Toda la vida dedicada a la danza
Lorena Fernández comenzó a bailar danzas españolas a los 2 años. Al final de la adolescencia se convirtió en profesora. “Amo con locura lo que hago”, dijo
Por Juan José Flores
Redacción
Tal vez fue Shirley Temple quien le contagió a Lorena la pasión por la danza. Ella no recuerda, pero dice que era muy pequeña cuando veía en la televisión a una niña haciendo zapateo americano.
Como en Necochea no se enseñaba zapateo americano, la madre llevó a Lorena a clases de folclore. A ella no le gustó, porque allí no zapateaban. Tenía sólo dos años. Fue entonces que la llevaron a tomar clases de danzas españolas.
“Y parece que me gustó, porque hace 42 años que bailo”, dijo divertida Lorena Fernández, quien hace 25 años es profesora de danzas en la Sociedad Española de Necochea y hace 21 que da clases en Lobería.
“Empecé a tomar clases con Miriam Dominicis, pero después mi mamá me cambió con Susana Alfano porque por la escuela no me daban los horarios”, señaló.
Tenía cinco años cuando inició las clases con Alfano y a los 7 empezó a rendir exámenes. Para 1994, con 19 años, Lorena se recibió de profesora superior de danzas españolas y comenzó una carrera que desde entonces nunca se detuvo.
A pesar de su pasión por la danza, no fue fácil comenzar a enseñar. Un año más tarde ya no quería dar clases, pero su padre, que estaba muy enfermo, decidió impulsarla y le creo un espacio en el garage de la casa familiar y lo convirtió en estudio de danzas.
Todos los días
En el 95 no quería seguir dando clases, pero mi papá se enfermó y él quería que diera clases y a pesar de su enfermedad, me armó un espacio en el garage de mi casa para que diera clases.
“Ese año di clases en el garage de mi casa”, explicó Lorena. Y fue entonces que descubrió que ese era el camino. “Fue ahí que me dije: esto es lo que quiero para mi vida”.
Un año después la Sociedad Española convocó a profesoras de danzas españolas y Lorena se presentó y quedó. Era 1996 y ella sólo tenía 20 años, pero la edad no fue un impedimento.
En 1998 también comenzó a dar clases en Lobería, a pesar de que ello significó que durante 12 años fuera y volviera dos veces por semana a dedo. Lo importante era dar clases, bailar, enseñar.
“En tantos años he tenido muchísimas alumnas. Hoy me encuentro con mamás que me dicen que fueron mis alumnas cuando eran niñas”, explicó.
“Casi todos los días, de lunes a viernes, doy entre ocho y diez horas de clase”, afirmó Lorena, para quien bailar y enseñar es como respirar.
“Lo único que he hecho en todos estos años es bailar”, dijo Lorena. Y no lo dice lamentandolo, más bien todo lo contrario.
“Amo con locura lo que hago”, aseguró.
En una castañuela
Lorena tiene cuatro hijos que la apoyan incondicionalmente como bailarina. “Con Macarena, la más grande, que ahora tiene 21 años, rompí bolsa en una clase, porque nunca dejé de enseñar, ni siquiera embarazada”, afirmó Lorena.
Sus otros hijos: Tobías, Lara y Sofía, aún la acompañan a presentaciones y clases. Su esposo también es bailarín, así que entiende perfectamente la pasión de ella por la danza.
“Amo a mi familia y a mis hijos”, afirmó Lorena. Sin embargo no puede poner del otro lado de la balanza su pasión por la danza. “Toda la vida la danza me ha hecho muy feliz. No sufro estrés, no me duele nada. Sólo siento dolor en el verano, cuando no bailo”, explicó.
Cree que por eso todavía puede dedicar la mayor parte de sus días a la danza con la misma pasión que cuando comenzó. “Si bien es mi trabajo, primero es mi pasión. Si no lo amara como lo amo, no se si lo hubiera podido hacer”.
“Me encanta bailar y también enseñar”, precisó. “Enseñar requiere paciencia y mucho amor. Mis chicas empiezan a los 3 o 4 años y están conmigo hasta los 18. Siempre digo que tengo una familia gigante, porque tengo muchísimos hijos, porque los crío, no solamente les enseño danzas”, concluyó Lorena.