura entre dos cerros). La misión recibió constantes ataques de tribus pampas lideradas por el cacique Cangapol.
Pero, según escribió Cardiel en uno de sus informes, allí también había unos 300 indios que «mostraron gusto de que formáramos pueblo, aunque algunos se mostraban adverso a la cristiandad».
El jesuita llevaba entre sus pertenencias una estampa de Nuestra Señora del Pilar, de allí el nombre de la reducción.
Luego de la fundación de la reducción del Pilar, Cardiel no permaneció mucho tiempo sin salir a cumplir con su misión evangelizadora. Así partió en la expedición por la que aún hoy se lo recuerda en la región.
El 6 de mayo de 1748 partió en la arriesgada misión acompañado por un grupo de indios que le servían de portadores. Una semana después bordearon el Río Quequén Chico y cruzaron el Quequén Grande por el lugar conocido como Paso de Otero (cercano a La Dulce). Allí se detuvieron a descansar y concretaron la primera misa el 13 de mayo.
Al día siguiente llegaron al lugar que los indios conocían como el País del Diablo y abandonados por el baqueano y el lenguaraz, iniciaron el regreso por las playas.
Fue así que el 25 de mayo de 1748, Cardiel celebró una misa en Punta Negra y al día siguiente llegó hasta la orilla del río que había nombrado San José y lo cruzó a pie, rumbo la reducción del pilar.
Jugaban con los pies
Cardiel fue el primero en dejar un registro escrito de sus viajes por la región y el primero en darle un nombre español a los parajes de los futuros partidos de Lobería y Necochea. De su deambular por el territorio de lo que luego sería la provincia de Buenos Aires dejó 10 mapas que se convirtieron en una de las mejores cartografías coloniales del territorio bonaerense.
El 6 de junio, un mes después de la partida, llegó a la reducción de la Concepción, ubicada a unos kilómetros de la actual localidad de San Clemente.
En la actualidad, Cardiel es considerado uno de los mejores cronistas de las misiones jesuíticas en la Argentina. Sus escritos resultan esenciales para conocer la historia de la obra de la Compañía de Jesús en nuestro país y Paraguay.
Es precisamente este sacerdote quien dejó registro de un juego de pelota en la reducción jesuítica de San Ignacio Miní, en el siglo XVII.
El jesuita español José Manuel Peramás cita precisamente a Cardiel en su libro “De vita et moribus tredecim virorum paraguaycorum”.
Señala que los guaraníes “solían también jugar con un balón, que, aún siendo de goma llena, era tan ligero y rápido que, cada vez que lo golpeaban, seguía rebotando algún tiempo, sin pararse, impulsado por su propio peso. No lanzaban la pelota con la mano, como nosotros, sino con la parte superior del pie desnudo, pasándola y recibiéndola con gran agilidad y precisión”.
“Sí, los Guaraníes jugaban un juego de pelota con los pies. Lo describe el padre jesuita José Cardiel, en el libro Las misiones del Paraguay”, escribió Peramás.
Y precisa que “los Guaraníes no juegan a la pelota como nosotros con la mano, sino que la envían y la vuelven a recibir con la parte superior del pie descalzo con gran rapidez y mucha destreza”.///