Semana Santa en Argentina: una fecha sagrada que trasciende al catolicismo
Mientras los católicos conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Cristo, otras religiones también reflexionan sobre el sentido espiritual de esta época.
En Argentina, donde el catolicismo sigue siendo la religión mayoritaria, la Semana Santa conserva un fuerte peso cultural, espiritual y social. Pero en este país de diversidad religiosa creciente, la conmemoración de la Pascua cristiana se entrelaza con otras formas de fe y reflexión espiritual.
El corazón católico de la Semana Santa
Para los católicos, esta semana tiene un lugar central en el calendario litúrgico. Comienza con el Domingo de Ramos, pasa por el Jueves Santo con la misa de la Última Cena, el Viernes Santo con la adoración de la cruz y culmina el Domingo de Pascua con la celebración de la Resurrección de Jesús.
Durante estos días, las iglesias se llenan de fieles que buscan renovar su fe a través del ayuno, la confesión y la participación en las procesiones, como la tradicional del Cristo Yacente en Tandil o las Vía Crucis vivientes en pueblos del interior. “Es un momento de silencio interior, de volver a Dios”, explica el padre Julio, párroco de una iglesia del conurbano.

Protestantes y evangélicos: menos rituales, la misma centralidad de Cristo
En las iglesias evangélicas, también se conmemora la muerte y resurrección de Jesús, aunque sin imágenes ni procesiones. La Pascua suele celebrarse con encuentros comunitarios, alabanzas, sermones centrados en el sacrificio redentor de Cristo y campañas de evangelización. El Viernes Santo es un día de ayuno y oración para muchas congregaciones, aunque el énfasis recae en el gozo de la Resurrección.
“Para nosotros, la cruz es el punto de partida del nuevo nacimiento espiritual”, comenta Estela, pastora de una iglesia pentecostal en Rosario. En varias comunidades, se organizan retiros espirituales, actividades juveniles y bautismos para renovar el compromiso con la fe.

Judaísmo: libertad y memoria
Aunque no celebran la Semana Santa, los judíos coinciden en esta época con su propia festividad: Pésaj, o Pascua Judía. Conmemoran la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. Durante ocho días, se evita comer pan con levadura (jametz), se celebran cenas especiales llamadas Séder y se relatan los pasajes del Éxodo.
“Es un tiempo de liberación, pero también de compromiso con la memoria y la identidad”, afirma Deborah, miembro de la comunidad judía de Córdoba. En muchos casos, familias judías y cristianas comparten estas fechas desde el respeto mutuo, dado que ambas Pascuas evocan redención y libertad.
Islam: respeto y convivencia
Para los musulmanes, la Semana Santa no tiene una conmemoración particular, pero muchas comunidades en Argentina reconocen su importancia para los cristianos. En las mezquitas suele haber saludos de respeto hacia vecinos y autoridades, y en algunos casos, diálogos interreligiosos.
“La figura de Jesús (Isa, en árabe) es un profeta muy importante para nosotros”, explica Ahmed, imam en una mezquita de Buenos Aires. “Aunque no creemos en la crucifixión como los cristianos, valoramos su mensaje de justicia y compasión”.
Mormones: enfoque en la redención
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días —conocida como los mormones— también conmemora la Semana Santa, aunque con un enfoque doctrinal particular. Si bien no realizan procesiones ni celebraciones litúrgicas tradicionales, dedican estos días a la reflexión sobre la Expiación y la Resurrección de Jesucristo.
“Es un tiempo sagrado, donde recordamos el sacrificio de Cristo y renovamos nuestra fe en la vida eterna”, comenta Matías, obispo mormón de una congregación en Mendoza. En los centros de reunión, se suelen organizar actividades de servicio, oración y estudio de las Escrituras.

Testigos de Jehová: una única celebración central
Los Testigos de Jehová no celebran la Semana Santa en su conjunto, pero sí conmemoran una única fecha clave: la Conmemoración de la muerte de Cristo, que se realiza una vez al año, según el calendario lunar, y coincide con la fecha en que creen que Jesús instituyó la Cena del Señor.
Ese día —el único que consideran sagrado— se reúnen al atardecer para recordar el sacrificio de Jesús, sin imágenes ni símbolos religiosos. “Es una ocasión solemne donde reflexionamos sobre el valor del rescate ofrecido por Cristo”, señala Diego, anciano de una congregación en La Plata. La ceremonia es pública y muchos no Testigos también asisten.
Nueva Era y esoterismo: una reinterpretación espiritual
En los círculos de espiritualidad alternativa, Semana Santa es muchas veces resignificada como un tiempo de transformación interior. Practicantes de la Nueva Era, el reiki, la astrología o los rituales chamánicos suelen ver en la muerte y resurrección de Cristo un símbolo del renacimiento del alma.
Se realizan meditaciones, encuentros de energía, ayunos depurativos y ceremonias de introspección. “Es el momento ideal para soltar lo viejo y renacer espiritualmente”, dice Sol, terapeuta holística en Mar del Plata.
Religiosidad popular: entre la fe y el sincretismo
Figuras como la Difunta Correa o el Gauchito Gil también reciben más visitas durante la Semana Santa. A lo largo del país, miles de personas peregrinan a sus santuarios para pedir protección o agradecer milagros. En estos casos, se mezclan prácticas católicas con creencias populares y rituales paganos.
“No es raro ver a alguien que va al Vía Crucis y después deja una botella de agua a la Difunta”, señala un sociólogo de la Universidad Nacional de San Juan. La religiosidad popular en Argentina muestra cómo la fe se vive con identidad local, afectiva y cotidiana.
Una convivencia que se fortalece
A pesar de sus diferencias, muchas comunidades religiosas en Argentina aprovechan estas fechas para fomentar el respeto mutuo. Algunos templos católicos invitan a líderes judíos, evangélicos, mormones, testigos de Jehová y musulmanes a charlas abiertas, y las redes interreligiosas impulsan encuentros para celebrar la diversidad en la fe.
La Semana Santa, lejos de ser exclusiva, se convierte así en una oportunidad de diálogo, introspección y convivencia espiritual para millones de argentinos.
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