Subsistiendo arriba de una cornisa cada vez más fina
Es probable que la visión más apocalíptica no haya podido prever la compleja situación económica que se observa hoy, producto del interminable aislamiento social, preventivo y obligatorio, que dictaminó el gobierno nacional a partir del primer minuto del pasado 20 de marzo.
Han pasado tres meses y un día de una extrema medida que paralizó literalmente al país, en pos de atenuar las consecuencias del devastador Covid-19, que aún está lejos de retirarse de escena.
Incierta en un principio en cuanto a su duración. Novedosa y acatada por la ciudadanía con una mezcla de conformidad y terror ante la amenaza de muerte en forma de virus, seis prórrogas después de aquella medida, con la cuasi confirmación de una séptima etapa de cuarentena que se extendería hasta el 12 de julio venidero, el panorama laboral-económico de Necochea sigue sumando desoladas víctimas mientras transcurre el tiempo.
Esos odiosos números
Las cifras son la contundente expresión numérica de una coyuntura o de las acciones del ser humano. Reflejan con frialdad el éxito o el fracaso. Sirven para meritar la gravedad del inquietante escenario actual y permiten aventurar lo que nos espera para los próximos tiempos, cuando el coronavirus empiece a desaparecer.
Las páginas de Ecos Diarios han venido auscultando esa realidad a lo largo de los últimos tres meses, un lapso en el que se acrecentaron exponencialmente las necesidades producto de la inactividad laboral.
Se estima que bajaron sus persianas el 30% de los negocios céntricos, al no poder afrontar los costos de alquileres, servicios de luz y gas y pago de sueldos a sus empleados, que junto a los cierres perdieron su sustento personal y en muchos casos familiar.
Producto de la inactividad y a consecuencia del desplome del nivel adquisitivo, actores del sector comercial reflejaron que los negocios de rubros esenciales, es decir los que nunca debieron cerrar, vieron caer sus ventas en un considerablemente y los que negocian lo no esencial decayeron entre de 60 y 90% . Y obviamente un 100% los que directamente nunca pudieron abrir desde que se inició el aislamiento, como ser, bares, confiterías, restaurantes, salones de fiesta, hoteles, gimnasios, entre un sin número de actividades.
Por su parte 15.500 personas cobraron la primera cuota de $10.000 del llamado Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), dirigido a personas desocupadas o con un trabajo informal, entre otros. Y por estos días un número aún más amplio está percibiendo el segundo pago.
En tanto, aún no hay estadísticas de lo que ha ocurrido por el lado de las Pymes, varias de las cuales se han visto totalmente paralizadas. De solo considerar este punto se desprende lo que ha acontecido con este sector.
Muchos de los emprendimientos privados que dan trabajo gestionaron ante el gobierno nacional la ayuda para pagar el 50% de los salarios. Sin embargo a la mayoría no les llegó. Y para muestra vale lo que reflejó un relevamiento entre los propietarios de negocios céntricos: de 120 que lo tramitaron para pagar los sueldos del pasado mes de mayo, sólo 9 lo percibieron.
Por otra parte, semanas atrás una encuesta del Centro de Economía Regional y Experimental estableció que en el área provincial en la que está inmersa Necochea, el 90% de las familias están endeudas a causa de la caída de sus ingresos, producto del obligado confinamiento.
El propio Estado provincial y el municipal han visto drásticamente disminuidos sus ingresos en materia de tributos, debiendo apelar a moratorias y extensión de plazos de pago. Algo que tampoco garantizará el pago total de impuestos y tasas.
En el mismo sentido, integrantes del mercado inmobiliario han dado cuenta a Ecos Diarios que padecen la peor crisis de los últimos 15 años. Una realidad que también se reflejó en el rubro de las agencias de automotores, que tras casi dos meses de estar cerradas han empezado a remontar la cuesta en las últimas semanas, aunque lejos de sus mejores tiempos.
Tratando de evitar el abismo
En medio de la cuarentena, y pese que Necochea fue superando fases en cuanto a una creciente cantidad de actividades comerciales habilitadas, hay cuestiones que han hecho mella y no se ha podido restaurar la realidad económica de esos emprendimientos.
En principio lo que ya no vendieron por la parálisis general, no lo venderán de aquí en más; entre ellos los que aún sin dejar de abrir nunca, recibieron el azote de la falta de movimiento de los ciudadanos, por caso las estaciones de servicio.
Relativo y en algunos casos insignificante efecto han generado las estrategias de promociones, liquidaciones o la incursión de las ventas online de productos. En el último caso una herramienta en la que no incursionaban algunos emprendedores hasta antes de desatarse la pandemia.
Tanto comerciantes como profesionales independientes, otros de los sectores castigados, también padecieron el contraste de empezar a trabajar luego de estar inactivos, y a los días verse impedidos de continuar al explotar el brote de casos positivos de Clovid-19, que determinaron que el Ejecutivo decidiera el retroceso a la fase 1. Una situación que rigió casi una semana.
Y aún es más grave la situación de rubros como los salones de fiesta, agencias de turismo, hoteles, gimnasios o cines, que están sin actividad desde el 20 de marzo y que todavía no pueden ver una luz al final del túnel. Sin saber siquiera cuándo llegará el día en el que puedan reabrir, si es que antes no han tenido que quedarse definitivamente sin sus proyectos de vida.
Con sufrimientos similares sobreviven, con ingresos mínimos, los negocios del sector gastronómico, que sin aún poder abrir sus puertas se las ven en figurillas para mantenerse con un magro servicio de delivery.
En el oscuro presente la actividad portuaria, lejos de detenerse sigue funcionando a pleno. Y si bien cobija a una apreciable masa laboral continua trabajado normalmente, al igual que toda la actividad agropecuaria que, pese a la pandemia, genera el ingreso de divisas desde el exterior, que apenas maquilla el desolador panorama general.
Otros de los beneficiados, si es que los hay en tamaño drama, son los empleados del Estado, que en general han seguido percibiendo sin problemas sus salarios. Mediante una emisión millonaria de billetes que tarde o temprano pagaremos todos.
Interrogantes sin respuestas
Tan impredecibles como los vaticinios de lo que nos ocurriría en este 2020, del cual está por completarse un anodino y triste primer semestre, son las respuestas a interrogantes que permitan, al menos, dilucidar algún atisbo del futuro que nos espera como sociedad, tanto en lo social como en lo económico entre otros aspectos.
Ese porvenir parece ser tan borroso y misterioso como los embates del peligroso virus que nos puso en este complicadísimo presente. Tan inexplicable como lo que pueda hacer un Estado y una clase política que en general, e inmiscuida en fomentar una grieta sin sentido, hace tiempo no dan las respuestas necesarias para el desarrollo de un país que, mal que nos pese, está más a la deriva que nunca.///