Pronósticos meteorológicos: entre la necesidad de advertir y la decepción
Necochea "zafó" del temporal, pero se actuó correctamente para evitar todo tipo de riesgo
En los últimos días se ha evidenciado una creciente frustración entre la ciudadanía debido a la percepción de que los pronósticos meteorológicos emitidos por el Servicio Meteorológico Nacional no cumplen con las expectativas generadas. Aunque los expertos recalcan que estos pronósticos se expresan en términos de probabilidades –indicando porcentajes de posibilidad de ocurrencia de fenómenos– la experiencia reciente ha dejado una sensación agridulce en varios sectores.

El caso de Necochea es un ejemplo palpable. Ayer se emitió una alerta naranja para la localidad, una advertencia que, en términos generales, implicaba la preparación ante condiciones de extrema adversidad. Sin embargo, lo que se vivió anoche fue, afortunadamente, una lluvia intensa pero no el escenario catastrófico que muchos temían. Incluso, para las 20 horas, el alerta había bajado a amarillo.
Sin embargo, hay que destacar que en ciudades vecinas como Mar del Plata, el pronóstico se cumplió de forma precisa, con calles intransitables y varios problemas en los servicios, generando un contraste que ha incrementado la duda y el escepticismo en torno a la capacidad de predicción de estos servicios.

La incertidumbre en cifras
Los meteorólogos insisten en que la meteorología es una ciencia basada en modelos y probabilidades. “Cuando se habla de un 70% de posibilidad de lluvia, se está comunicando un riesgo, no una certeza absoluta”, explicó un portavoz del servicio meteorológico. No obstante, para una parte de la población, la reiterada experiencia de alertas que no se materializan a la magnitud anunciada ha mermado la confianza en las advertencias oficiales.

Impacto en la percepción pública
Esta situación no solo tiene implicaciones prácticas para la planificación de actividades cotidianas (como ayer, por ejemplo, que se suspendió todo a partir de las cinco de la tarde en Necochea), sino que también afecta la percepción general sobre la fiabilidad de la información emitida por las autoridades. Desde un punto de vista psicológico, la discrepancia entre las expectativas y la realidad puede inducir sentimientos de ansiedad y desconfianza. La repetida experiencia de “falsas alarmas” podría llevar, a largo plazo, a que algunos ciudadanos minimicen futuras alertas, lo que resultaría peligroso en situaciones de emergencia real. Sin embargo, haber “zafado”, debería ser motivo de alegría, no de decepción.
El reto de la comunicación en tiempos de incertidumbre
La clave para mejorar esta situación, según expertos, radica en la claridad y transparencia en la comunicación. Es fundamental que los medios y las instituciones recalquen el carácter probabilístico de los pronósticos y expliquen que una alerta, aún cuando finalmente no se materialice en su totalidad, es parte de un sistema preventivo diseñado para salvaguardar la seguridad de la comunidad.
Mientras tanto, la ciudadanía se mantiene en una posición de cautela, esperando que la ciencia y la tecnología continúen avanzando para ofrecer predicciones cada vez más precisas y que, de este modo, se refuerce la confianza en un sistema que, pese a sus limitaciones, cumple un rol esencial en la protección de la sociedad.
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión