Se hizo cura para ayudar a la gente y hoy la rompe en Tik Tok
“Hay que evangelizar las redes”, asegura Gonzalo Domench, que tiene una mirada muy moderna sobre el rol de la Iglesia
La imagen del sacerdote serio, frío y distante empieza a desvanecerse entre los recuerdos del pasado. Hoy, un porcentaje cada vez más elevado de ellos, sobre todo los más jóvenes, buscan la forma de acercarse a la comunidad desde un lado diferente, en el que predomina la alegría y la buena onda. Sin embargo, esto depende mucho de una cuestión de personalidad y si hay algo que definitivamente no le falta a Gonzalo Domench es personalidad.
Haciendo un perfil suyo, sería fácil y llamativo catalogarlo como “el cura tiktoker”, pero la realidad es que esa sería también una burda simplificación acerca del rol de una persona que se destaca por ser alegre, por su trabajo social y sus ganas de ayudar a los más vulnerables pero que, al mismo tiempo, no deja de pensar la manera de acercarse a los jóvenes.
Los videos
Con la cuarentena de por medio y las parroquias funcionando a medias, Domench se sumó hace algunos meses a la plataforma Tik Tok, pensada para crear y compartir vídeos cortos y graciosos, con la intención de divertirse un poco. Allí, quienes no lo conocían se vieron intrigados al ver en sus filmaciones que llevaba una cintita blanca en el cuello de la camisa. Gonzalo no se saca el clériman sacerdotal en ninguno de sus videos.
Poco a poco, se fue dando cuenta de que su incursión en esta red social podía ser una buena forma de “evangelizar las redes”, porque “hoy por hoy, los pibes están ahí”.
Pese a que ya tiene bastante tiempo de uso, Tik Tok es todavía esa plataforma en la que los jóvenes escapan un poco de la mirada de los adultos que todavía siguen en Twitter, Facebook o a lo sumo en Instagram. Por eso, ver a un adulto, y que encima sea cura, haciendo (buen) uso de esta red social es llamativo.
“Uno es referente en algún punto y está bueno desatanizar las redes. Internet se puede usar para todo: para lo bueno y lo malo. Esto es una forma de mostrar que Dios está ahí. Soy consciente de que nadie va a convertirse en religioso mirando un video de Tik Tok, pero sí que se puede instalar el tema”, indicó Domench.
“La vida de Fe y de la Iglesia está tan vapuleada y con una imagen tan negativa que es interesante mostrar otra cara, que es la real. Yo siempre me encontré con esta iglesia que es alegre, que abraza y que acompaña la historia a pesar de las heridas y los dolores que llevamos cada uno. Siempre me sentí muy querido y muy acompañado de joven y ahora como cura, ni hablar”, explicó Gonzalo, que es cura hace solo dos años pero es parte de la Iglesia católica desde pequeño.
Flexibilización
Gonzalo se desempeña en la Catedral de Mar del Plata, trabaja mucho con jóvenes, en un colegio y con los scouts. Además, ha ayudado en estos meses de cuarentena a decenas de familias sin hogar.
Con respecto a las flexibilizaciones de la Iglesia, indicó que sigue habiendo curas más serios, cerrados y pacatos pero que hay un nuevo movimiento llamado Hogares de Cristo, que tienen el lema de recibir la vida como viene, en su totalidad y complejidad, y que él como sacerdote trata de que su desempeño general sea así.
“La Iglesia siempre fue la misma pero somos los curas los que fuimos mostrando una imagen distinta. Juan Pablo II y la Madre Teresa fueron personas que vivieron hace 50 años y ellos también mostraron una Iglesia distinta pero, a veces, se muestra solamente más lo negativo”, indicó el sacerdote.
Respecto a lo que dijo el Papa Francisco acerca de su apoyo a las uniones civiles homosexuales, dijo que no le sorprende porque “no dijo nada que no haya dicho Jesús”. “Es Evangelio puro eso, no es que viene a proponer ningún cambio. Conozco cuál es su pensamiento pero más conozco el Evangelio. Tanto Benedicto como Juan Pablo II también han tenido una mirada muy inclusiva y de abrazar la vida del otro, pero quizá no han sido tan de hacer foco en ese tema”, indicó.
Acerca de Gonzalo Domench
Nació en Necochea, tiene 32 años, cursó sus estudios en el colegio Nuestra Señora de la Merced, de Quequén, y empezó a acercarse a la religión cuando descubrió “que la iglesia no era mala como pensaba”, tras participar un campamento nacional junto a otros jóvenes católicos.
Según afirma, a diferencia de otros sacerdotes, él primero se enamoró de la Iglesia y después de Dios.
Es un convencido de que “para cambiar la realidad hay que comprometerse y no tirar piedritas desde la vereda de enfrente”.
Convencido de que quería entregarse por completo al servicio a la comunidad, se anotó en el seminario sacerdotal, pero a los 23 años, tras hacer un paso por el Hospital de Niños de La Plata, se volvió a Necochea porque sintió que no estaba madurativamente preparado.
Estuvo de novio casi dos años y sintió que era hora nuevamente de “escuchar el llamado de Dios”, por lo que volvió al seminario. Hace dos años que el obispo Gabriel Mestre lo ordenó como sacerdote.
“Siento que nací para esto. No soy un santo para nada, soy muy consciente de mis heridas, de mis pecados, de que no soy perfecto y de que Dios hay uno solo pero trato de hacer y de ser lo mejor persona posible”, afirmó.///