Un apasionado por la química
Juan Pablo Marcolongo halló su vocación participando de un certamen, siendo estudiante secundario en Necochea. Hoy es doctor, docente, investigador y organiza olimpíadas científicas
Juan Pablo Marcolongo es doctor en química, docente de la Universidad de Buenos Aires (de la que egresó), además de investigador del Conicet. Tiene 40 años, es oriundo de Necochea, donde cursó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Danés.
Una vez más, en 2024, fue mentor de estudiantes secundarios que participaron de la 56° Olimpíada Internacional de Química (IChO por sus siglas en inglés), que en esta oportunidad tuvo lugar en Riad, la capital de Arabia Saudita.
Marcolongo esta vez no viajó junto a los jóvenes, pero si trabajó previamente con ellos, preparándolos para la competencia, que es, precisamente, la tarea de los mentores, como se denomina a quienes asisten y respaldan académicamente a los estudiantes.
La Olimpíada Internacional de Química se desarrolla todos los años en el mes de julio y cada uno de los 89 países participantes presenta a cuatro jóvenes de estudios no universitarios.
En 2023 tuvo sede en Suiza, donde sí estuvo presente Marcolongo, quien -entrevistado vía Zoom para el programa “El Ciudadano- destacó que en aquella oportunidad el Estado nacional se hizo cargo de los gastos que demandó la representación del país por parte del grupo de estudiantes y docentes, cosa que no ocurrió en 2024, en el marco de ajuste dispuesto por el actual gobierno.
Medallas y mención
En Arabia Saudita, dos de los cuatro estudiantes argentinos obtuvieron medalla de bronce: Agustín Boutet (de la Escuela de Educación Técnico Profesional 129 de Sunchales, Provincia de Santa Fe) y Joaquín Ulises Herrera Hinojora (Escuelas Técnicas Raggio, de la Capital Federal). En tanto que Ariel Gaspar Grillo (Politécnico Superior San Martín, de Rosario) recibió una mención de honor. El estudiante restante, Alejo Balkauskas Seipel (del Industrial Luis Huergo, de CABA recibió diploma de participación.
“Estamos muy contentos, nos fue muy bien”, expresó Marcolongo, precisando que esta participación internacional se hace en el contexto del programa Olimpíada Argentina de Química, que tiene diversas actividades, entre ellas aquellas de las que surgen quienes al año siguiente representan al país en la IChO.
“Es un programa organizado por la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Buenos Aires, que históricamente estuvo financiado por el Ministerio de Educación de la Nación, Este año no tuvimos financiamiento, pero por suerte se pudo viajar porque conseguimos donaciones y la UBA pagó dos de los pasajes. Y los organizadores de Arabia Saudita pagaron otro. Pudimos viajar con una delegación completa”, explicó el químico necochense.
“Los chicos de los niveles más avanzados, que consiguen las mejores notas en los certámenes nacionales nuestros son los que seleccionamos para traer a la Facultad, a fin de entrenarlos para los eventos internacionales del año siguiente”, acotó.
Su rol en olimpiadas
Consultado sobre su rol en este proceso, Marcolongo expresó: “Yo soy, junto con la Dra. Soledad Antonel, organizador de todo lo relacionado con la Olimpíada. Soy corresponsable, tanto de lo que es nacional como internacional. Además de eso, me encargo de armar los exámenes de uno de los niveles de lo que sería la participación nacional, que es el nivel 2. Y en lo que se refiere a los eventos internacionales, entreno a los chicos en el área de química inorgánica de hoy. Estoy como metido en todo”.
Precisó que en la Olimpíada Internacional las pruebas son muy extensas (de hecho, el certamen dura varios días), tienen una parte teórica (que otorga el 60% del puntaje) y otra práctica (el 40% restante de puntos). “Llegan y los llevan a un laboratorio, les dan actividades para hacer y le dan cinco horas para resolver un examen experimental. De eso y del teórico, que son como 100 páginas, terminan obteniendo un puntaje”, precisó.
“Son exámenes tremendamente exigentes. El entrenamiento también es muy intenso. Tenemos personas que los entrenan en diferentes áreas. Yo me ocupo de química inorgánica teórica. Otros lo hacen en química analítica, química biológica o micro orgánica”, continuó detallando.
Hallazgo de su vocación
Marcolongo estudió química en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, precisamente, motivado por haber participando en Necochea de las olimpíadas en el nivel secundario.
“Me gustó mucho, así que terminé haciendo la carrera de química en la Facultad que organizaba aquellas olimpíadas. Una vez obtenida la licenciatura hice un doctorado, realizo actualmente muchas actividades académicas. Actualmente soy docente en la UBA de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. A su vez, trabajo como investigador del Conicet en química inorgánica y en química cuántica. Además de estar metido en la organización de las olimpíadas”, manifestó refiriéndose a la manera en que halló su vocación y a la manera en la que fue desarrollándola.
Cuando habla sobre el efecto que tienen estos certámenes de ciencia, Marcolongo se apasiona. “Muchos de los chicos que estudian en la Facultad -recalcó- han pasado por las olimpíadas. Estas se hacen para despertar vocaciones, para que los chicos se enganchen con algo que esté vinculado a las ciencias. Los exámenes nacionales que organizamos son muy difíciles y los chicos se enganchan, van estudiando por afuera de las currículas de los colegios. Es muy lindo. A fines de octubre haremos el certamen nacional en Córdoba, donde nos vamos a encontrar quienes organizamos los exámenes con unos 300 estudiantes que van a rendir sus exámenes. Cuando hablas con ellos, es algo espectacular, están muy entusiasmados, te preguntan un montón de cosas, tienen muchas ganas. Son esponjas, literalmente”.
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