Profeta de la guitarra en tierra ajena
Desde que su padre le regaló una guitarra, a los ocho años, Marcelo Grau no ha dejado de tocar. La falta de trabajo en la ciudad lo ha llevado a recorrer el país
Por Juan José Flores
Redacción
“Nadie es profeta en su tierra. Por eso uno tiene que salir a buscar su lugar”, afirmó Marcelo Grau, quien en los últimos años a recorrido el país a lo largo y a lo ancho, representando la ciudad.
Sin embargo, aquí Marcelo es prácticamente desconocido fuera del circuito artístico y ha tenido que trabajar durante años como profesor de guitarra para vivir.
Fanático de Abel Fleury, Grau comenzó su carrera como profesional hace ya 25 años. Si bien su formación es clásica, hizo de la guitarra un oficio y no se negó a ningún género. Eso lo llevó a integrar un grupo de cumbia, a formar parte durante años de una banda de música progresiva y a tocar ante 15.000 personas nada menos que con Ricardo Iorio en el estadio Malvinas Argentinas.
Por estos días Marcelo arranca su actividad anual docente en la sede de Atcoa, en Quequén, mientras sigue trabajando con el Pampa Cruz, con quien ha tocado prácticamente en todas las provincias argentinas. “El único lugar donde no fui nunca es Bariloche”, señaló.
Pero además Grau sueña con armar un espectáculo propio con el cual salir de gira por el país e incluso viajar al exterior. Lo más cercano parece Paraguay y Honduras, países en los que quiere ir a tocar música de uno de sus guitarristas más admirados: Agustín Barrios.
El camino
Marcelo Grau lleva un largo camino recorrido junto a su guitarra.
Todo comenzó cuando su padre le regaló una guitarra a los ocho años. Desde entonces no dejó de tocar.
Unos años más tarde, ya adolescente, comenzó a acompañar con su guitarra al bandoneonista Antonio Delahora y a Roberto Caballero. Luego fue integrante durante cinco años del grupo de cumbia Fantasía.
A fines de los 90 Marcelo participó en el Pre Cosquín y los vínculos surgidos de esas presentaciones permitieron comenzar a introducirse cada vez más en el mundo del folclore.
Además de integrar el grupo MIL con sus amigos Adolfo Matar, Carlos Rossi y Carlos Folgado, comenzó a tocar poco tiempo después con Belén Steingold, con quien Marcelo tocó en distintos lugares del país.
En una de esas giras fue donde conoció al Pampa Cruz, quien tras cambiar un guitarrista lo invitó a acompañarlo.
Desde entonces viaja gran parte del año. En los últimos meses estuvo en Viedma, Mendoza, Villa María, entre otras ciudades. “En Córdoba, Santa Fé y la Patagonia me conocen”, dijo Marcelo, quien también ha tenido oportunidad de representarnos en Uruguay y Chile.
Los conciertos con el Pampa lo llevaron a conocer Ushuaia y El Calafate. “Allí donde vamos siempre digo que soy de Necochea”, dijo Marcelo, que nunca ha querido radicarse en otra ciudad, a pesar de que han existido posibilidades.
Opinó que la ciudad parece estancada hace unos años. “Tenemos que trabajar por una Necochea distinta”, comentó Grau, que lamentó que en la Argentina no se respete al artista como en otros países.
Por ello Marcelo sueña con viajar a Europa o Estados Unidos con su música. Tiempo atrás recibió invitaciones para tocar en Miami, en Portugal y España, pero no pudo ir. Espera que en un futuro cercano se presente una nueva oportunidad y para ello sigue estudiando con intensidad.///
Admiración
Las mayores influencias de Marcelo Grau provienen de Pedro Echavez, su profesor durante 10 años, y de su compositor y guitarrista más admirado: Abel Fleury.
Precisamente a Fleury el guitarrista necochense le dedicó su primer disco. Fue en la Fiesta Nacional de la Guitarra, que se realiza anualmente en Dolores, en homenaje a Fleury, donde Marcelo recibió el reconocimiento de Argentino Luna y de Zulema Fleury, hija del compositor. Eso lo impulsó a seguir adelante.
Marcelo tuvo oportunidad de cruzarse varias veces con el recientemente fallecido Juan José Domínguez, quien le recomendó que tocara tango.
Fue por eso que hace unos años Grau realizó un disco de tangos.