Un emblemático edificio de la Villa Díaz Vélez
El inmueble donde funcionó el Hotel Royal fue inaugurado en 1929 y tras varios años de actividad se convirtió en casa de departamentos
Desde que nuestra ciudad comenzó a definir su perfil turístico, en la Villa Díaz Vélez se produjeron grandes cambios en su fisonomía pero a pesar del paso del tiempo la figura del edificio del ex Royal Hotel, inaugurado en el verano de 1929, impone su figura en la esquina de 85 y 2.
En la actualidad la zona está densamente poblada y los edificios de propiedad horizontal fueron ocupando los espacios donde se emplazaran tradicionales hoteles y chalets de veraneo.
Esta fue la primera construcción de seis pisos que se levantó frente al mar y funcionó como hotel hasta finales de la década del 50. Compartió su vida comercial con otros establecimientos ya desaparecidos como el París, Necochea Hotel y el Playa, entre otros.
Y junto al edificio del hotel Marino, habilitado en 1910, son los únicos establecimientos de principios del siglo pasado que permanecen en pie. Aunque, desde hace varios años, se transformó en un edificio de departamentos y con locales comerciales en la planta baja.
Testigo de otros tiempos, donde el lujo y el confort definía el servicio al turista, estaba dotado con detalles de avanzada para la época; contaba con 200 habitaciones con teléfono, baños de agua de mar caliente y un túnel que pasaba por debajo de la avenida 2 para que los clientes accedieran directamente a la playa.
Se caracterizaba por el buen gusto de su decoración y su salón principal era el centro de la actividad social del verano con un selecto programa de fiestas del que participaban famosas orquestas.
Sala de Casino
Además, en ese amplio espacio del primer piso funcionó la sala de juegos del Casino desde mediados de la década del 50, hasta febrero de 1973, fecha en que se inauguró el Complejo Nuevo Casino.
El edificio Royal forma parte de la historia de la ciudad pero su cambio de destino y las diversas intervenciones alteraron su estilo original, motivos éstos por los que no califica para ser considerado de valor patrimonial.
Años atrás se puso en duda la solidez de su estructura y para evaluar si presentaba riesgos de derrumbes, en 2004, la Municipalidad de Necochea firmó con la Facultad de Arquitectura Urbanismo y Diseño de Mar del Plata.
El resultado del estudio fue positivo y sólo requirió de una serie de reparaciones en columnas y vigas del salón donde funcionara el Casino y en los techos de los departamentos del último piso.
Promoción del proyecto
Para difundir el proyecto de construcción de este hotel, en marzo de 1928 se distribuyeron tarjetas postales en las que aparecía la imagen del futuro edificio y entre sus principales atractivos se mencionaban sus amplios salones y comedores con vista al mar y se destacaba por sus modernas líneas, «con 200 habitaciones con baño 150 casillas con acceso directo a la playa y baños con agua caliente de mar», mencionaba la publicidad.
La empresa constructora de Eduardo Grilli y el ingeniero Alejandro Enquin estuvieron a cargo de la obra que fue inaugurada al filo del verano de 1929. Se trató de un significativo acontecimiento, sin embargo la historia del hotel estuvo rodeada de infortunios. Poco tiempo después salieron a remate judicial todas sus instalaciones y se organizó su reapertura para el verano de 1931.
El túnel que cruzaba por debajo de la avenida 2 que permitía a los huéspedes acceder a la playa directamente, fue clausurado y sólo se puede observar la boca de salida junto al paredón de la avenida 2.
Entre otros detalles llamativos, en enero de 1933, el hotel inauguró su propia capilla que funcionaba los domingos y feriados, estaba ubicada en una de las salas de la planta baja y, en uno de sus accesos conserva su puerta de madera original con tableros rematados en arco apuntado, característico de las templos religiosos.
Al disolverse la sociedad, en 1945 el hotel volvió a subastarse, los avisos anunciaban la venta del edificio de más de 8.000 m2 cubiertos, salones de recepción, 210 habitaciones y 80 baños. Además, especificaba que el comprador adquiría a balance las existencias de bodega y almacén y se haría cargo de contratos preexistentes con orquestas y personal.
Algunos cambios
Así fue que pasó a manos de Andrés Mamouris y Primo Martínez, que formaban
parte de la sociedad anterior y que comenzaron a dotar de mayor prestigio y categoría al hotel.
Se hicieron reformas en el hall, el bar y la boite ubicados en la planta baja. El coqueto local de la boite «Aldea Tropical», y «Casablanca» es recordado por los vecinos porque allí actuaron destacados artistas y orquestas de la época.
En el transcurso de los años esta construcción ha sido objeto de diversas intervenciones, el frente original perdió sus ladrillos a la vista, las mansardas del último piso y el mirador ubicado en la ochava de la terraza, entre otras.
Por su parte, cuando en 1948 se puso en vigencia la ordenanza que reglamentaba que todos los edificios ubicados sobre la avenida costanera debían estar provistos de recovas, se unificó la imagen del paseo y hubo un cambio visual con la presencia de pilares y arcos construidos en piedra.
Mientras tanto, por problemas económicos la firma inició un proceso de venta y el hotel permaneció cerrado, hasta que fue adquirido por un consorcio local, y reanudó la actividad en diciembre del 48. Años más tarde pasó a manos de una sociedad israelita, encabezada por José Grozsman, hasta que en 1958 el hotel se cerró definitivamente sus puertas. Se perdió de este modo una importante fuente laboral, ya que sus 200 habitaciones, con servicios de categoría, requerían de un importante número de empleados. ///