Regularizar las obras
El Ejecutivo, a través de la Dirección de Obras Privadas, ha emprendido una campaña para que se regularicen las numerosas construcciones clandestinas que se han detectado y se están descubriendo en distintos barrios de Necochea y Quequén.
La ofensiva busca normalizar un desorden que en este sentido ha generado años de falta de controles y exigencias, y que colateralmente le significará a la comuna nuevos ingresos de dinero, ya que los contribuyentes tendrán que pagar más.
Los relevamientos de Obras Privadas vienen desde hace meses, a través del recorrido barrial de los inspectores, cruce de datos con ARBA e imágenes satelitales que echan luz de lo que “no se ve” desde el exterior de los inmuebles.
Al margen de esta decisión del Ejecutivo, el municipio tiene la obligación y le corresponde examinar las obras privadas y que las mismas se ajusten a las ordenanzas vigentes: tanto de los lugares donde se levanta tal estructura o los materiales que se utilizan. Y para eso es fundamental que lo que se construye esté declarado.
En el primer aspecto se ha abusado en los últimos años de las vías de excepción y a tal fin el Ejecutivo, a través del área pertinente, encabeza la elaboración de nuevas normas del planeamiento urbano. Es que las reglas anteriores quedaron vetustas ante el crecimiento de la ciudad y su extensión hacia el oeste. Va de suyo que este trabajo llevará tiempo para contar con las nuevas normativas, pero en algún momento se debe empezar.
En el segundo aspecto, es decir el de los materiales, la reciente actualización del código de edificación privada ha actualizado el tema en cuanto al permiso para utilizar variedades que antes no estaban en el mercado y que han ido apareciendo, así como se ha dado vía a construcciones en barro, con paredes de bolsas o botellas; por citar algunos ejemplos.
En cuanto a que los propietarios regularicen sus ampliaciones es a lo que se ha abocado ahora Obras Privadas. Será una ardua labor, que obviamente encontrará resistencia de quienes sumaron a sus propiedades una habitación, galpón o pileta y que no declararon para no tener que tributar más.
La Municipalidad deberá actuar con contundencia para que se regularicen cuanto antes estas construcciones clandestinas, pero a la vez tendrá que tener “buena muñeca” para lograr acuerdos pacíficos, sin tener que apelar a multas o litigios.
No hay que olvidar que estas obligatorias actualizaciones conllevarán nuevos costos a los propietarios de los inmuebles, en algunos casos altos. Muchos de esos contribuyentes padecen hoy el caótico presente económico-inflacionario de la Argentina; y ya vienen más que saturados por la demanda que le hace el Estado a través de impuestos y tasas; ambos con un notable aumento a principios de año. De allí que el municipio deberá ser contemplativo e inteligente si es que quiere sacar buen rédito.
No es tarea sencilla ordenar algo que no ha tenido control por muchos años. Y es más difícil aun dentro de una sociedad que en buena parte se tienta con los atajos, trampas o la “viveza criolla” para eludir compromisos. Algo que por cierto suele ver en quienes conducen el país.
Más allá de lo descripto, las normas de vida de una comunidad y el acatamiento por parte de los residentes de lo que pauta un gobierno, en este caso el municipal, es algo que se debe cumplir.