Reflejos de un modelo económico que desapareció con el ferrocarril
Ayer Ramón Santamarina cumplió 113 años. La localidad fue una de las once surgidas entre 1900 y 1910 en el viejo partido de Necochea con la llegada del tren.
Ayer Ramón Santamarina celebró sus 113 años. La localidad, que las últimas décadas ha luchado para detener la fuga de habitantes en busca de oportunidades, fue en un tiempo uno de los pueblos más pujantes del interior del distrito.
Hoy ubicada en el límite entre Necochea y San Cayetano, fue una de las once poblaciones surgidas en sólo una década, entre 1900 y 1910.
Ramón Santamarina es el producto de una década en la que los rieles cambiaron definitivamente el paisaje y la economía de la zona.
El tren había llegado a la región poco después de la fundación de Necochea y su impulso marcó un cambio de paradigma en el inicio del nuevo siglo.
El impacto del tren fue tan importante que no sólo definió la economía regional, sino que más de cien años después aún existe nostalgia de esa época.
Precisamente, hace una semana, en las páginas de Ecos Diarios representantes del sector agroexportador opinaban sobre los beneficios que podría tener la vuelta del ferrocarril para el transporte de cargas a Puerto Quequén.
Entre ellos, Mauricio Díaz, presidente del Centro de Acopiadores de Cereales Zona Puerto Quequén, decía que “el tren es primordial” para la estación marítima local, analizando que “es más barato y eficiente para distancias largas, es imprescindible porque en cualquier país desarrollado del mundo siempre ha sido sinónimo de desarrollo”
Modelo de pujanza
Un siglo después del cambio de paradigma generado por la llegada del tren al viejo partido de Necochea, en 1894, es difícil comprender el impacto económico que esto tuvo.
Un artículo sobre Ramón Santamarina publicado en un libro editado hace 90 años puede dar una idea de la pujanza que tuvo el pueblo a principios del siglo pasado.
“Este pueblo del partido de Necochea está situado sobre la estación del Ferrocarril Sud que lleva su mismo nombre. Fue formado por los señores Santamarina e hijos en 7.500 hectáreas de campo de su propiedad, hoy divididas en solares, quintas y chacras”, señalaba la nota.
El trazado de su planta urbana ha sido realizado de conformidad a moderno plano y su edificación, si bien todavía no se ha extendido mayormente, comprende una serie de construcciones de importancia, ya afrontadas por el comercio o ya por particulares que han establecido sus residencias familiares.
Señala además otras características del pueblo allá por 1930: “Posee delegación municipal, destacamento de policía, una bien instalada oficina de correos y telégrafos, escuela provincial con edificio propio, escuela Lainez, usina eléctrica de reciente data que provee de corriente para el alumbrado público y particular y fuerza motriz, cementerio, etc”.
Incluso tenía dos clubes: el Atlético Santamarina y el Recreativo y Sportivo "Baldomero Sagaste"
“Se espera que con la construcción del proyectado ramal férreo de Energía a Necochea, Ramon Santamarina habrá de recibir un nuevo y valioso impulso, facilitando el transporte de la producción de su zona al Puerto Quequén”, concluía la nota.
En cada estación, un pueblo
Pero no fue sólo Ramón Santamarina. En la primera década del siglo XX, allí donde se fundó una estación, surgió alrededor una pequeña población.
La Negra, Claraz, Juan N. Fernández, Lumb, San José, La Dulce, Deferrari, San Cayetano, Ramón Santamarina, Cristiano Muerto y Energía cambiaron definitivamente el mapa y la vida en el extenso partido de Necochea.
Creado en 1865, el distrito comprendía en sus orígenes no sólo su actual territorio, también incluía gran parte de las tierras que hoy forman San Cayetano. De allí en la actualidad muchos de los pueblos fundados en la primera década del Siglo XX se encuentran en el partido vecino.
Según explicaba hace años la arquitecta María Elena Méndez en su libro “Juan Nepomuceno Fernández. Cien años de patrimonio”, la “concesión de tierras a las compañías ferrocarrileras y la posibilidad de fijar la localización de estaciones y poblaciones, significó un poder adicional que originó numerosos centros urbanos fundados por los empresarios del ferrocarril, y los más, por la iniciativa privada, cuando las líneas férreas pasaban por las tierras de sus propietarios”.
En el corazón del partido
El 31 de agosto de 1865, cuando se creó, el partido de Necochea tenía una extensión de 7.130 kilómetros cuadrados. En 1931 la población del distrito era de 45.000 habitantes.
La estación Cooper (Defferrari) se encontraba hasta entonces en el centro de nuestro partido. Pertenecía a la red del Ferrocarril Sud y era una estación de intenso movimiento. Punto de empalme de los ramales Necochea a Tres Arroyos, Tandil-Defferrari, Copetonas y Orense-Defferrari, con arribo de trenes de carga y pasajeros.
Aquella estación, que hoy pertenecería al partido de San Cayetano, se hallaba en una de las zonas más productivas de nuestro distrito. El pueblo comprendía unos pocos edificios.
“Está constituida por una gran casa de comercio, de los señores J. Ibarra y Cía., hotel, herrería, panadería, algunos negocios de menor cuantía, escuela, destacamento de policía y un reducido número de casitas modestas destinadas en su mayoría a viviendas del personal ferroviario”, señalaba una publicación de los años 30.
“La totalidad de los edificios son de material y pertenecen al doctor Luis Defferrari, hallándose ubicados en campo de su propiedad”, agregaba la nota. “Hace buen tiempo que debería haberse creado un pueblo y de haber ocurrido eso, hoy Defferrari no sería simplemente una estación sino una localidad con vida propia y de mucho porvenir”.
Pueblos y partidos
De aquellos once pueblos surgidos a la vera de la vía, el que más se desarrolló fue San Cayetano. Fue fundado por Pedro N. Carrera y Agustín Lizardi en 1909 junto a la línea férrea que unía Necochea y Tres Arroyos.
Aquel tramo de vía era uno de los más extensos del distrito, ya que continuaban hacia Defferrari y luego a Lumb, Juan N. Fernández, Claraz y La Negra, todas estaciones del extenso partido de Necochea.
Lumb era entonces una próspera estación, un pueblo de trabajadores que creció mientras el ferrocarril existió y que luego decayó y prácticamente desapareció con la desaparición del tren. Los edificios y viviendas abandonadas de aquella población se encuentran hoy en el límite entre Necochea y San Cayetano.
Juan N. Fernández también creció hasta alcanzar en 1930 la cifra de 6.000 habitantes.
El desarrollo de esta localidad del norte del distrito se reflejaba en su apogeo: contaba con cines, teatro y dos periódicos: “Tribuna” y “El Independiente”.
Claraz también tuvo su momento de apogeo con el impulso del ferrocarril y de la producción agropecuaria. En 1916 la localidad llegó a contar con una Asociación de Fomento que fue creada por el mismo Nicasio Ocampo, fundador del pueblo.
En aquellos años La Dulce también era una estación. Las vías de Nicanor Olivera continuaban desde Defferrari hacia Lobería.
Pero la desaparición del ferrocarril llevó a muchos de esos pueblos al borde de la desaparición. Muchos redujeron notablemente su población y otros pasaron al nuevo partido de San Cayetano en 1958.
Sueños nada más
En un año eleccionario no es raro que algunos sectores políticos volvieran a hablar de la vuelta del tren de pasajeros y de cargas.
Mientras que, como indicamos, el sector agroexportador también tiene en agenda el regreso de los trenes cargueros al puerto, pero con el claro objetivo de mejorar la logística de la estación marítima local.
Sin embargo, ¿es posible la vuelta del tren a Quequén y Necochea?
En un artículo publicado en estas mismas páginas en mayo de 2021 se analizaba la situación de las estaciones de trenes del distrito. La mayoría de las estaciones se encuentran abandonadas o en ruinas, otras convertidas en edificios públicos y algunas ocupadas como viviendas. Además, los rieles ya no están.
Ante este panorama de estaciones que ya no son y rieles desaparecidos, el sueño de la vuelta del tren es nada más que un lindo deseo.
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