Selectividad alimentaria en la infancia: ¿Qué podemos hacer?
Lucía Falzone, licenciada en nutrición y columnista del programa radial “Desde Temprano” en Ecos Radio, se refirió acerca de la selectividad alimentaria que suele aparecer en las primeras infancias. “La tendencia a rechazar alimentos se considera parte del proceso de desarrollo y una manifestación normal de los niños y niñas alrededor de los dos años de edad, pero sí esta situación persiste en la infancia y la adolescencia, se considera patológica y produce consecuencias sociales y nutricionales graves”, explicó la profesional de la salud.
Ingesta selectivas
Existen diferentes formas y maneras que tiene un niño de alimentarse, que sufre este tipo de problemáticas, como lo detalló la joven nutricionista:
-Neofobia alimentaria: Comportamiento esperable entre los 12 y 24 meses que resuelve después de exposiciones repetidas. Tienen miedo a probar algo nuevo. En estos casos se recomienda probar entre 8 a 15 veces el alimento.
-Leve: Suelen ser quisquillosos o mañosos. La exposición repetida no da lugar a la aceptación. Se recomienda cocinar con él, hacer las compras juntos, que participe del proceso alimentario.
-Alta: Éstos limitan su dieta entre 10 y 15 alimentos, y se niegan a comer otros tipos de comida en relación a las características sensoriales (sabor, textura, olor, temperatura o apariencia)
-Orgánica: consecuencia de condiciones médicas. Tca (trastorno de la conducta alimentaria), tea (trastorno del espectro autista).
Problemáticas
Hay factores de riesgo que pueden afectar la selectividad alimenticia y tienen causas de origen como por ejemplo en la predisposición genética, dificultad en la alimentación en edades tempranas, bajo peso, ausencia de lactancia materna, conflictos a la hora de comer o trastornos alimentarios.
“Es muy común que en la edad de preescolar (2-6 años) haya una desaceleración del crecimiento, aumento de peso de 2 a 2,5 kg por año. Existe una reducción de las necesidades nutricionales y del apetito que a veces se interpreta como un signo patológico forzándolo o sobrealimentándolo”, manfestó Falzone, lo que agregó que éstos niños y niñas “suelen hacer varias ingestas pequeñas a lo largo del día”.
Una de las causas que pueden tener a la hora de no comer un determinado tipo de alimento, es que pueden tener miedo porque se ahogaron con éste, se quemaron, han tenido reflujo, sonda o intervención gastrointestinal. Como consecuencia de ello es que pueden haber quedado con algún temor y desagrado al mismo.
Algo que no ayuda a la alimentación del niño o niña, es que se le otorgue la posibilidad de alimentarse a través de ultraprocesados, ya que estos estimulan el paladar de la grasa y el azúcar que tiene, cuando por ejemplo le damos de comer una galletita de chocolate rellena.
Posibles intervenciones
Es importante trabajar los sistemas sensoriales con el alimento (gusto, olfato, tacto, visión, auditivo). Incluir al niño en las preparaciones, que manipule los alimentos, que los toque, los huela, los pruebe. Es mucho más factible que le guste.
Además se puede reforzar a través del juego, con estrellitas. Por ejemplo desafíos que al cumplir una misión de ingerir tanta cantidad de agua o verduras y frutas se les otorga una cantidad de estrellitas, que acumulando se pueden canjear por premios como una salida de paseo, dejando de lado el clásico dar un dulce o chocolate.///
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