Redacción que enseña y vigencia histórica
por Miguel Abálsamo
Para Ecos Diarios
En 1980 ingresé por primera vez a la redacción de Ecos Diarios, «el Ecos», el cuadro de costumbre, utilizable cuando hacemos mención a nuestro diario, único e histórico.
Mi primer trabajo, con miedos lógicos y dudas manifiestas, duró dos veranos, en la edición de aquella mítica página «Hola Verano», magníficos, intensos, donde comenzaba a hacerme conocer, algo que uno percibe lentamente con el sentir dulce de las voces de la calle y la mayor responsabilidad a contraer en intra muros.
Aprendí rápidamente que en una redacción suele estar no sólo nuestra segunda casa, sino también parte de la vida diaria, la redacción tiene voz, opinión, vivencias propias, de aquellas máquinas de escribir Olivetti que nos ensuciaban los dedos, la teletipo, cuando recibíamos la información nacional e internacional directamente de la agencia United Press, esperando que una tormenta no pusiera obstáculos a nuestro trabajo, a este presente tecnológico, que hace más rápida y eficaz la tarea, aunque nunca podrá reemplazar la idea, creatividad y talento.
Tres años después, fui convocado al área de deportes, pase ocho años y tres meses inolvidables, llenos de anécdotas, viajes que me hicieron conocer lugares del país como primeras experiencias, exigencias que hoy valoro y escuela periodística de aquellos que enseñaban, desde el acento que faltaba, el título discutido, defectos a corregir, virtudes a continuar cuando aparecía el «diario del lunes», la valoración por esa escuela de enseñanza donde tantos pasamos y que nos marcó huellas en los lugares donde seguimos transitando, esa redacción donde convivían todas las ideológicas, los amores futbolísticos y las formas de ser, la redacción donde no se puede contar la realidad de la vida y al mismo tiempo esconderla.
De Ecos Diarios en lo personal no me fui nunca, ni siquiera cuando no estaba, cumpliendo funciones periodísticas en otros medios que me abrieron las puertas sabedores que venía de esa puerta escrita que suele convertir al periodista en todo sentido de la palabra.
Con modestia podría decir con «Pichuco» como van a decir que me fui, si siempre, si siempre estoy llegando».
En 2015 me convocaron para editorialista político, dos años los miércoles, entre semana, y desde hace dos años el día central, el domingo, con el significado que tiene esto no sólo para quienes hacemos periodismo sino para el lector de cada día.
En el diario comprendí como rezaba aquella frase del «Chicago Tribune» «si su madre dice que lo ama verifíquelo», y repetir a Gabriel García Márquez » el periodismo es el mejor oficio del mundo», porque somos aquellos que tenemos el boleto de la primera fila para los acontecimientos diarios.
No es mi sentir caer en sobre exageraciones, ni tampoco minimizar, todo en su medida, imposible hacer nombres, ya la historia los refleja y los pone a cada uno en su lugar, compartí con todas las ideas, lo cual te abre la cabeza y te enseña a escuchar, comprendí perfectamente que la libertad no es libertinaje, que una empresa comercial debe tener ingresos para mantener su fuente laboral, y la conducción no es imposición.
Este martes el diario nuestro de cada día, cumple 99 años, edición 33.036, a 365 días de la centuria,(un siglo de vida).
En estas líneas puedo reflejar dos caminos bifurcados ,el periodista del diario, de esa cocina de noticias, formando, informando, entreteniendo, y el lector, que fue antes que el componente de la redacción y lo seguirá siendo por los tiempos, porque la lectura de un diario no es obligatoria es un placer de la vida.
Ecos Diarios, en sus archivos está la historia de la ciudad, los momentos de nuestra sociedad; militares y civiles, inflaciones y corralito, imposiciones del poder que se responde con respeto y firmeza y un sello inconfundible, querer siempre la mejor para Necochea.
Quisieron competirle, quisieron imitarlo, quisieron suplantarlo. Se «aggiorno» a la tecnología y nuevos estilos para crecer y perdurar sin dejar sus raíces y comprendiendo, como cada uno de los habitantes de nuestro suelo, que a veces debemos aflojar la corbata sin sacarnos el saco.
Por eso diría, aunque parezca extraño, porque se liga más a la moda que al periodismo que en estos 99 años han pasado modas, pero lo clásico continúa.///