Riego suplementario, para mejorar los rindes
Leandro Storti, de la empresa Irrisur, brindó detalles y especificaciones respecto a las ventajas de la aplicación de un sistema de riego móvil que garantice mejores cosechas
El riego es una parte fundamental en el éxito de cualquier proyecto agrícola. Si bien en la zona Sudeste bonaerense la lluvia no es un gran problema, la sequía del año anterior demostró que un buen equipo de riego puede ser beneficioso a la hora de mejorar los rindes o, en este caso, al menos salvar lo sembrado.
Leandro Storti, de la empresa Irrisur, explicó cuáles son los beneficios que se alcanzan con la instalación de estos sistemas de riego por pivote central.
En diálogo con Ecos Diarios, el ingeniero sostuvo que “el sistema de riego por pivote central es lo más común en nuestra zona”, al tiempo que explicó que “estos sistemas se han impuesto en todo el mundo”, sobre todo “en las zonas de llanuras templadas por su simplicidad de operación, el bajo costo operativo y su uniformidad de riego”, por lo que “se han ido popularizando”.
En su caso, comercializa los sistemas de la firma Valley, y contó que “estamos hace 30 años en el Sudeste trabajando sobre la instalación de sistemas de riego”, aclarando que su mayor utilización se da en las plantaciones de maíz y papa.
“Arrancamos en 1993, cuando las primeras máquinas de esta generación iniciaron en 1991”, dijo Storti, para añadir que “es una tecnología que se fue adaptando, que tiene su origen en Nebraska, Estados Unidos, y Valley es la primera empresa que patentó este sistema. Desde el 200 comercializamos esta marca y hacemos todo lo que es diseño, armado y post venta de riego mecanizado”.
Suplementario
Como marcamos al comienzo de esta nota, nuestra región cuenta con lluvias que permiten que la siembra y la cosecha de realicen, en general, de buena forma. Sin embargo, la sequía del año anterior también afectó a la producción regional y este tipo de sistemas pueden contribuir a paliar esas pérdidas de rindes.
Storti especificó que “en esta zona es un riego suplementario, ya que con el riego se complementa la lluvia en momentos estratégicos y fomentamos que los cultivos expresen su potencial”, para indicar que “de esa manera, atenuamos los efectos de la sequía y se logran cubrir déficit hídricos complicados y lograr diferenciales de producción”.
Según afirmó, “la mejor tecnología esté aplicada la maíz y después se fue aplicando a la papa, ya que desde la llegada de la industrialización se necesita un estándar de calidad importante y estos sistemas, por cómo distribuyen el agua, ayudan a tener una muy buena producción y calidad”.
Por supuesto, el clima es un factor fundamental a la hora de pensar en instalar un sistema de riego. “Por cuestiones climáticas, por las noches más frescas y de menos riego, esta tecnología ha ido ganando terreno y la industria de la semilla del maíz ha ido poniendo el ojo en esta zona y ha crecido en hectáreas y por eso hay más demanda de servicio, mano de obra, fletes y que terminan generando riqueza en la producción local y territorial”, sentenció el ingeniero.
Siguiendo con el diálogo con Ecos Diarios, puntualizó que “tenemos pivotes desde 2 hectáreas hasta 150 o 300”, agregando que “el común anda entre 40 y 50 hectáreas, ya que son equipos de 6 o 7 tramos, que se van movilizando”.
“La zona nuestra es una zona subhúmeda, por lo que los cultivos de invierno y verano tienen los picos de consumo desfasados y eso ha hecho que los equipos se puedan mover dentro del campo y se puede hacer más una posición con un mismo equipo”, comentó, para detallar que “un equipo para 50 hectáreas, lo podés mover en tres posiciones y rotar”.
Otras especificaciones
Desde su creación, los equipos de riego han ido aplicando cada vez más tecnologías y su uso ya no sólo puede ser para irrigar agua en la siembra, sino también para controlar plagas o malezas.
En tal sentido, indicó que “la tecnología está permitiendo que estos sistemas, además de regar, permitan fertilizar”.
“Se pueden hacer aplicaciones específicas de algunos productos químicos”, detalló, sosteniendo luego que “existe una barra portaherramientas que hace aplicaciones específicas, para combatir alguna maleza u hongo y peste que atrape al cultivo y se está pensando en inteligencia artificial, es decir que podemos montar cámaras arriba del sistema y con motores de alta velocidad dar vueltas más rápidas sobre los cultivos y poder tener desde un control de densidad, emergencia y presencia de malezas en tiempo real y hacer las aplicaciones específicas en esos puntos”.
Esto significa que “es un aumento de la eficiencia de la aplicación, menor cantidad de producto y economización del agua que se usa”.
Como nuestras aguas “no son de la mejor calidad, por la presencia de sodio, hay que tener cuidado con los milímetros que se aplican todos los años y no regar siempre el mismo lote”, argumentó Storti, añadiendo que “regando distintos cultivos, se trata de amortizar la inversión para el maíz en menor tiempo. Tiene una relación de costo y beneficio que se puede ir acortando el recupero regando más de un cultivo”.
Por último, aseveró que “ha habido diferenciales de rindes en cebada y trigo de entre mil y dos mil kilos por hectárea. El riego, con unos 80 milímetros a finales de octubre y noviembre te asegurás el buen llenado de la cosecha fina y ya en diciembre, enero y febrero se riega la gruesa, sobre todo maíz”.
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