"Tu mamá te tiene por muerto": la historia del veterano de Malvinas que vive en San Manuel y hoy recibió su casa
El excombatiente Jorge Correa fue designado preadjudicatario de una de las 32 viviendas que se sortearán esta semana.
Antes del sorteo oficial del próximo jueves de las 32 viviendas construidas en Lobería bajo el plan provincial Solidaridad II, se conoció una noticia que conmueve: el ex combatiente de Malvinas Jorge Alfredo Correa fue designado como preadjudicatario de la vivienda N°1, en cumplimiento de la Ley N° 23.109, que otorga prioridad en estos casos a veteranos de guerra.
Cabe recordar que la Ley 23.109, sancionada en 1984, establece una serie de beneficios para los ex soldados conscriptos que participaron en el conflicto bélico del Atlántico Sur entre abril y junio de 1982, incluyendo atención médica, prioridad laboral en el Estado, acceso a becas educativas y, en el marco de la vivienda, el derecho a prioridad en igualdad de condiciones con otros postulantes en planes habitacionales implementados por organismos como el Banco Hipotecario Nacional y los institutos de vivienda provinciales, destinando al menos un 1% de las unidades a excombatientes sin casa propia.
Su historia
Correa, de 61 años, vive hace 34 años en San Manuel y es reconocido por su bajo perfil. Según se reconstruye en la muestra “Clama el viento y ruge el mar. Memorias de Malvinas”, organizada por la museóloga Eliana Segovia en el Museo Histórico La Lobería Grande, su historia de vida es digna de una película.
Nació el 23 de junio de 1963 en el Paraje Malvinas, Corrientes, y fue enviado a las Islas como parte del Regimiento de Infantería Mecanizado 4 con base en Monte Caseros. Desde allí, vivió en carne propia los combates, el hambre, el frío y el miedo.
"Me asusté los primeros días… después no sé si nos acostumbramos al ruido de los tiros y los bombardeos", relató Correa en diálogo con Radio Ciudad Lobería.
El testimonio de Jorge estremece. Desde la primera línea en Puerto Argentino, vio morir a dos compañeros con los que había hecho una promesa de visitarlos en Mar del Plata después de la guerra. Una bomba lanzada desde el avión Vulcan XM607 los alcanzó.
"Una bomba cayó justo donde estaban ellos. Los mató a los dos. No recuerdo los apellidos porque si los recordaba, capaz que iba a buscar a los padres... Eran dos chicos espectaculares", recordó.
En otro pasaje crudo, relató cómo un castigo injusto lo obligó a estar cuatro horas en ropa interior sobre la nieve, solo por haber conseguido cigarrillos para un oficial.
“A veces comíamos cada dos días. Una carne en lata, una barra de chocolate y un paquete de masitas de cuatro… y si estabas en combate, eso tenía que durarte dos días”.
Fue uno de los últimos en rendirse junto al grupo que custodiaba al gobernador militar Mario Benjamín Menéndez. Luego, fue prisionero de los británicos y trasladado en el crucero Canberra.
Cuando regresó a su pueblo, vivió una escena impactante: su familia lo creía muerto.
"A mi vieja le comunicaron que había caído en combate. Fue un error, era otro muchacho con mi mismo nombre y apellido. Cuando llegué, la maestra de la escuela me hizo la gauchada de avisarle… si no la mataba yo del susto", contó entre lágrimas.
Desde entonces, eligió el silencio. “Cuando llegué acá, nadie me creía. Entonces me dije… ¿para qué contar?”, confesó. Solo hace poco comenzó a participar de los actos conmemorativos.
Hoy, Jorge Correa tiene su lugar en el mundo en San Manuel, y por primera vez, su historia es reconocida también con un gesto concreto: una vivienda digna, un hogar que, como sus palabras, resiste al olvido.
“Volvería a correr con la misma suerte, por los conocidos que quedaron. Para decirles: acá estamos de vuelta”.
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